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La jaula de oro (2013), Diego Quemada Díez.
La jaula de oro (2013), Diego Quemada Díez.
La jaula de oro (2013), Diego Quemada Díez.
La jaula de oro (2013), Diego Quemada Díez.
La jaula de oro (2013), Diego Quemada Díez.
La jaula de oro (2013), Diego Quemada Díez.

Reseña: La jaula de oro de Diego Quemada Díez. Itinerario del inmigrante

15.05.2014

Una vez más, la migración es el argumento de un trabajo fílmico. Es el caso de La jaula de oro (2013), primer largometraje de Diego Quemada Díez (Burgos, España, 1969); una propuesta tan sintomática como apremiante. La cinta ha recogido cerca de medio centenar de premios, entre los que destaca Un certain talent, por el mejor reparto, en el pasado Festival de Cine de Cannes. El título se estrena en el país poniendo de manifiesto la problemática del azaroso camino de los inmigrantes centroamericanos hacia la Unión Norteamericana.

En su libro La prueba de lo real en la pantalla (2009), el filósofo francés François Niney reflexiona sobre los artificios del cine ficcional y documental en su intento por capturar la vida tal como es, el mundo visto a través de la pantalla: la elaboración de una ficción para mostrar la realidad.  En este sentido, La jaula de oro se aproxima a un verismo substancial, un trabajo que se nutre de lo anómalo de una sociedad. Los personajes son receptáculos de experiencias, anécdotas y realidades; si bien el problema migratorio es su eje temático, es posible entrever el nacimiento de lazos afectivos y manifestaciones de solidaridad en las situaciones más transitorias, al igual que una  discriminación exacerbada y, de pronto, algunos resquicios de humanidad en las autoridades gubernamentales.

Tres jóvenes: Juan (Brandon López), Sara (Karen Martínez) y Samuel (Carlos Chajón) deciden abandonar su vida en Guatemala para emprender un viaje hacia los Estados Unidos bajo la ilusión de un futuro digno. Chauk (Rodolfo Domínguez), un joven indígena tzotzil, se les une muy al inicio; sin siquiera hablar español se genera una rivalidad entre él y Juan, cargada de hostilidad que gira alrededor del gusto por Sara. Un primer intento fallido hace que Samuel abandone la empresa, acción trágica e imprudente que luego Chauk atenderá tomando el puesto.

En ese punto la película toma su rumbo y, la historia,  análoga al ritmo del montaje, toma una cadencia narrativa de gran manufactura. La relación entre Juan y Chauk subyace como una especie de subtrama que se torna en infortunio. El contraste entre las lenguas  de los personajes logra formar lazos de correspondencia fraternal; en una escena enternecedora, Sara le muestra al joven tzotzil algunas palabras en español para designar cosas que él ya conoce, mientras que más adelante, la primera expresión espontanea de Chauk en su nuevo actuar lingüístico es la articulación del termino “hermano”.

La cinta de Quemada Díez reflexiona, sin hacer uso del chantaje melodramático, sobre un problema de agenda nacional. Le pone nombres e historia a miles de indocumentados que viajan sobre La Bestia; el director expone un trabajo brillante con buenas actuaciones que reflejan desconcierto y añoranza. La fotografía, a cargo de María Secco, es de una sobriedad admirable que se acompasa con una estructura  narrativa sin pretensiones.

La jaula de oro es un filme virtuoso y oportuno, una road movie cautelosa, sin beneplácitos, donde la amistad descubre sus alcances en el camino de la mezquindad humana.  Diego Quemada Díez nos brinda en su primer largometraje una efigie cruda y realista que, sin menoscabo, explora las distintas aristas de un problema neurálgico en América Latina.

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[15 de mayo de 2014]

 

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