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Entrevista con Juan Carral —Especial de arquitectura joven en México

28.08.2013

Juan Carral (México DF, 1976) estudió arquitectura en la UIA, la UNAM y estudia un master en la Universidad Politécnica de Cataluña. En 2007 fundó su despacho, JC Arquitectura, donde trabaja en proyectos de vivienda y renovación de edificios. Entre las obras que han construido se encuentran el edificio Francisco Ramírez 43, las oficinas Capital 1, la Casa Chit 14, las oficinas OA y la Casa Yunis.

Platicamos con él como parte de nuestro Especial de Arquitectura joven en México.

¿Puedes contarnos cómo fue el proceso para fundar y establecer tu despacho?, ¿qué tipo de oportunidades y/o dificultades encontraste en el camino?

Trabajé con Javier Sánchez antes de poder involucrarme en un proyecto propio. Él me mostró una forma eficiente y “muy mexicana” de hacer arquitectura, de buscar oportunidades en la ciudad a través de la vivienda y su relación con la calle y su contexto. Con mexicana me refiero a que tienes que actuar más rápido, no hay tiempo para extender las ideas de un proyecto en largos períodos: si no tomas las oportunidades que llegan alguien más lo hará.

Más tarde pude independizarme y armar algunos proyectos propios, pero con el apoyo de un inversionista, un constructor y un abogado: Alter Arquitectura, Juan Pablo y José Miguel Valdés. JC Arquitectura nació en 2008 cuando decidí mudarme de la ciudad de México a Cancún para comenzar a involucrarme en la construcción e iniciar una práctica basada en “casa por casa”

¿Se puede hablar de una identidad en la arquitectura contemporánea en México?, de ser así, ¿cuáles serían sus rasgos distintivos, o los intereses que atiende? 

Creo que hay una arquitectura de realidades socioeconómicas similares a las de Chile, Colombia o Brasil, países con los que podemos compartir e identificar ideas y de donde surgen soluciones de gran interés para el trabajo que desarrollamos aquí. Lo más interesante es conseguir que aquello que llamamos arquitectura no sólo competa a los arquitectos. La noción que todos tenemos de la arquitectura es una producción mínima, de muy poco alcance a nivel nacional y tan exclusiva que la enorme mayoría desconoce.

Hablar de una identidad nacional para el 2020 sería más factible si los arquitectos tuviéramos nuevamente la posibilidad de hacer viviendas para el Estado y renovar espacios públicos, dejando de importar arquitectura para edificios institucionales –no privados. En pocas palabras: que nos convirtiéramos en el Medellín que Sergio Fajardo diseñó hace 15 años y que hoy sí cuenta con una clara identidad arquitectónica como ciudad. Por suerte se trata de un proyecto para la ciudad y sus habitantes, sin importar su raza, estado civil, económico o ubicación.

En Mérida, por ejemplo, hay una relación muy interesante entre arquitectura y arquitectos, iniciativa privada y gobierno. Han logrado una clara línea de identidad local tomando en cuenta el clima, la paleta de colores y de materiales, para las soluciones constructivas. Además, todos son buenos amigos y colaboran en equipo.

¿Existe algún proyecto reciente –de arquitectos o despachos mexicanos– que haya llamado particularmente tu atención?, ¿por qué?

Siempre me han llamado la atención las soluciones de Alberto Kalach:  puede ser una escalera, una estructura de concreto o una ventana. Somos una generación que aprendió mucho de ver y entender su arquitectura. Pienso que su trabajo es la mejor combinación entre la racionalidad y destreza de Augusto Álvarez, y el misterio, el gusto por los jardines y la materialidad de Barragán. Todo con un toque de radicalidad y aerodinámica.

También estoy interesado en estudiar y analizar las viviendas de Javier Sánchez. Es interesante la relación que establece con la ciudad, su propuesta en sección y la factibilidad –no sólo económica– que hay detrás de cada proyecto.

Por otra parte me gustó mucho la obra de ADII de Macías Peredo y Francisco Gutiérrez, y el trabajo de Pablo Pérez Palacios (DCPP) con su socio Alfonso de la Concha. En general me atraen más las respuestas eficientes a proyectos de recursos limitados que las grandes obras que hacen muy pocos arquitectos.

¿Cuál es tu perspectiva de la escena actual en México, sobre todo con respecto a los apoyos a jóvenes arquitectos, la generación de proyectos como el Pabellón Eco, etc.?

El mundo vive una explosión de creatividad y talento indudable en la música, las artes gráficas, los negocios, la gastronomía. Y la arquitectura no es la excepción. He tenido la oportunidad de conocer proyectos construidos por estudiantes de los últimos semestres de la carrera en Arquitectura. Son de gran calidad material y muy sencillos en su concepción. Con ello te das cuenta que tiene sentido ser lógico para lograr soluciones constructivas, ágil para solucionar problemas y eficaz para reconocer los recursos asequibles. Parece que hace algunos años esto no era prioridad.

En este sentido, las nuevas generaciones tenemos un referente importante como base para elaborar proyectos bien pensados, ordenados y con un presupuesto decente, similar al de un edificio vacío diseñado por un dentista sobre un papel cuadriculado o dibujado por una persona que sólo sabe hacer eso: dibujar.

Si superamos las justificaciones teóricas y conceptuales de la arquitectura –con las que estudié– podremos entrar de lleno en las problemáticas de las ciudades: el dinero, la vivienda, el mercado, la construcción y los problemas reales que enfrentamos todos los días. Eso es suficiente material para vivir, hacer y pensar en la arquitectura. Hay que ser creativos, usar la teoría y ser fuertes conceptualmente.

Actualmente en México sucede un fenómeno nuevo e increíble que ha sido inspirado por las grandes ciudades del mundo: la sociedad está tomando su ciudad, participa, la quiere mejor de lo que está. Estas ideas, aunadas a la arquitectura doméstica para barrios, a los equipamientos de pequeña escala y a las soluciones en materia de movilidad, son la mejor combinación que podemos ofrecer para mejorar la ciudad. Si la escena de los jóvenes se involucra y destina su energía a este camino, las cosas cambiarán poco a poco. De hecho ya están cambiando. Cada vez existe más desconfianza en los grandes proyectos, los grandes planes, las grandes ideas de transformación a través de la política, los grandes equipamientos, los grandes concursos, etc.

Parece un buen momento para la arquitectura. Existen ideas que toman en cuenta la capacidad económica, las leyes y los permisos que las hacen factibles. Ideas pensadas en la gente, en la ciudad y en el contexto que se emplazan. Son soluciones integrales, ni exclusivas ni tan originales que dejan de ser prácticas o fácilmente repetibles. Parafraseando a José Antonio Coderch: Todos, medianamente hábiles con un lápiz y éticamente capaces de entender nuestras tradiciones, somos capaces de hacer una buena obra de arquitectura.

www.jcarquitectura.com.mx


Especial de Arquitectura joven en México

01. Opinión: Arquitectura del enclave-implante —La imposición del pragmatismo en México
02. Entrevista con el estudio Macías-Peredo
03. Arquitectura sin complacencias: Entrevista con Alejandro Hernández
04. Entrevista con Juan Carral

05. Entrevista con Estudio MMX
06. 10 despachos jóvenes de Arquitectura en México


[28 de agosto de 2013]

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