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Fatih Akin, En la penumbra, 2017 (still).
Fatih Akin, En la penumbra, 2017 (still).
Fatih Akin, En la penumbra, 2017 (still).

Reseña: La otra cara de Alemania. En la penumbra

23.01.2018

Andrés Arce

Hace algunos días la premiación de Guillermo del Toro con el Globo de oro para mejor director desató en México una euforia generalizada, que recordaba vagamente a la que desata el triunfo de los representantes nacionales en algún evento deportivo. Hubo incluso quienes propusieron ir a celebrar a la glorieta del Ángel de la Independencia.

Algo muy distinto sucedió en Alemania, donde el reconocimiento para mejor película en lengua extranjera que ganó Fatih Akin provocó reacciones muy variadas dentro del marco de una ya vieja —y cada vez más tensa— polémica. Esto no ocurrió sólo entre los críticos de cine, que oscilaban entre el elogio de la actuación de Diane Kruger, el análisis de la trayectoria de Akin y el disgusto ante una trama que consideraron demasiado plana; la discusión llegó también, quizás incluso con más fuerza, al ámbito de la política. Y es que En la penumbra toca un tema cada vez más preocupante que, especialmente en Alemania, resulta sumamente delicado: el extremismo de derecha.

La historia comienza con una secuencia que recuerda a otras películas de Fatih Akin: Nuri, un hombre de origen kurdo, recorre los pasillos de una cárcel, mientras es felicitado por todos los internos. Uno piensa que quizás sea el día de su salida, pero la siguiente escena aclara la situación: se trata del día de su boda con Katja, una joven alemana de rasgos caucásicos. Después de esto inicia la primera de las tres partes en las que está dividido el filme. Vemos a Katja algunos años más tarde llevando a Rocco, su hijo, con Nuri, que ya ha salido de la cárcel y tiene un negocio que ofrece ayuda legal para inmigrantes turcos. La imagen en extremo idílica de la vida de una familia feliz nos anticipa, como en muchas películas de terror, que alguna tragedia está por suceder. Y una tragedia es precisamente lo que ocurre cuando la protagonista vuelve a buscar a su hijo y a su marido. La recibe un cordón de policías, quienes le dan la noticia de una explosión. La explosión causó varios heridos, pero sólo dos víctimas fatales: un hombre y un niño —unas horas más tarde los estudios de ADN confirman que se trataba de Nuri y de Rocco.

Fatih Akin, En la penumbra, 2017. Fragmentos del tráiler.

 

Así, la primera parte de En la penumbra es un retrato del más profundo dolor humano; del proceso de duelo y la impotencia que provoca la conciencia de la imprevisibilidad de los acontecimientos y de la fragilidad de la existencia. Esto está quizás anticipado en el título original de la película, Aus dem Nichts, que podría traducirse como «de la nada». Katja observa cómo en solo una tarde puede desmoronarse toda una vida, llevándola a una profunda depresión que la hace considerar seriamente el suicidio. Esta primera parte de la película se caracteriza por tonos sumamente trágicos, a veces melodramáticos, a través de los cuales el director busca enfatizar el dolor que pasa la protagonista. La constante lluvia que caracteriza al clima de Hamburgo, ciudad donde se desarrolla casi toda la historia, acentúa el ambiente depresivo en que está sumida Katja. Cuando la desesperación es tanta que la empuja a intentar acabar con su vida, recibe una llamada de su abogado. Han descubierto a los responsables de la explosión que mató a su familia. Como ella sospechaba, se trata de un atentado perpetrado por neonazis. Katja sale de la tina y venda sus muñecas.

La segunda parte de la película relata el proceso legal contra los extremistas. El director, nacido en Hamburgo en el seno de una familia turca, nos muestra dos rostros de la Alemania contemporánea. Por un lado la Alemania liberal y multiétnica que vemos en los centros de los grandes centros urbanos, en los campus universitarios, en la propaganda de Angela Merkel. Por el otro una Alemania, marginada pero cada vez más visible, en la que los ecos del no tan lejano pasado nazi se escuchan entre los rascacielos de las ciudades apenas reconstruidas. La profunda intolerancia racista, el chauvinismo, la nostalgia del militarismo y el resentimiento por las dos humillantes derrotas sufridas en menos de medio siglo parecen emerger de los suburbios después de décadas de existencia subterránea. La primera Alemania, representada por Katja y su abogado de origen balcánico, se enfrenta a la segunda, representada por una joven pareja proveniente de una aldea en la provincia de Schleswig-Holstein. Especialmente dramática es la confrontación de Jürgen Möller, uno de los acusados, con su padre, con quien no se habla por diferencias políticas. También es digna de mención la magistral actuación del austriaco Johannes Krisch, que interpreta al abogado defensor de los neonazis. La corte, que representa un poder puramente formal y supuestamente apolítico que media entre ambos rostros de la sociedad alemana, tomará una decisión que marcará el resto de las vidas de los implicados.

Fatih Akin, En la penumbra, 2017. Fragmento del tráiler.

La tercera y última parte trata de la vida de Katja después de la resolución del tribunal. Tomas de la costa griega, campos vacíos, los celebérrimos pueblos de casas pintadas de blanco y azul. Un celular en el que constantemente ve un video de su esposo y su hijo jugando en una playa, durante las que probablemente fueron sus últimas vacaciones. Podría tratarse de los elementos de una nueva fase, menos dolorosa, del duelo. Pero el director tomó entonces una decisión aventurada, que le valió numerosas críticas en su país y, tal vez, la simpatía del jurado de los Golden Globes.

Antes de los créditos finales se hace explícito para la audiencia extranjera lo que para los alemanes fuera probablemente algo evidente: la historia está basada en los atentados perpetrados por la célula terrorista neonazi NSU (Nationalsozialistische Untergrund), que mató a nueve personas entre 2000 y 2007, teniendo como único motivo su origen étnico. Específicamente, la película hace alusión al atentado con una bomba de clavos contra una peluquería en un barrio turco de Colonia que tuvo lugar en 2004. El proceso contra la única sobreviviente de la célula (los otros dos miembros se suicidaron en 2011) ha durado cuatro años y todavía no ha llegado a una resolución.

A la izquierda, Beate Zschäpe, integrante de NSU (Fotografía de Sebastian Widmann). A la derecha, Hanna Hilsdorf personificando a Edda Möller, sospechosa del atentado frente al negocio de Nuri.

Aunque en la mayoría de los medios fue loada la actuación de Diane Kruger (conocida por sus papeles en éxitos de hollywood como Troya y Bastardos sin gloria) en su primera película de habla alemana —lo que le valió el premio a mejor interpretación femenina en Cannes—, el acercamiento de Akin a la compleja historia del terrorismo de derecha fue ampliamente reprobado. La forma en que se representa la historia en la película, considerada simplista y parcial por muchos críticos, provocó incluso la indignación del fiscal que lleva el caso. También hubo quienes señalaron, no sin cierta razón, el curioso hecho de que casi siempre que una película alemana es premiada en Estados Unidos es porque tiene algo que ver con nazis.

No cualquier director se habría atrevido a hacer una película de un caso tan sensible. Y menos aún en medio del acrecentamiento en la tensión que provocó el hecho de que el año pasado el partido ultraderechista AfD (Alternative für Deutschland) quedara constituido como la tercera fuerza política en el parlamento alemán. Pero quizás fue precisamente esta tensión la que impulsó a Fatih Akin. Como cineasta alemán de ascendencia turca, se ha ocupado a lo largo de buena parte de su filmografía a hablar de temas como la asimilación, el choque cultural, la discriminación y la búsqueda de la identidad. Esta última obra, que se aleja del cine más ligero e incluso cómico de Soul Kitchen, En Julio o Tschick para volver al dramatismo de Contra la pared, podría verse menos como un intento de hacer un retrato históricamente minucioso que como un llamado de atención. Como en su momento la novela de Ernst Jünger Sobre los acantilados de mármol, En la penumbra busca mostrar la seriedad de un fenómeno que está ocurriendo frente a nosotros y al que no estamos prestando suficiente atención. Sea que la tomemos así o como una historia de profundo dolor y confrontación, el reciente filme de Fatih Akin resulta un importante referente de lo que hoy ocurre, tanto a nivel político como cultural, en Alemania y buena parte del mundo occidental.

 

Andrés Arce estudió Filosofía en la Universidad Iberoamericana. Ha trabajado como asistente de investigación y ha publicado en algunas revistas universitarias.

[23 de enero de 2017]

Andrés Arce

Estudió Filosofía en la Universidad Iberoamericana. Ha trabajado como asistente de investigación y ha publicado en algunas revistas universitarias.

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