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Entrevista con Ryan Brown y Pablo Rasgado en Galería OMR

21.10.2013

Galería OMR inauguró recientemente dos exposiciones: The Sun is a Hole, de Ryan Brown, y Ojo por diente, de Pablo Rasgado. En la primera, el artista emplea réplicas de arte minimalista y suprematista a manera de homenaje y crítica al arte moderno. En la segunda, Pablo Rasgado reinterpretó los procesos de transformación del espacio de exhibición al recuperar los restos de ladrillo y tablaroca que quedaron tras ciertos arreglos en la galería para producir una serie de esculturas cuya forma y cantidad dependen enteramente del material obtenido de la demolición.

Las muestras se inauguraron durante la primera edición de Gallery Weekend México.

Platicamos con Ryan Brown y Pablo Rasgado para conocer más acerca de las piezas que presentan:

Ryan Brown, The Sun is a Hole

En las pinturas que se exhiben en The Sun is a Hole, te apropias de piezas como el Cuadrado negro de Malévich a través de la reproducción en acrílico. ¿Por qué elegiste abordar el arte contemporáneo desde el Suprematismo?

Mi aproximación al crear esas formas tiene menos que ver con pensamiento decisivo y deliberación que con ubicarme a mí mismo, a mi mente y a mis acciones entre ciertos procesos de trabajo en y alrededor de mí. Estoy más interesado en visualizar una cierta conciencia que siento en este momento que en expresar alguna posición crítica. Pienso que es necesario distinguir cuando una forma es usada como referencia y cuando es usada como una forma. Mis formas son formas antes de ser referencias. El modo en que hablamos de arte Suprematista comparado con arte contemporáneo implica un linaje histórico que yo encuentro problemático en términos de pensamiento creativo.

La posibilidad actual de reproducir imágenes de forma masiva está asociada a procesos tecnológicos. En tus pinturas, asumes esa reproductibilidad mediante procesos artesanales —acrílico, acuarela. Háblanos sobre esta decisión.

Para mí, el proceso es primordial. Durante las prácticas más mundanas ocurren cambios críticos. Pienso que cada etapa de la creación y la producción es igual de significativa y que acelerar cualquier momento en particular sería arriesgar lo que más disfruto. No trabajo con ningún asistente. No porque no tenga fe en trabajar con otros o porque piense que está mal en algún sentido, sino porque encuentro significado en hacer las cosas yo solo, en el tiempo que sea necesario. He experimentado con la serigrafía para imprimir el texto en el canvas de mis pinturas pero eventualmente preferí el proceso, mucho más lento, de dibujarlo a mano.

Las piezas de The Sun is a Hole demuestran cierta ironía hacia los discursos repetidos una y otra vez en el arte contemporáneo. ¿Es tu intención mostrarlos como algo obsoleto?

No, los discursos van a continuar siempre. Lo que me intriga es cómo algo tan universal e inmediato como un cuadrado negro puede significar cosas diferentes en periodos distintos. El cuadrado negro de Malevich fue, en su tiempo, una fuerza revolucionaria, mientras que cada cuadrado negro utiliza este punto de referencia y los que lo sucedieron para establecer nuevos criterios y significados. Nuestro estado actual de hiper-reflexividad está ganando en amplitud lo que pierde en intensidad.

Algunas de las piezas que presentas desdibujan el adentro y el afuera del cuerpo humano. El cuerpo se vuelve algo mutable e inasible. ¿Qué se rescata de esa identidad que se diluye? ¿Buscas hacer referencia también al cuerpo de los espectadores?

La referencia es hacia el espíritu que anima el cuerpo. Como artistas contemporáneos, operamos como espíritus que poseen forma, somos el contenido que viene y va. Considerando lo que dije antes acerca de las dificultades de pensar de modo creativo dentro de ciertos confines históricos, la disolución del cuerpo humano en este sentido podría referirse del mismo modo al cuerpo de la historia y a su mutabilidad.

Tanto las piezas de arte que recuperas —con dobleces y marcas de desgaste— como los moldes del cuerpo —en partes— sugieren fragmentación y mediatización. ¿Hay continuidad entre estas series?

Sí, espero que sea ése el sentimiento. El título que elegí para la serie, “The Sun is a Hole”, contradice directamente otro trabajo en la serie que afirma: “The Sun is not a hole”. Esta tensión entre positivo y negativo, entre espacio interior y exterior, sirve como motivo general para la exhibición entera e informa todos los elementos perceptibles. Por ejemplo, estoy presentando un trabajo que consiste en cientos de impresiones positivas de todos los espacios negativos de mi cuerpo entero. Los objetos son de arcilla endurecida que fue moldeada en las distintas grieyas y orificios de mi cuerpo. Decidí mostrar el trabajo de forma horizontal en una mesa de madera, lo cual desafía la verticalidad de la escultura occidental. Mi figura está presente, pero sólo está implicada a través de lo negativo. Esta pieza me sorprendió verdaderamente porque tenía una vida por sí misma y sólo me di cuenta de lo que era hasta después de haberla terminado.

Pablo Rasgado, Ojo por diente

La serie de esculturas que presentas en Galería OMR parece traer a la sala de exhibición el proceso natural de desgaste de los inmuebles y los individuos que forman parte de una civilización. No obstante, el título hace referencia a un proceso más violento que el paso del tiempo. ¿Se trata de procesos opuestos? ¿Es tu intención hacer referencia a ese contraste?

El paso del tiempo es violento, aunque en algunos casos posea una temporalidad  de mayor aliento. Todo sujeto u objeto por igual —e incluso aquellas cosas construidas para perdurar pese al paso de los siglos, como la arquitectura— experimentan cambios inmanentes en su forma, función y concepción histórica. Cual castillos de arena. Castillos de cal grava, ladrillo y arena.

En otras piezas has abordado la materialidad de la arquitectura y su relación con el espacio y el tiempo. Esta vez, los cuerpos humanos parecen mostrarse como un vestigio arquitectónico más. ¿Buscas hacer patente alguna similitud en ese sentido?

Vivimos en un mundo compuesto de estructuras, ya sean sociales, biológicas, lingüísticas o espaciales, y es interesante pensar cómo esas estructuras son delimitadas por sus habitantes y viceversa. Esto da como resultado un organismo (uso la palabra organismo desde la amplitud del término que bien puede referirse a moléculas, personas, instituciones o ciudades) permeado por las acciones que se llevan a cabo dentro de sus esqueletos, paredes, etc.

Las edificaciones pueden decir mucho de aquellos que las habitan. La forma del espacio es definida en función de las acciones que se llevan a cabo dentro de sus muros y los cambios que suceden a esas estructuras semi-estables cuentan de las facetas que experimentan aquellos que viven el espacio. No hablo de manera figurada, la relación es muy clara, directa entre estos cambios y los cambios que experimenta un organismo.

En tu serie Arquitectura desdoblada, convertiste fragmentos de muros museográficos en ruinas o rastros que se ensamblaban para crear composiciones pictóricas. En Ojo por diente, las ruinas vuelven a hacer su aparición. ¿Hay alguna continuidad entre estas dos series?

Es importante entender que no es mi intención ni mi procedimiento el  convertir nada en ruina. En el caso de Arquitectura desdoblada y esta exposición Ojo por diente, la situación ruinosa de los espacios estaba presente ya. Pero debo admitir que tengo cierto interés en esta condición ruinosa y estos dos proyectos que mencionas reflexionan sobre los despojos de nuestro pasado más reciente.

Las piezas de Ojo por diente parecen evaporarse en el aire. Pese a representar cosas que habitualmente asociamos con perpetuidad y permanencia, tienen una apariencia de inestabilidad y de fugacidad. ¿Cuál es tu intención al desplazar de este modo las ideas de permanencia e impermanencia?

Dentro de esos procesos que suceden a un espacio no hay nada sencillo, la permanencia y la fugacidad son sólo fases de ese cambio constante y dependen enteramente del momento histórico en el que uno se posiciona.

El que las esculturas estén hechas de arena hace que no sean sólo una representación de los procesos de desgaste, sino que éstos sean visibles y sucedan en la galería. ¿Es tu intención que los visitantes noten los efectos de su presencia sobre las piezas?

Las esculturas que componen la muestra son figuras inestables que, al no poseer aglutinante alguno que mantenga la forma, seguirán cambiando a medida que el tiempo de exhibición avance. Me gusta esta idea de una exhibición en la que el objeto no está quieto, que continúa creciendo, acumulándose y mutando durante esos meses en relación a una situación que atañe al espacio, en esta caso la remodelación de las salas de exhibición. Ésta es una exposición donde la secuencia narrativa sucede durante un tiempo más largo y las sutilezas (muchas de ellas violentas) dentro de la muestra serán notadas solo por el espectador atento que no se contente con una sola visita y se vuelva partícipe de esa constante mutación del espacio y de la obra misma.

www.galeriaomr.com


[21 de octubre de 2013]

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