Una de las consecuencias de las crisis económicas en diferentes países ha sido la debilitación del sector de la construcción. Pero los arquitectos no se han quedado, aún, sin ideas, pero el reto es llevarlas hacia las raíces sociales, económicas y culturales de los lugares en los que sean ejecutadas. Cada vez más, el vínculo entre ciudadanía y arquitectura es una discusión necesaria que nos recuerda que la disciplina no puede funcionar más a través de una dinámica vertical. Código repasa 5 edificaciones temporales que en los años recientes han sido diseñadas para ocupar el espacio público para hacerlo común, acaso una frase recurrente en entrevistas de los últimos años con los nombres reconocidos de la arquitectura internacional. El mensaje, sin embargo, no es efímero: toda construcción es política. 

—Cosmo (2015), de Andrés Jaque

En febrero de 2015 la noticia de que Andrés Jaque ganó el prestigioso concurso de arquitectura efímera de Queens —Young Architectural Program del MoMA PS1— prometía un diseño futurista, pero con preocupaciones, en definitiva, presentes.  Expuesta hasta septiembre del año en curso, Cosmo es una máquina purificadora de agua que elimina partículas, nitratos, y balancer los niveles de PH de 3 mil galones de agua, en cuatro días.

Jaque ha explicado Cosmo como “una forma de sacar las tuberías del espacio de los expertos” y generar una discusión en torno al agua. Además, su proceso de construcción es coherente con su discurso conceptual: en lugar de diseñar componentes para ensamblarla, el equipo utilizó elementos genéricos procedentes de catálogos de sistemas de irrigación. Luego de su desmontaje, serán reutilizados y reintegrados en otras estructuras de funciones equivalentes. Así, se reduce significativamente el costo de producción del proyecto.

Junto a la Oficina de Innovación Política, Andrés Jaque es parte de una corriente crítica de la arquitectura contemporánea que frecuentemente se relaciona con otras áreas de importancia política para la sociedad. Sin embargo, a menudo esta corriente pisa un terreno pantanoso al idear caprichos formalistas poco trascendentes para los contextos donde se inscriben. Cosmo, sin embargo, es una verdadera reflexión material sobre el estado de la arquitectura y el diseño.

—Spa Urbano en Chihuahua (2015), de PKMN, Memela y arquitectos locales que participaron en el Taller del Desierto (2015)

En Chihuahua, una fuente en un parque de la colonia Obrera se ha convertido en un Spa urbano. La arquitectura temporal es resultado del Taller del desierto 2015,impartido por PKMN Arquitectura (Madrid) en colaboración con el estudio de diseño Memela, los arquitectos Juan Castillo, Miguel Heredia y el diseñador Miguel García.

El proyecto, apoyado por las asociaciones Impulsando Capacidades y Fundación Abien, camina hacia el rumbo de la apropiación del espacio publico —uno donde no sea necesario que el usuario se convierta en consumidor para activarlo.

Los participantes construyeron nueve torres de andamios y tablas de madera que forman una composición circular que se adhiere a la figura local del centro de la ciudad. La estructura se adapta al contexto local, sin embargo transforma el espacio, haciendo énfasis en el uso recreativo del agua y agregando áreas de descanso, camas solares y pequeñas áreas de jardín. Además, integra rampas para hacer de la atracción un lugar accesible para todos.

—Inflato Dumpster (2014), de John Locke

El autor de esta pieza de intervención urbana no es el padre del liberalismo clásico del mismo nombre, sino un arquitecto neoyorquino que propone un espacio público para su ciudad natal. En colaboración con Joaquín Reyes creó Inflato Dumpster, una membrana infalible de poliestireno instalada sobre un contenedor de basura, reactivando el entorno en el que se coloca —en la calle 109 y la avenida Ámsterdam de Manhattan. Sus objetivos: impartir talleres, proyectar filmes y organizar conciertos. ¿Serán 50 metros cuadrados suficientes para estos propósitos?

Locke es director del Departamento de Desarrollo Urbano, que intenta transformar a la ciudad a través de estos y otros dispositivos bajo un esquema simple. El espacio, en palabras de Locke, “permite a los usuarios encontrar un lugar y desafiar las reglas de la ocupación de las calles, sin incomodar”. Quizá es en su última frase donde radica la debilidad del proyecto: incomodar, a veces, es necesario para establecer una postura política contundente. Por ahora, el proyecto aparece como una ocupación del espacio de interesantes formas que se modifican según el entorno.

—Bow-House (2014), de Stéphane Malka

En la ciudad holandesa de Herleen, el arquitecto marsellés diseñó “Un sistema flexible. No una casa móvil sino una edificación ligera para personas nómadas”, como señala en su sitio web. Una casa saliente y abierta que replantea la concepción del espacio público como antítesis del espacio privado, haciendo énfasis en el fenómeno de la ocupación y la apropiación de lo público. Accesible a los transeúntes, es una extensión de la plaza pública que, construida sobre andamios de construcción y forrada con mamparas, puertas y ventanas en desuso, busca revivir la memoria de las edificaciones a las que una vez pertenecieron sus elementos integradores. Bow House es una arquitectura espontánea y verdaderamente comunitaria; ligera y sin costo para los deambulantes urbanos.

Malka ha expresado que “la arquitectura no puede existir más como un sistema unilateral.” El proceso de la disciplina debe adaptarse a necesidades reales, y es difícil pensar en una arquitectura sustentable y amigable con el ambiente cuando el acto en sí de construir genera la degradación del entorno. La industria constructora resulta en una enorme contaminación del agua, el aire y la tierra. Pero hay esperanza. Algunos arquitectos —y prueba de ello es este proyecto— buscan trazar alternativas para una arquitectura social.

—Do it Together Device (DITD) (2013), de Todo por la Praxis (TXP)

En un ánimo de protesta que surgió a partir de 2011, año en que fue sacudido el ambiente social, político, económico y cultural de España el colectivo español Todo por la Praxis diseñó una estructura básica que persigue la necesidad de encontrar edificios en desuso o solares vacíos que sean ideales para albergar estructuras productivas, entornos de aprendizaje colaborativo y, en suma, dinámicas para la transferencia de conocimiento ciudadano.

Do it Together Device no tiene muros porque habita los existentes. Está integrado por un área de reuniones —con sillas y un panel de exposición—, una oficina de diseño —con bancas y mesas— y una banca de trabajo —con una mesa y un pizarrón—. Además, una zona de dispersión para que los individuos convivan al interior de una amplia burbuja inflable. Todo el mobiliario es nómada, por lo tanto portátil.

Fundado en 2008, TXP ha trabajado en la apertura y acondicionamiento de espacios de esta naturaleza, como una oportunidad para la generación de procesos de transformación urbana participativa. Para justificar sus proyectos bajo la ley en su país, han realizado sus proyectos bajo la Guía de Vacíos Urbanos Auto gestionados, que les proporciona las herramientas jurídicas y técnicas para la gestión comunitaria de algunos espacios urbanos en desuso.