Cn
Emmanuel Lubezki y Alejandro González Iñárritu. ©Revista Moi
Alejandro González Iñárritu
Alejandro González Iñárritu, El renacido (2016)
Emmanuel Lubezki
Alfonso Cuarón, Gravedad (2013)
Alfonso Cuarón
Alfonso Cuarón, Children of Men (2008)
Guillermo del Toro
Guillermo del Toro, El laberinto del fauno (2006)
Emmanuel Lubezki, Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro y Alejandro González Iñárritu en la fiesta de los Golden Globe 2015. ©Todd Williamson/AP Images

Japón: Mexicanos, Óscares y migración

03.02.2016

La pregunta real es: “¿Si hubiera habido más mexicanos este año en el cine de Hollywood habrían sido seleccionados para competir por el Óscar?” ¿Por qué? En primer lugar por Donald Trump; en segundo por el papel determinante que los Hispanics or Latinos of any race tendrán en las elecciones. Hay años en los que la Academia es favorable por razones coyunturales a premiar a africanos-americanos (o sea, negros), a latinos o a actores en papeles de homosexuales —seguramente llegará el año de los premios a la comunidad LGBT, no a quienes los interpretan, pero muchas cosas tienen que cambiar en el Midwest antes.

Pero volvamos a ese personaje cómico y aterrador que es Trump. Podría ser el mejor aliado de Alejandro González Iñárritu y Emmanuel Lubezki si repunta después de su descalabro en Iowa. Sólo tendría que hacer declaraciones estrafalarias como que le va a declarar la guerra a México o que va a prohibir el guacamole y las tortillas en California o Nuevo México para que Iñárritu o Lubezki vuelvan a salir con un Óscar entre las manos. La Academia es muy veleta y si los latinos van a definir esta elección, no va a jugar con ellos.

Como sea, hay gato encerrado. ¿Se ha fijado en los mexicanos —la epítome de lo Hispanics or Latinos of any race en Estados Unidos— que han ganado un Óscar? Por ejemplo:

  • “El Negro” Iñárritu no es negro. Más bien es un criollo moreno, en su sentido original (con cara de moro).
  • Guillermo del Toro es un güero de ojos azules y podría estar entre los comensales de cualquier McDonald’s de Los Ángeles cualquier día.
  • Emmanuel Lubezki se llama Emmanuel Lubezki (Morgenstern).

Vaya, los dos únicos mexicanos que han ganado un Óscar y no son blancos son Anthony Quinn (que en realidad era gringo) y Lupita Nyong’o (que en realidad es keniata, aunque tenga doble nacionalidad). Hasta cierto punto debe ser inofensivo premiar a mexicanos blancos, es decir, a mexicanos que se parecen al 72.41% de la población estadounidense según el censo de 2010: se guardan las apariencias exigidas, pero sin que pase nada notable.

Pero esto es muy aburrido, y bastante obvio. Cualquiera entiende más o menos la dimensión política de los Óscares, incluso en las ocasiones en que todo lo político que tienen es la autocelebración de la industria estadounidense. Lo interesante es pensar si el cuarteto mexicano (Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro, Alejandro G. Iñárritu, Emmanuel Lubezki) está haciendo algo que valga la pena en Hollywood. Y la respuesta es simple: sí.

Lubezki es sin duda un cinefotógrafo excepcional. Lo ha demostrado una y otra vez. Del Toro sólo tiene una posible comparación en la industria anglosajona, Tim Burton, quien al igual que él realiza películas de fácil acceso, pero con un marcado estilo autoral —claro que el tapatío ha llegado a niveles de excelencia a los que Burton no, aunque últimamente no haya conseguido nada bueno. Iñárritu y Cuarón, el primero menos vacío que el segundo, son dos directores en el punto más alto de sus facultades al concebir imágenes. Y, a menudo, junto con sus equipos, consiguen logros formales indudables y poco comunes en el cine de gran comercio. La pregunta es: ¿qué representan en conjunto? La posibilidad de que el mejor cine comercial estadounidense se mantenga vivo: hacen películas al mismo tiempo de autor y de maquinaria, como lo hicieron Francis Ford Coppola o Martin Scorsese. Antes que un contrapunto a James Cameron y a Marvel, como escribió Alonso Díaz de la Vega, son un punto de encuentro entre el cine que se volvió indie (P. T. Andreson, W. Anderson, Kaufman, etc.) y el cine de estudios (Disney, Pixar, DC…). Los mexicanos migrados a Hollywood son herederos tanto de la mejor tradición del cine estadounidense y como de la incorporación de los extranjeros a esa sociedad. Son lo más estadounidense de los estadounidense (quienes llegan de fuera a abrazar esa cultura) y son grandes cineastas de gran comercio. Por eso tienen presencia que tienen en las premiaciones de la Academia y, con o sin premios, la seguirán teniendo.

 

Cuerpo1-Abel-MH2

Abel Muñoz Hénonin es comunicólogo. Fue editor de Icónica y es editor de la Gaceta Luna Córnea. Colabora en La Tempestad. Coordinó junto a Claudia Curiel los librosReflexiones sobre cine mexicano contemporáneo: Ficción (2012) y Documental(2014). Es profesor de Investigación Cinematográfica en la Universidad Iberoamericana. Japón es la columna mensual del autor en Código con reflexiones en torno al cine mexicano.

 

siguiente

Newsletter

Mantente al día con lo último de Gallery Weekend CDMX.