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Vida y muerte de Marina Abramovic en el Teatro Real de Madrid

31.07.2012

Vida y muerte de Marina Abramovic es una obra poética de teatro biográfico realizada en colaboración con grandes personalidades de la escena contemporánea. Por un lado Marina Abramovic, autodenominada la “abuela del performance” trabaja junto a Robert Wilson, figura clave de las artes escénicas. También participan el músico Antony (Antony & the Johnsons) y el actorWillem Dafoe, quien tendrá diez presentaciones en el Teatro Real de Madrid. Esta coproducción con el Manchester International Festival, The Theatre Basel, Art Basel, Holland Festival, Salford City Council y deSingel de Amberes, se estrenó durante el Festival de Manchester el año pasado.

El teatro ya es un elemento recurrente en la vida de Marina Abramovic: es la tercera puesta en escena de su vida —las considera una forma de ceder el control ante su narrativa y, así, vivirla de una forma totalmente nueva—. La primera, en 1989, estuvo a cargo de Charles Atlas y la última,The Biography Remix, fue dirigida por Michael Laub en 1997. Ambas se centraron en su producción artística; Vida y muerte de Marina Abramovic, en cambio, se enfoca en aspectos más personales: “(Robert Wilson) tomó todas las historias dolorosas y afectivas de las que estoy hecha y las puso en escena (…). Para mí, ha supuesto una liberación de negatividad”, menciona Abramovic.

En el escenario, ella se interpreta a sí misma y a su madre, con la que sostiene una relación amor-odio. “(Wilson) vio algo en eso y quería explorarlo, aunque eso haya supuesto que me pasara todo el tiempo llorando desde que llegué a Manchester el año pasado”. Antony menciona: “Marina entrega a todos la historia de su vida como material narrativo. El público asume que es su biografía, pero lo que están viendo es un tremendo gesto artístico de entrega por el cual renuncia al control de su vida para que otro haga lo que quiera con ella. Ha sido un proceso creativo fascinante. Una intersección de muchos acercamientos desesperados que crean una extraña alquimia”.

Antony se inspiró en la pieza La artista está presente, en la que Abramovic se sentó por tres meses en el atrio del MoMA frente a diferentes espectadores que sólo se dedicaron a observarla. El espacio se llenaba con su presencia a tal grado que, a inicios de este año, inspiró un videojuego en el que se recrea la experiencia.

Fue en una cena de celebración de la exposición, cuando la cantante Svetlana Spajic comenzó a cantar para Abramovic, que Anthony y Svetlana imaginaron la banda sonora de la obra teatral. Durante la primera escena se escucha Pozdrav Marini Abramovic (Saludos para Marina Abramovic):un funeral basado en un antiguo canto serbio que explora la sublimación del llanto y del duelo dignificado. La pieza es una llamada de valor con la que se alababa y se inmortalizaba a los héroes, un canto que se convierte en eco eterno. La figura de la “abuela del performance” no merece nada menos.

Nacida en Belgrado, capital de la antigua Yugoslavia en 1946, desde muy temprana edad se enfocó en el performance. Dado que sus padres fueron heroicos guerrilleros comunistas durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial, su infancia y adolescencia no se pueden considerar ordinarias; estos aspectos le han permitido desplegar sus experiencias en su producción artística.

La puesta en escena está conformada por historias de su infancia, como cuentos de los hermanos Grimm, pero sin la moraleja al final, sin consuelo. Es la fusión de los diversos recursos artísticos disponibles. Abramovic menciona: “Yo no quiero sufrir, pero a veces sucede. Los artistas son muy sensibles, quizá sea esa la diferencia. Algunas cosas que para mí han sido muy dolorosas, para otros quizá son pequeñeces.” Y estos pequeños gestos se ven resaltados gracias a la dirección de Robert Wilson.

Vida y muerte de Marina Abramovic es un parteaguas entre la producción física, emocional y psíquica de la creación de Abramovic, ya que en sus primeras experiencias performativas llevó al límite la resistencia de su cuerpo, a manera de tragedia griega, aludiendo al sentimiento religioso del sacrificio de la víctima. Poco a poco Abramovic se ha movido más hacia lo mental y lo emocional —por ejemplo, en La Artista está Presente, no fue necesario nada, su sola presencia y su relación con el público, bastó—. A sus primeros performances no acudían más de 34 personas; en cambio, en el MoMA cerca de 1500 personas se sentaron a verla. Para Abromovic esta relación es la clave: “El público puede matar. Pero tienes que ir con el corazón lleno de esperanza. Si no, te quedas en casa o en la habitación del hotel pensando qué puedes hacer. En este caso el público del Teatro Real de Madrid es completamente diferente. El Real es un templo de lo burgués, de lo estable, y me apetece enfrentarme a un público tan exigente.”

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