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Filarmónica de París (2015). ©Beaucardet
Gran sala de la Filarmónica de parís (2015). © W. Beaucardet
Filarmónica de París. Vista desde el parque de la Villete. ©Montagu-Pollock
Filarmónica de París (2015). ©Beaucardet
Filarmónica de París (2015). ©Beaucardet

Reseña: Filarmónica de París, de Jean Nouvel

11.03.2015

Pilar Echezarreta

El edificio para la Filarmónica de París, de Jean Nouvel, obra magistral dedicada a la práctica, el estudio y la promoción de la música, es uno de los tres proyectos arquitectónicos emblemáticos que abrieron al público esta temporada de frío. Los otros dos son la Fundación Louis Vuitton para el Arte Contemporáneo, de Frank O. Gehry, y la Fundación Seydoux-Pathé, consagrada al cine, firmada por Renzo Piano.

El concurso internacional para la Filarmónica anunciado en noviembre de 2006 ha dado como resultado un edificio que se inserta en el borde oeste del parque de la Villette —realizado por el arquitecto Bernard Tschumi en 1979—, entre la Ciudad de la Música de Christian de Portzamparc y el anillo periférico. Este proyecto data de la época de François Mitterrand, aunque fue hasta la presidencia de Jacques Chirac que hubo voluntad de concretizarlo. Iniciado en 2009 durante la presidencia de Nicolas Sarkozy, sufrió varias crisis —retrasos, aumento de costos, paro e, incluso, la prohibición de que Nouvel se presentara a supervisarlo— hasta su inauguración el pasado mes de enero en presencia de François Hollande, pero en ausencia de Jean Nouvel. La Filarmónica relata la compleja y política historia del templo parisino consagrado a la más intangible de las Bellas Artes, la música.

 Este edificio cristaliza una de las intenciones del reconocido proyecto de Gran París ideado por Sarkozy, cuya visión hace del anillo periférico una secuencia de intervenciones arquitectónicas destacadas. El resultado es un nuevo mapa que integra noblemente la ciudad intramuros con la periferia. Jean Nouvel (Lot-et-Garonne, 1945), que participó en el desarrollo de este gran proyecto, subraya la importancia de la integración del arte como motor de transformación de la ciudad.

Hace más de un siglo, Claude Debussy construyó una teoría musical basándose en la idea de que el ruido del mar, la curva del horizonte, el viento entre las hojas, el canto de un ave… son elementos que depositan impresiones en la mente. «De pronto, el recuerdo de alguno de estos elementos se propaga hacia afuera a través del lenguaje musical», suponiendo «una música creada para interpretarse al aire libre, dejando que las notas se paseen por las cimas de los árboles». Así, más que un contenedor, concebía un espacio libre.

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El concepto arquitectónico de Jean Nouvel recupera el movimiento, la cadencia y la sinuosidad que sugería Debussy. Sin embargo, formaliza este discurso a través de gesticulaciones de ingeniería y derroche económico, transformando en un aglomerado amorfo lo que Debussy imaginaba como elementos poéticos naturales trabajando en sintonía.

El edificio, limitado en un costado por el circuito periférico, posee una lengua de concreto que se extiende desde la entrada principal hasta la explanada peatonal de la Puerta de Pantin, creando así la plataforma de acceso principal.

Pasando por detrás de la Ciudad de la Música, a la que se ancla la rampa, se recupera el nivel de la entrada a la gran sala. Por su parte, las plataformas inclinadas y elementos verticales, como una armadura de objetos monumentales, confinan el corazón de la sala principal, un volumen de geometrías suaves y continuas realizadas en malla metálica. Durante la noche, el juego de luces y la piel exterior permiten percibir las circulaciones que conducen a la gran sala.

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La terraza que rodea al edificio por el exterior sube delicadamente hasta el extremo norte, y de ahí transforma su altura, lo que permite al visitante acceder al techo, convertido en mirador público. Un mirador en una colina de metal. Un parque mineral dentro del parque vegetal de Tschumi.

Hay una analogía entre este proyecto y la Biblioteca Nacional de Francia (1989) de Rem Koolhaas, donde se pliega la calle en el interior del edificio, materializando en arquitectura el carácter flâneur del ciudadano parisino. Pero en la obra de Nouvel el paseo por la colina está bloqueado por un edificio de 37 metros, cuya superficie sirve como cartelera.

El exterior del edificio está cubierto por siluetas de pájaros ensamblados unos con otros, en tonos que van del negro al gris para crear un efecto visual que durante los meses de cielo invernal dotan de ligereza al conjunto, creando la ilusión de que se puede ver el cielo a través de los gigantescos volúmenes opacos.

De los 94 mil m2, solamente 21 mil pertenecen al área útil del edificio. Poco más de un 20%. El dato es interesante si comparamos en qué porcentaje el volumen de un violín determina la calidad del sonido que emite. En épocas de recesión es importante valorar la relación entre superficie útil y superficie construida, sobre todo si se trata de un edificio realizado con fondos públicos.

La parte baja, a la cual se entra por una rampa en descenso, está destinada a ensayos y formación. Junto a la gran sala, es la parte más avanzada de la obra, todavía en construcción. La Filarmónica también tiene una vocación educativa. Por un lado, su posición estratégica al borde de la ciudad atrae a una amplia cantidad de visitantes; por el otro, sus instalaciones incluyen una mediateca, salas menores y talleres.

La parte más compleja es la gran sala, dedicada a la música sinfónica. Constituida por gajos que logran que la escena parezca estar flotando, es una maquinaria acústica perfecta con formas continuas y flexibles que distribuyen inteligentemente tanto a los espectadores, como a los músicos y el sonido. Además, consigue que se genere un ambiente íntimo: la distancia entre el último espectador y el director de orquesta no supera los 32 metros, pero la capacidad de la sala es de 2, 500 butacas. Esta gran sala fue realizada en colaboración con Sir Harold Marshall —ingeniero, físico y arquitecto sumamente reconocido experto en esta tipología—, que también trabajó con Zaha Hadid para la Ópera de Guangzhou.

A pesar de las problemáticas alrededor del edificio, la gran sala es el motor musical de la Filarmónica de París, el lugar donde se concentra el trabajo más valioso de la obra de Nouvel.

 

[Al cierre de esta edición Jean Nouvel se deslindó de la Filarmónica de París.]

 


Pilar Echezarreta es arquitecta, maestra en diseño de arquitectura avanzada por la Universidad de Columbia. Fue becaria de la École Nationale Supérieure des Arts Décoratifs y del FONCA, por el proyecto Filtro Bioclimático para la ciudad de México.


[09 de marzo de 2015]

 

 

Pilar Echezarreta

Es arquitecta, maestra en diseño de arquitectura avanzada por la Universidad de Columbia. Fue becaria de la École Nationale Supérieure des Arts Décoratifs y del Fonca, por el proyecto Filtro Bioclimático para la Ciudad de México.

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