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Entrevista con Estudio MMX —Especial de arquitectura joven en México

29.08.2013

Estudio MMX fue fundado en 2009 por Jorge Arvizu, Ignacio del Río, Emmanuel Ramírez y Diego Ricalde. Entre sus obras más destacadas se encuentran las terrazas Tea (2010) y Try (2011), las Casas CSC (2010) y COS (2010), la Vivienda Modular (CVM (2011) y el Pabellón Eco (2011).

Los entrevistamos como parte de nuestro Especial de arquitectura mexicana joven.

¿Pueden contarnos cómo fue el proceso para fundar y establecer su despacho?, ¿qué tipo de oportunidades y/o dificultades encontraron en el camino?

Lo arrancamos hace casi cuatro años. Tres de nosotros estudiamos juntos en la UNAM; a Jorge lo conocimos después. Algo particular de nosotros es que estuvimos trabajando bastantes años después de salir de la universidad, a diferencia de colegas que inmediatamente armaron una oficina. Encontramos un interés común y decidimos unir fuerzas; dimos un año de prueba y aquí seguimos.

La verdad es que Jorge tuvo la culpa, porque cuando salió la convocatoria para hacer el Pabellón de México para la expo Shangai 2010, todos estábamos en una especie de diáspora en diferentes partes del mundo y él nos convocó para participar. Ése fue nuestro primer trabajo; después volvimos a México y empezamos la oficina.

Fue muy visceral. Cuando decidimos empezar estábamos sentados ante una mesa sin un solo proyecto contratado. Nos pusimos a hacer proyectos que obviamente nadie nos había pedido; no sabíamos siquiera cómo empezar. Pero dos semanas después un colega nos llamó para invitarnos a hacer un restaurante en la condesa, el Merotoro. Arrancamos sin ninguna garantía pero, después de trabajar muchos años fuera del país, nos dimos cuenta de que en México sí hay oportunidades para las oficinas no consolidadas.

¿Se puede hablar de una identidad en la arquitectura contemporánea en México?, de ser así, ¿cuáles serían sus rasgos distintivos, o los intereses que atiende?

La identidad muchas veces se entiende como una cosa única, pero algo interesante es que en México y en América latina hay una especie de identidad múltiple, hay una multiplicidad de búsquedas de despachos que operan en diferentes rangos de la disciplina. Nos parece muy interesante analizar en qué posición está cada despacho y qué propuestas está haciendo cada uno. Si hubiera que englobar todas estas cosas en una sola —englobarlas en un segundo nivel de identidad— resultaría una realidad económica, constructiva y de fabricación que funcionaría como hilo conductor de todas las propuestas.

Es difícil encontrar una identidad como la hubo quizás hace 30 o 40 años, cuando la arquitectura mexicana se identificaba con grandes muros de concreto o de color. Yo celebro esa dificultad: ahora hay una explosión de propuestas y eso no puede ser más que bueno.

En la escena de México y Latinoamérica hay oficinas que están a lados opuestos, desde los que son súper rigurosos con la materialidad hasta los que buscan cosas más formales. Las búsquedas son muy diferentes, pero hay factores económicos y sociales que acotan esa variedad. Es diferente, por ejemplo, intentar hacer geometrías complejas en Londres o aquí. La realidad económica contribuye a homogeneizar, en cierta medida, las propuestas.

¿Existe algún proyecto reciente –de arquitectos o despachos mexicanos– que haya llamado particularmente su atención?, ¿por qué?

En Ensenada, Alejandro Dakota y su esposa están haciendo cosas muy interesantes. Hicieron un centro acuático, escuelas, una casa y una intervención que llamó mucho nuestra atención hace varios años.
Aquí en el D.F. hay uno asentamientos informales que hizo Carlos Díaz con el despacho DMP, además de una casa en las barrancas de Álvaro Obregón que
es un ejercicio espacial y contextual muy interesante.
Todos estos proyectos nos sorprendieron ya sea por su audacia o por la sencillez de las ideas.

Y en su caso, ¿qué proyecto —si tuvieran que escoger uno— identifica su lenguaje y su discurso arquitectónico?

Elegimos una casita que está en Huixquilucan. Nos costó mucho trabajo; es una casa habla de todo lo que hacemos. Se encuentra en un terreno que no es rectangular, había que responder a la geometría del terreno. Separamos cada uno de los espacios en volúmenes para responder a las necesidades del cliente, que necesitaba mucho sol, y llegamos a un juego de volúmenes de concreto. No se han publicado las imágenes aún, pero ya las mostraremos. Le llamamos «casa Cap». Decimos que es representativa porque llevamos un buen rato con la idea de construir conjuntos a partir de unidades de diseño muy básicas y esta casita es un ejercicio bastante terco de diseñar estas unidades.

¿Cuál es su perspectiva de la escena actual en México, sobre todo con respecto a los apoyos a jóvenes arquitectos, la generación de proyectos como el Pabellón Eco, etc.?

Diseñar el Pabellón Eco le dio un empuje muy fuerte a la oficina; fue el proyecto que nos puso en el radar, no tenemos más que agradecerlo y lamentar que no haya más proyectos así. Es difícil pensar que una oficina joven se pueda consolidar a partir de iniciativas así, pero sí pueden darle proyección al despacho a partir de ellas.

Hasta hace poco los discursos tendían a ser unificantes al señalar nombres de arquitectos mexicanos en una o dos publicaciones que todo el mundo leía. Hoy hay una diversidad de opciones que no podemos dejar de celebrar, como la de ustedes [Código]. Si bien es cierto que las iniciativas son pocas, hay que mencionar la beca Marcelo Zambrano de Cemex, que es un buen apoyo para los estudios y a partir del cual se ha conformado un grupo de personas que están haciendo cosas interesantes en el ámbito profesional. Otra es Liga, que cada tres meses hace una exposición de arquitectos mexicanos y latinoamericanos. Las propuestas son cada vez más y si la escena en México comienza a alimentarse verdaderamente de ellas se puede generar una cultura arquitectónica que es indispensable para que la producción arquitectónica nacional tenga peso y fuerza.

Estas iniciativas son las únicas herramientas que tiene una oficina joven para posicionarse, porque difícilmente va a conseguir un proyecto muy grande o vistoso. Tiene que ser a través de estas súper pequeñas intervenciones, que se hacen muy rápido y se difunden mucho.

La generación que está antes de nosotros no busca tanto la colaboración, quizá para proteger su nombre. Las oficinas jóvenes suelen buscar participar con otros despachos con los que se identifican: es un esfuerzo conjunto de promoción. Tal vez para nuestra generación sea obvio, pero pasaron muchos años de discursos dogmáticos y de una lucha entre personalidades. Nosotros somos muy optimistas con relación a lo que está pasando en México.


Especial de Arquitectura joven en México

01. Opinión: Arquitectura del enclave-implante —La imposición del pragmatismo en México
02. Entrevista con el estudio Macías-Peredo
03. Arquitectura sin complacencias: Entrevista con Alejandro Hernández
04. Entrevista con Juan Carral

05. Entrevista con Estudio MMX
06. 10 despachos jóvenes de Arquitectura en México


[29 de agosto de 2013]

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