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Yves Klein, Escultura-esponja azul sin título (SE 33) (1961). ©  Succession Yves Klein, ADAGP, Paris / SAVA, Buenos Aires, 2017.

Yves Klein en la Fundación PROA y el MUAC

Destacado 24.08.2017

Violeta Janeiro Alfageme

Yves Klein redefinió muchas ideas en torno a la pintura en el siglo XX. Recientemente, la Fundación PROA y el MUAC presentaron una revisión de su obra.

La Fundación Proa en Buenos Aires organiza la primera retrospectiva en América Latina del artista francés Yves Klein (Niza 1928 – París 1962), en colaboración con su Archivo y la Embajada de Francia. Proa lleva haciendo exposiciones de relevancia desde 1996, y trabaja en red con otras instituciones internacionales en el barrio de La Boca, refugio de artistas desde hace muchos años, y que hoy se encuentra en proceso de gentrificación con su recién formado distrito de las artes.

Yves Klein. Samotracia.

Yves Klein, Victoria de Samotracia (S 9). ©  Succession Yves Klein, ADAGP, Paris / SAVA, Buenos Aires, 2017.

El curador de la retrospectiva, Daniel Moquay, propone una lectura cronológica de sus obras, acompañándolas de documentos y datos biográficos que las enmarcan dentro de un circuito pedagógico y lineal. Yves Klein es un artista de absolutos, capaz de desbordar los límites del arte hasta llevarlo a su inmaterialidad —con lo que declaró haber superado la problemática del arte—, lo que lo convirtió en un referente y figura trascendental en nuestro tiempo. Nos quedará siempre la incógnita de hasta dónde habría sido capaz de llevar su trabajo de no haberle sorprendido una muerte prematura que truncaría su carrera. Aun así, siete años le bastaron para anticipar con su obra algunos acontecimientos que estaban por darse en un futuro próximo, y que apenas tenían nombre. Me refiero al minimalismo, con la reducción de la pintura al monocromo azul; el performance, con sus Antropometrías; o el movimiento Fluxus, al experimentar con melodías de un solo tono. Además, en un gesto simbólico, Klein burló los mecanismos del mercado vendiendo él mismo la inmaterialidad del arte, burlando así la incipiente especulación de un sistema que se estaba tejiendo por aquel entonces.

Yves Klein. Pintura corporal.

Yves Klein, Untitled Anthropometry, (ANT 8) (1960 ca). © Yves Klein Estate, ADAGP, Paris / SOMAAP, Mexico, 2016. Cortesía del MUAC.

Uno de los muchos logros que se le atribuye a Klein es el de haber inventado un color, al que llamó IKB, o International Klein Blue. En su afán por subvertir la obra de arte, liberándola del hermetismo que la confina, Klein dio con una fórmula que mantiene el pigmento intacto, haciéndolo reverberar, resaltando su profundidad e invitando al ensimismamiento que da rienda suelta a la espiritualidad que convoca la contemplación del Azul Klein. En los años cincuenta, en los Estados Unidos, los artistas Ad Reinhardt, Barnett Newman y Mark Rothko fueron algunos de los máximos exponentes del Color Field Painting (pinturas de campos de color). Estos pintores tradujeron al lienzo todas las posibilidades del color, reduciéndolo en ocasiones a uno solo, pero sin alcanzar jamás lo que el crítico francés Pierre Restany acuñó como monocromías, refiriéndose a la pintura de Yves Klein. Restany fue una figura clave en la carrera de Klein. Fundó el movimiento de los nuevos realistas, «realistas de hoy» como apostillaría Klein, al cual se adscribió, junto con otros nombres de su entorno, como Arman, Tinguely o Raymond Hains. Con sus monocromos azules, Klein no sólo reformuló la relación obra-espectador —motivando a que cada uno se proyecte en el misticismo del color—, sino que también inició el camino hacia el vacío.

La muestra incluye un audio que recoge la voz del artista, reflexionando consigo mismo sobre qué es el arte, cuál es el rol de los artistas y cuáles son sus implicaciones o su cometido. Klein es un artista de ideas que reflexiona sobre los procesos del arte, y torna la herramienta con la que pinta en una obra de arte en sí misma. Impregnados de color, rodillos y esponjas encarnan el monocromo azul, que Klein seguirá expandiendo a otros cuerpos y esculturas. Lo siguiente que hará el artista será prescindir de cualquier útil para convertirse en compositor de sus pinturas. A través de un performance con tintes machistas, lleva a cabo sus Antropometrías, del Periodo Azul. Vestido de riguroso smoking, Klein dirige los cuerpos desnudos de mujeres teñidos de azul, que en una suerte de coreografía dejan la impronta de su cuerpo en el lienzo, mientras suena de fondo una orquesta que toca la Sinfonía monótona silente de un solo tono con una duración de veinte minutos, seguido de otros veinte minutos de silencio. Esta sinfonía se concibió para inducir en los espectadores el espíritu o el estado de la monocromía, y auguraba el camino que tomaría la música más avant-garde con sonidos aleatorios y silencios.

Yves Klein. Pintura en acción.

Yves Klein, Acción artística Antropometrías de la época azul, Galerie Internationale d’Art Contemporain, Paris, 9 de me marzo de 1960. © Succession Yves Klein, ADAGP, Paris / SAVA, Buenos Aires, 2017.

En 1958, inauguró en la galería Iris Clert en París una exposición en la que sorprendió a sus visitantes con un coctel azul todo el exterior de la galería estaba pintado de azul; sin embargo, su interior estaba vacío todo era blanco por dentro. Klein logró, al fin, la ausencia del azul, y nacieron con ello sus Zonas de sensibilidad inmaterial. Obsesionado con el vacío, Klein alzó el vuelo y saltó desde un muro. Un fotomontaje registra la acción con el artista en el aire que aparecería impresa en Dimanche. Le journal d’un seul jour (Domingo. Diario de un solo día), creado por el artista con motivo del Festival de Arte de Vanguardia en París (1960). El diario lleva por título El teatro de la vida y recoge manifiestos que resumen las intenciones del artista, así como happenings que sólo existieron en el plano de la escritura, y que jamás se llevaron a cabo. Son obras que toman forma en la mente de quien las lee. Yves Klein redundó en la inmaterialidad del perfomance con la venta de Zonas de sensibilidad pictórica inmaterial. Con un elocuente performance frente al río Sena, en París, intercambió con sus compradores un documento que representaba una zona de sensibilidad inmaterial a cambio de unos lingotes de oro. A través de este acto, el comprador accedía a la inmaterialidad del arte, pero para conseguirlo realmente tenía que quemar el documento mientras Klein arrojaba al río los lingotes de oro. De este performance no quedó nada más que unas fotografías que documentan la acción, con la que contribuyó a la desmaterialización del arte, que años más tarde conceptualizaría la teórica estadounidense Lucy Lippar. Yves Klein decía que la obra en sí eran las cenizas de su arte, pero el interés que suscita dicha obra radica en los procesos que determinaron una ejecución perfecta de un trabajo formal que, paradójicamente, nos lleva al vacío, a la nada, a la imaginación.

Violeta Janeiro Alfageme

Es curadora e investigadora. Su trabajo se desarrolla en relación con prácticas de arte colaborativo, políticas del conocimiento y las alternativas en la producción, recepción y canalización del arte.

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