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Grupo Proceso Pentágono,RSur-Norte (1981). ©Lourdes Grobet
Grupo Proceso Pentágono, Hotel Marx (1983). ©Lourdes Grobet
Grupo Proceso Pentágono,Venta de garage (1990). Cortesía del MUAC
Grupo Proceso Pentágono,Ruta 521 (1990). Cortesía del MUAC
Grupo Proceso Pentágono,Acteal (1997). Cortesía del MUAC
Grupo Proceso Pentágono, 1929: Proceso (1979). Cortesía del MUAC
Grupo Proceso Pentágono, proceso de producción de la obra Pentágono (1977). ©Lourdes Grobet
Grupo Proceso Pentágono, proceso de producción de 1929: Proceso (1979). ©Lourdes Grobet
Proceso Pentágono
Proceso Pentágono
Grupo Proceso Pentágono, Reunión del Frente Mexicano de Grupos Trabajadores de la Cultura (1979). Cortesía del MUAC
Grupo Proceso Pentágono,participantes en el Primer Coloquio Latinoamericano de Arte no Objetual (1981). Cortesía del MUAC
Grupo Proceso Pentágono, Serpientes y petróleo (1991). Cortesía del MUAC

Grupo Proceso Pentágono en el MUAC

Reseña 15.10.2015

“¡Vivos los llevaron, vivos los queremos!”. La frase ha resonado en las calles de México en el último año, pero también aparece en uno de los carteles que Proceso Pentágono realizó a finales de los años setenta como parte de su denuncia por los más de noventa mil desaparecidos en América Latina en aquella época.

Bajo el título Grupo Proceso Pentágono, el Museo de Arte Contemporáneo Universitario realiza la primera muestra retrospectiva de este grupo surgido a finales de la década de los setenta y conformado originalmente por Víctor Muñoz, José Antonio Hernández Amezcua, Felipe Ehrenberg y Carlos Finck, al que luego se le sumarían los artistas Carlos Aguirre, Miguel Ehrenberg, Rowena Morales y Lourdes Grobet.

A través de la recreación de obras, documentos y una línea del tiempo que funciona como eje narrativo, se expone el quehacer del colectivo cuya práctica mostró una postura crítica con las acciones gubernamentales tanto de México como de América Latina. Sus intereses se expresaron desde su primera obra Pentágono, que se presentó en la Xª Bienal de Jóvenes de París en 1977 —evento que también sirvió de escenario para dar origen al grupo formalmente.

Si bien algunos de los miembros ya habían trabajado anteriormente, Pentágono surgió en respuesta a la invitación que Helen Escobedo —entonces directora del Museo de Ciencias y Artes en Ciudad Universitaria— hiciera a Muñoz, Hernández, Ehrenberg y Finck para participar en la bienal. Con Pentágono el grupo retomó la forma del edificio más emblemático del ejército estadounidense, mientras que el interior de la ambientación hacía referencia a las prácticas de tortura empleada por los regímenes dictatoriales latinoamericanos.

La recreación de esta pieza funciona como punta de partida de la exposición en el Muac, que también hace un breve recuento de los años previos a la conformación del grupo, para exponer la colaboración entre algunos de los artistas que más tarde lo conformarían. Por su parte, la cronología que orienta la curaduría, y que es visualmente plasmada en una línea del tiempo, no sólo da cuenta de los distintos proyectos del grupo o de la integración de nuevos participantes, sino que también vincula su práctica con el arte conceptual desarrollado en América Latina desde finales de los sesenta.

A través de la práctica del grupo, la muestra se presenta como la historia reciente de los distintos momentos en los que el Estado ha actuado contra la población, ejerciendo algún tipo de violencia contra ella. En 1929: Proceso (1979), ambientación creada por el grupo con motivo de su participación —fuera de concurso— en la Sección Anual de Experimentación del Salón Nacional de Artes Plásticas, se recrea una delegación de policía equipada con un radio sonando, señalizaciones y espacios destinados específicamente para ejercer tortura. En uno de ellos se pueden encontrar hojas desorganizadas que narran diferentes casos de desaparición forzada o detención ilegal ligados a la guerra sucia, sobre todo en el Estado de Guerrero. Sin duda, una de las piezas centrales de la exposición.

Grupo Proceso Pentágono se emplaza en un momento político y social álgido en México; su inauguración el pasado 26 de septiembre coincidió con el primer aniversario de la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Raúl Isidro Burgos en Ayotzinapa. Un gesto que evidencia que más que estar condenados a repetir la historia, no hemos logrado dejarla atrás.

 

 

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