Antídotos contra nosotros mismos, los dispositivos electrónicos e inteligentes del presente se han convertido en un mediador recurrente para el desarrollo de las relaciones sociales, como si fueran máscaras. En algunas urbes, las mascarillas protectoras han pasado a ser una parte fundamental de la vida diaria: para evitar la propagación de enfermedades, una herramienta para la timidez extrema o un accesorio. El fenómeno fue el punto de partida para el proyecto de Simone Rebaudengo y Paul Adams, una interfaz social e interactiva denominada Unmask (desenmascarar), «un objeto hipotético para un futuro que no lo es”, en palabras de Rebaudengo.

El diseño revela el dibujo en pixeles de una sonrisa o un gesto de tristeza, así como el de sorpresa, permitiendo al interlocutor interpretar las emociones del portador. Este video muestra cómo funciona.