Cn

Utopía y realidad. La extraña ciudad de los Kabakov

23.06.2014

Por más de dos décadas Ilya y Emilia Kabakov han trabajado en conjunto en proyectos artísticos que han denominado como instalaciones totales. Su concepto se puede relacionar con lo que Richard Wagner llamó en el ensayo “Ópera y drama” (1851) la Gesamtkunstwerk, término alemán que significa obra de arte total y que define un tipo de obra compuesta por la fusión de diversos lenguajes artísticos para representar una idea. The Strange City, el proyecto más reciente de los Kabakov para la sexta edición de Monumenta, en el Grand Palais de París, conjuga los valores estéticos de la música, el teatro, la arquitectura y las artes visuales para crear una instalación de arte total que cuestiona y proyecta las utopías y realidades —en un juego de sentidos ambivalentes— de la humanidad.

Wagner se basó en el drama griego para establecer la máxima del arte total. Su teoría retomó los referentes de Aristóteles respecto al teatro griego, donde la mímesis era la imitación de una acción y la catarsis un estado de sublimación intelectual. Así, al igual que el compositor y teórico alemán, los Kabakov recuperan las nociones de mímesis y catarsis en sus instalaciones. En Monument to a Lost Civilization (1999), por ejemplo, la pareja creó un monumento que representaba la imagen que tenían de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. De acuerdo con Ilya, el objetivo de la instalación —considerada como una de sus piezas más importantes— era lograr una empatía con el espectador para mostrarle el totalitarismo soviético.

En The Strange City el sueño soviético y su futuro utópico encarnan el sentido de la mímesis. La instalación, emplazada en los 13,400 m2 de la Nave central del Grand Palais, no sólo expone una realidad sino también cuestiona “las grandes visiones del progreso, la ciencia y la elevación humana que pudieron haber llevado [a la sociedad] al borde del desastre”. A través de siete estructuras los artistas construyeron una ciudad tan extraña como real e imaginaria. Cada uno de los edificios contiene un relato basado en la cultura soviética de la que fueron parte los Kabakov, que durante casi treinta años, entre las décadas de 1960 y 1980, trazaron su existencia en los límites de la vida artística no oficial.

La extraña ciudad inicia con una cúpula acostada que señala las primeras ideas que envuelven a la instalación: la obra de arte total, basada en Wagner, y la relación entre colores y sonidos, inspirada en la teoría de la sinestesia de Alexander Scriabin. Enseguida, una puerta juega con las ideas de triunfo y declive —implícitas en una ruina— para introducir a esa ciudad donde conviven las artes y al mismo tiempo los sueños, lo sagrado, lo terrenal, la memoria, la historia, los vestigios de las civilizaciones, los deseos y la sabiduría. Por su parte, el centro de la Nave resguarda 5 edificios: el Museo vacío —donde la materialidad de las obras de arte es sustituida por la Passacaglia, de Johann Sebastian Bach—, el Manas, el Centro de la energía cósmica, Cómo conocer a un ángel —donde el ángel es una alegoría de la aspiración por la felicidad y la sabiduría— y las Puertas, que como símbolo de distinción entre lo público y lo privado son, quizá, la referencia más directa a la represión creativa que Ilya Kabakov vivió en silencio durante su juventud.

La instalación termina con dos edificios contrastantes. La Capilla blanca resguarda imágenes propagandísticas de la ex Unión Soviética, mientras que la Capilla oscura, inspirada en la iglesias renacentistas, presenta registros que hablan de la vida de los artistas en territorio occidental. Aquí, los Kabakov exponen el pasado de una realidad que los llevó a creer en un ideal (Occidente) que, a la postre, se convirtió en utopía fallida.

Como sucede en la mayoría de las obras de Ilya y Emilia Kabakov, The Strange City parece mostrar un panorama optimista que, sin embargo, expone los fracasos sobre los que descansa la sociedad contemporánea. Como instalación total, la pieza invita al espectador a observar el pasado —la ideología que dio forma la URSS y a la vida de los propios artistas— y a ser testigo de momentos con referencias universales al arte, la historia y la filosofía. Para Emilia Kabakov, “el arte […] puede cambiar la forma en que pensamos, soñamos, actuamos, reflexionamos. Puede cambiar nuestra forma de vida.”


[23 de junio de 2014]

siguiente

Newsletter

Mantente al día con lo último de Gallery Weekend CDMX.