El cine de Lars von Trier (Kongens Lyngby, Dinamarca, 1956) es transgresor y subversivo, a tal grado que ha podido reanimar el lenguaje cinematográfico con cintas admirables como Dogville (2003) y Melancolía (2011). Con apenas once años de edad el director danés realizó su primer cortometraje bajo el nombre El viaje a Squashland (1967), ejecutado en stop motion y filmado con una cámara súper 8.

Aunque infantil, la historia dista de ser simple e indiferente; en ella, una salchicha que vive en el fondo del mar rescata a tres conejos que son atacados por un monstruo. En un primer vistazo la idea parecería inocente, pero los colores y la música generan una atmósfera vertiginosa de tintes psicodélicos donde tres conejos se desprenden de sus cabezas.

La cinta ha sido un verdadero hallazgo, siendo el autor uno de los directores más controvertidos y prolíficos de la actualidad. Entonces el danés aún firmaba con su nombre de registro: Lars Trier. No sería hasta la época de sus estudios de cine cuando el profesor Gert Fredholm lo encontró junto con otros compañeros en la sala de montaje, por la noche. Al recordarles que era hora de cerrar el aula, los alumnos se mostraron reacios a dejar el lugar hasta increpar que eran peores que los chicos burgueses de Copenhague. A raíz de eso el director danés cambió su nombre, añadiendo el “von” como un aditivo lúdico y que, a su vez, recuerda a directores como Erich von Stroheim y Josef von Stemberg.

Recientemente Von Trier estrenó Nymphomaniac (2013), cinta de más de tres horas de duración. Aquí su primera mirada cinematográfica:

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[19 de junio de 2014]