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Difamación del dinero en la transacción de Sector ACMA , Centro Cultural Border.
Tan frío que duele, Ana Mendieta, 2014, Centro Cultural Border.
Superman y bebé, Mike Kelley, 2014, Centro Cultural Border.
Olmo, Marcel Duchamp, 2014, Centro Cultural Border.
Chicles y sus mandíbulas, Mike Kelley, 2014, en Centro Cultural Border.
Café salado , mouse como reloj y goma perforada, Marcel Duchamp, 2014, Centro Cultural Border.
Brisance, Lygia Clark, 2014, en Centro Cultural Border.
Bolsa de loneta con manguera, Marcel Duchamp, 2014, Centro Cultural Border.
Urupa (detalle), Lygia Clark, 2014, Centro Cultural Border.
Dinero difamado en Sector ACMA, Centro Cultural Border.

Sector ACMA: el espíritu está presente

07.04.2014

Del 5 al 9 de febrero de 2014 se realizó Sector Arte Contemporáneo del Más Allá (ACMA) en el Centro Cultural Border. El proyecto se desarrolló en el marco de Zona MACO, Material Art Fair y Salón ACME; su lógica también respondía a la de una feria de arte contemporáneo, pero invocando espíritus artísticos del más allá.

La agencia de producción cultural KGR & Asociados —Iván Krassoievitch, Cristóbal Gracia y Daniel Aguilar Ruvalcaba— materializó las ideas de cuatro artistas ya fallecidos: Marcel Duchamp, Mike Kelley, Lygia Clark y Ana Mendieta. Las obras  se presentaron en los stands de las galerías del más allá: Rigor Mortis Gallery con una instalación de Ana Mendieta, DMT con una serie de trabajos de Mike Kelley, Galería Chico Xavier con esculturas de Lygia Clark, y la galería ∞ con obras de Marcel Duchamp. Para lograr la materialización de los deseos de estos espíritus artísticos, KGR y Asociados solicitaron ayuda de los médiums Irisdan Corley y la maestra Tere, que  lograron contactar a estos cuatro artistas de entre una larga lista de posible nombres.

Según sus organizadores, la feria genera una «propuesta de mercado que borra los planos terrenales y metaterrenales. Mantiene la presencia de expositores, coleccionistas y galeristas de varias partes del mundo y del tiempo, generando así una presencia importante en el arte contemporáneo internacional».

Tan frío que duele, de Ana Mendieta, fue hecha con una tela colgada del techo cuya caída reposaba sobre piedras de tezontle. La pieza tuvo un costo de $500 pesos. Urupa, de Lygia Clark, consiste en un montículo de barro con peinetas incrustadas; su costo fue de $500 pesos sepultados. Si algún curioso coleccionista deseaba adquirir alguna de las piezas para lograr un intercambio de valor monetario —de un plano existencial a otro—, había que “matar el dinero” por medio de acciones que anularan su valor terrenal. La feria fue tan exitosa que se vendieron la totalidad de las piezas.

A cambio del dinero muerto, los coleccionistas obtuvieron un certificado de autenticidad que legitima la propiedad espiritual —y no material— de la pieza. El ciclo concluyó el pasado 5 de abril en el Museo Universitario del Chopo, donde las piezas y el dinero fueron enterrados en un funeral para ser entregados a los dueños que yacen en otra dimensión.

Este tipo de transacción no es nueva para el coleccionismo de arte. En 1962 Yves Klein produjo lo que llamó «arte inmaterial». El artista francés transformó conceptos de la metafísica y la teoría del arte para generar una serie de intercambios: espacios vacíos en París a cambio de oro. El coleccionista del vacío recibía un certificado que legitimaba la venta simbólica. Para Klein, las «Zonas de sensibilidad pictórica e inmaterial» eran  manifestaciones de la ausencia mientras que la sensibilidad era inmaterial, por lo que pedía al comprador que quemara el certificado al mismo tiempo que él arrojaba parte del oro al río Sena.

El antecedente directo de Sector ACMA es una pieza de Daniel Aguilar Ruvalcaba que consistió en la creación del mito del Museo Embrujado, un ensayo literario que los artistas de KGR utilizaron como metáfora para dar forma a la exhibición y producción de obras post mórtem, aunque materializando los síntomas de una condena eterna a la que fueron sometidos los verdaderos espíritus artísticos.

Este proyecto está hecho para ser contado, en la narración radica su carácter inmaterial. Por su parte, la simpática seriedad con la que se realizó todo el proceso fue lo que realmente terminó por articular el discurso. Las constantes citas a la historia del arte contemporáneo fueron graciosas, y junto con otras estrategias lograron realizar una sátira del momento que vive el arte actual en México, inmerso en un auge de internacionalismo y mercantilismo mezclado con un misticismo que parece tomar fuerza en el arte joven nacional.


[7 de abril de 2014]

 

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