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Beatriz Arnaiz, Jesús López (Somosmexas) y Daniel Torrego, Silla-Parásito (2015). ©Ben Ingoldsby. Cortesía de los diseñadores
Beatriz Arnaiz, Jesús López (Somosmexas) y Daniel Torrego, Silla-Parásito (2015). ©Ben Ingoldsby. Cortesía de los diseñadores
Beatriz Arnaiz, Jesús López (Somosmexas) y Daniel Torrego, Silla-Parásito (2015). ©Ben Ingoldsby. Cortesía de los diseñadores
Beatriz Arnaiz, Jesús López (Somosmexas) y Daniel Torrego, Silla-Parásito (2015). ©Ben Ingoldsby. Cortesía de los diseñadores

Video: Silla-Parásito. El lugar del migrante

19.08.2015

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Diariamente centenares de migrantes de Centroamérica que intentan llegar a Estados Unidos se trepan a La Bestia, un tren de carga que cruza México hasta llegar a la frontera norte. La tarea es costosa, los sujetos pagan hasta mil doscientos dólares y el resultado puede ser fatal. Muchos han sido expulsados por la boca de un transporte que no está diseñado, ni mucho menos autorizado, para movilizar a esas poblaciones. El Instituto Nacional de Migración reportó que hasta mayo de 2015 fueron arrestados 11 mil 893 menores indocumentados en México. Algunos de ellos bajan del peligroso transporte para descansar temporalmente en la zona de Lechería, en Tultitlán.

Conscientes de la situación, tres arquitectos —Beatriz Arnaiz, Jesús López (Somosmexas) y Daniel Torrego— iniciaron un proyecto para recopilar historias de los migrantes en su paso por el municipio del Estado de México. Sin embargo, ocurrió el diseño. Luego de fracasar en encontrar a los viajeros ilegales en la periferia, intentaron subir a La Bestia “y de ese modo entender más sobre su historia y método de viaje”. El resultado: Silla-Parásito. Un objeto que “no pertenece a un lugar, pues está en movimiento (…). [Se instala en un] no-lugar inestable e invisible, el lugar del migrante”.

No es otra silla decorativa. Se trata de un “artefacto nómada”, subversivo, desobediente. Un parásito que se posiciona en la superficie del tren para permitir la supervivencia del usuario durante el largo y peligroso camino, provocando una tensión crítica respecto al problemático tema migratorio. Está hecha con una barra de alambrón o “Spaguetti”, como se le llama en los negocios de La Merced —también es el material que teje a la comercial Silla Acapulco.

Como promete el video realizado por los autores del proyecto, ahora mismo dos Sillas-Parásito viajan sobre el transporte. Y parece que las palabras de Manuel Delgado en Sociedades movedizas describieran su propósito: “[Ser] una topografía móvil que se limita a traspasar otras topografías estables […]. Una estela efímera, una sombra, un eco, un vestigio destinado a borrarse o ser borrado.”

 

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