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Reseña: La cruzada de los niños. Rebuild of Evangelion

27.02.2014

No son pocos los que opinan que Neon Genesis Evangelion (originalmente transmitida, en 26 episodios, de 1995 a 1996) está entre las obras más bellas y profundas que han surgido del fascinante mundo de la animación japonesa. Es también una serie difícil de presentar a un nuevo espectador. En sus primeros capítulos, Evangelion parece no ser más que una convencional, aunque excelente, caricatura sobre un mecha (robot gigante) piloteado por el tímido pero heroico Shinji Ikari, quien alterna las presiones propias de estudiar en secundaria con la responsabilidad de salvar al mundo de invasores extraterrestres. Aunque los guiones desde un inicio resultan reflexivos e inteligentes, la serie no está por encima de recurrir a gags visuales como el de un pingüino viviendo en un departamento y peleando por el derecho a usar la bañera.

Hacia el final de la historia (en la película End of Evangelion, publicada en 1997 como epílogo del anime), del protagonista apenas queda un cascarón vacío, emocional y psicológicamente resquebrajado, que no puede verse sino como una grotesca parodia/deconstrucción del concepto de héroe. Intentando consolar a su amiga y compañera de batalla, quien se encuentra en el hospital en estado de coma, accidentalmente descubre el torso desnudo de la misma y, cediendo a su frágil estado mental y a la confusión hormonal de sus apenas 14 años, se masturba sobre su cuerpo inerme, rematando la faena con un apagado Me doy asco (en el doblaje al inglés la frase usada es I’m so fucked up, primera vez que la palabra fuck es pronunciada hasta ese punto en la serie). ¿En qué momento se convirtió un anime dirigido al público infantil y adolescente en un trabajo tan oscuro y retador? La respuesta no es fácil, pero Evangelion no puede apreciarse en toda su extensión hasta realizar un recorrido cuidadoso a partir de sus primeros, más accesibles (pero no menos importantes) episodios.

El arco narrativo de Neon Genesis Evangelion se traza en paralelo a la vida de su creador, el genial Hideaki Anno (Ube, Japón, 1960). Aunque su plan original era simplemente crear el más grande anime sobre mechas en la historia de Japón (donde existen cientos de obras del género), una lucha de cuatro años con un cuadro de depresión clínica terminó tiñendo de negro el desarrollo de la historia.

La trama de Evangelion, de manera muy resumida, es la siguiente: en un futuro cercano, la humanidad se repone del Segundo Impacto, cataclismo provocado por un gigantesco ser (llamado ángel en la serie) que al autodestruirse sacó a la Tierra de su eje y causó la muerte de dos mil millones de personas. Los gobiernos de la tierra han creado gigantescos humanoides biomecánicos llamados Evangelion a partir del material genético del ángel invasor, a fin de protegerse de futuros ataques de estos seres. Por diversas razones, los Evangelion sólo pueden ser piloteados por personas nacidas después del Segundo Impacto, por lo que, al inicio de la serie, todos los pilotos de Eva tienen 14 años de edad.

Lo que en inicio puede parecer un recurso narrativo para agradar a la audiencia (¿qué adolescente no quisiera pilotear un robot gigante y salvar al mundo?), en la realista y desmitificadora mirada de Anno subraya el verdadero horror inherente en forzar a muchachos de esa edad a pelear por su vida y la de millones más, con la presión mental y emocional que eso implica. Entre los muchos niveles en que puede estudiarse Evangelion, uno de los más profundos es la denuncia del rol de los niños que combaten en las guerras, una problemática que pese al contexto fantasioso es presentada de manera visceral y cruel. Cada uno de los “elegidos” encaja dentro de distintos estereotipos (Shinji, el niño tímido y cobarde; Rei, la niña buena y obediente; Asuka, la arrogante y talentosa bully que piensa que el combate será un gran juego), pero ninguno sale psicológica o emocionalmente indemne de los hechos de la trama.

Aunque la historia de esta saga se cerró de una manera apropiadamente apocalíptica y deprimente en The End of Evangelion, el paso de los años ha cimentado su estatus como éxito artístico, crítico y comercial (generó casi dos mil millones de dólares desde su estreno). Por ello, la decisión de Anno de reactivar la franquicia realizando cuatro películas bajo el título de Rebuild of Evangelion puede parecer innecesaria y hasta arriesgada para este millonario y admirado creador que ya no tiene nada que demostrar.

Evangelion 1.0: You Are (Not) Alone decide jugar a lo seguro, limitándose a recontar la historia de los primeros seis capítulos de la serie (los pininos de Shinji como piloto de Eva, el enfrentamiento con los tres primeros ángeles, sus intentos por relacionarse con su fría y distante compañera Rei Ayanami), con una exquisitez técnica y estética inimaginable cuando éstos fueron realizados por primera vez. Sin embargo, Evangelion 2.0: You Can (Not) Advance diverge considerablemente de la trama de la serie, desde la batalla inicial en la que una piloto que no aparece en el anime (Mari Illustrious Makinami) vence a un ángel tampoco visto antes. Aunque sigue varios hilos narrativos del anime, a partir de la segunda película se establece una continuidad alterna.

Los cambios son profundos. Tras dejar atrás hace años a su incapacitante depresión, Hideaki Anno le permite a sus personajes, en sus propias palabras, una segunda oportunidad de revertir el desesperanzado final al que habían llegado en End of Evangelion. De hecho, durante su primera mitad, Evangelion 2.0 puede catalogarse como una versión lighter & softer de la historia. La inseguridad de Shinji ya no llega a extremos paralizantes, su padre Gendo es estricto pero menos monstruoso que en su encarnación anterior, su compañera de combate Rei se permite gestos de humanidad apenas sugeridos en el anime y la tercera piloto, Asuka Langley, aunque arrogante y agresiva, aprende a reconocer y valorar a sus compañeros como nunca lo hubiera hecho cuando su apellido era Soryu y no Shikinami.

Pero cuando la película se encuentra en su punto más optimista (concretamente, en vísperas de una invitación a cenar que presagia un romance adolescente y una reconciliación familiar), Anno retira todas estas concesiones con una crueldad exacerbada. El suceso que provoca el colapso mental de Shinji en la serie (sucedido durante la pelea con el ángel Bardiel) es recreado aquí, aunque la víctima inocente es ahora un personaje aún más importante en la trama, lo cual hace a la escena más triste (y violenta). Pero mientras que en la serie Shinji reacciona entrando en una introspección casi catatónica, este nuevo Shinji vierte su furia hacia fuera, lo que resulta en una escena altamente catártica. Donde en el anime la energía del Evangelion se agota durante la pelea y Shinji queda reducido al llanto en la cabina, en la película él reactiva a su mecha con pura fuerza de voluntad, dispuesto a pagar un alto precio por la vida de su camarada. La película concluye con una escena altamente simbólica y abstracta que, además de dejar un tremendo cliffhanger para la tercera película, evidencia que Anno decidió mostrar el lado experimental e impenetrable de la historia mucho más temprano de lo que hizo en la serie original.

Evangelion 3.0: You Can (Not) Redo es la más difícil y árida de las tres películas hasta ahora publicadas; tras un salto temporal considerable, el personaje de Shinji debe ahora enfrentarse a las consecuencias de sus actos, y busca una redención que cada vez se antoja más distante. La escena final, una variación de la conclusión de End of Evangelion, deja una nota incierta y amarga que se resolverá al aparecer la cuarta y última película de la tetralogía, planeada para 2015.

Rebuild of Evangelion, más que un digno remake, es la reinvención de uno de los grandes triunfos en la narrativa audiovisual de los últimos veinte años. En palabras del crítico Justin Sevakis, esta nueva versión es “un Evangelion con medicamentos contra la depresión; no más feliz, pero definitivamente más estable”. Esto sólo subraya el hecho de que el valor de Evangelion no yace en su tono oscuro y triste, sino en la capacidad de Hideaki Anno para extraer algo bello y evocador de ese pozo impenetrable.


Pablo Cordero (México DF, 1980) es comunicólogo y experto en manifestaciones culturales contemporáneas como el cine y la televisión. También es bajista del grupo Gog/Magog.


[27 de febrero de 2014]

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