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Roman Ondák

31.07.2012

Desde hace años Roman Ondák trabaja sobre las ideas de la “copia” y el “espacio de exposición”, utilizando diversos medios expresivos y estrategias de trabajo. Por ejemplo en 2002 realizó Teaching to Walk, donde una joven mujer fue invitada a una galería con su hijo de un año para enseñarle a caminar. El año siguiente convocó al vendedor de boletos y catálogos de una galería a cambiar su ventanilla de lugar: de la entrada a la sala de exposición (Another day). Ese mismo año presentó en el Kunstverein de Colonia Good Feeling in Good Time donde puso en fila a un grupo de gente en la entrada principal del museo.

Esta misma acción también se presentó en Frieze Art Fair en octubre del 2004, pero el grupo rompía fila cada determinado tiempo y la volvía a formar en espacios diversos de la feria. En Silence, please para el Stedelijk Museum, el artista le pidió al público vestirse con uniformes de guardias del periodo de los 40.

En 2009 Roman Ondák regresó con su proyecto Loop presentado en el Pabellón Checo-Eslovaco de la Bienal de Venecia. El artista dejó entrar el jardín externo dentro del espacio expositivo, creando una continuidad entre el afuera y el adentro, un continuum amorfo que se reterritorializa en el espacio de representación. El resultado final es un pabellón vacío que deja entrar el sendero y el jardín para dejarlos proseguir sin interrupción hasta el otro lado. Una intervención poética y, al mismo tiempo, una posición precisa con respecto a la función de los pabellones y de las representaciones nacionales.

Conceptos maduros, nuevos recursos

Nacido en 1966 en Zilina Eslovaquia, Roman Ondák escoge Berlín como ciudad adoptiva y es ahí donde actualmente vive y trabaja. Desde el inicio apunta hacia una dependencia entre su trabajo, el espectador y contexto en el que se presenta, provocando en el público cuestionamientos de códigos de percepción y convenciones sociales.

Era 1954 cuando Marcel Duchamp en su conferencia El proceso creativo afirmaba que las relaciones entre la obra de arte y el espectador asumen un significado decisivo para la existencia de la obra misma. De ahí había un breve paso hacia la “estética relacional” de los años 90, teorizada por Nicolas Bourriaud. Ondák aún era joven para ingresar a las filas de los artistas reunidos por el crítico francés, pero es claro el clima en el cual se desarrolla la parte central de su trabajo: el interés por concebir la obra como un instrumento para crear una relación con el espectador. Una sinergia entre autor y espectador que abre, integra o sustituye en parte o en su totalidad, a la obra de arte.

En este sentido, inclusive variando la formula —desdibujando las fronteras entre autor y espectador activo— y recordando los poemas de Tristán Tzara en la forma de instrucciones para ejecutar uno mismo poemas dadaístas y al mismo tiempo amplificándolo mediante una articulación colectiva, Ondák concibe en 2004 Passage, presentado en el CCA Project Gallery de Kitakyushu, Japón. En esta obra participaron más de 500 empleados de una empresa de acero. Los trabajadores recibieron las instrucciones del artista, quien distribuyó chocolates que fueron comidos para luego moldear con el envoltorio plateado una escultura miniatura. Estas esculturas fueron después exhibidas sobre una mesa como resultado de un proceso fetichizado en el que se disparan varias asociaciones, entre ellas la noción de autoría, labor y mercancía.

Sin desacomodar instancias ideológicas, Ondák propone un trabajo crítico en el que parte desde abajo, desde lo cotidiano, extrayendo percepciones y observaciones. Además el artista continuamente graba estas impresiones de la realidad cotidiana en la forma de dibujos y notas. De aquí desarrolla sus intervenciones artísticas que recursivamente impactan al “mundo real” a través de cambios de contexto y puestas-en-escena. Mediante constantes transferencias de significados de medio a medio, de contexto a contexto y, a través de acciones fortuitas, el artista crea cortocircuitos en nuestros procesos semióticos. Semiosis articulada por el artista que denuncia nuestros procesos colectivos de construcción de signos y emociones, como es el caso de Fututropolis, una serie de cien dibujos hechos por sus amigos y familiares. El artista les pidió representar sus visiones de la futura megalópolis. El trabajo se presentó en la 27a Bienal de São Paolo, en 2006. En I’m just acting in it (2004), diez personas dibujan al artista caminando en el vacío espacio de exposición. Ondák activa una investigación sobre el “lugar” a partir de la colectividad que lo habita, que lo atraviesa, que lo usa.

El trabajo que sintetiza muchas de las cuestiones citadas es Measuring the Universe (2007), obra realizada y comprada por el MoMA de Nueva York. La operación consiste en que los custodios del museo marquen sobre el muro blanco la altura de los visitantes anotando su cuánto miden, su nombre y la fecha. Esta pieza transforma en evento público la usanza doméstica de registrar la altura y variaciones de los niños sobre los muros o puertas de sus casas. El mecanismo se repite continuamente durante la exposición construyendo un dibujo articulado a partir de trazos-fantasmas de miles de personas. Una constelación de anotaciones, un paisaje de multiplicidad de signos que nos restituyen el recuerdo de pasajes: de cada individuo que ha atravesado el espacio. Un obra compleja que lleva al curador Klaus Biesenbach a definir a Ondák como “uno de los autores más relevantes en llevar adelante la tradición del arte conceptual en centro Europa”. Una declaración reforzada por las palabras de Kathrin Rhomberg, curadora de la próxima Bienal de Berlín “uno de los más significativos representantes de las estrategias neo-conceptuales.”

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