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Raphael Montañez Ortiz, Dada con Mama (2014). Vista de instalación. Cortesía de LABOR
Raphael Montañez Ortiz, Dada con Mama (2014). Vista de instalación. Cortesía de LABOR

Reseña: Dada con Mama, de Raphael Montañez Ortiz

18.02.2015

Jennifer Burris

El 24 de noviembre de 2014 —cuatro días después de la huelga nacional en contra de la impunidad, la corrupción y la violencia en México— Raphael Montañez Ortiz destruyó un piano de cola pequeño Baby Grand Kimball de 1987 en la galería LABOR. Dada con Mama, concierto público e íntimo, comenzó con un conjuro cantado e inspirado en la herencia yaqui del artista. El ambiente catártico y musical enfatizó el carácter violento del performance. Usando una sierra eléctrica y dos hachas de tamaños distintos, Ortiz destripó el piano. Los micrófonos dentro del instrumento liberaron una andanada amplificada de ruido libre, mientras las cuerdas suspendidas en configuraciones imprevistas resonaban la muerte del objeto.

El interés que Ortiz (Nueva York, 1934) ha mostrado en la destrucción como proceso artístico se remonta a finales de los cincuenta del siglo pasado. En sus primeras obras destrozó rollos de películas de 16 milímetros mientras entonaba canciones de guerra para “liberar el mal” que se encontraba en las asociaciones simbólicas de las imágenes. Estas purgas ceremoniales fueron desarrolladas desde un enfoque teórico, espiritual y formal complejo que se aprecia en su creación artística, influenciada tanto por Dada como por el chamanismo.

En su manifiesto “Destructivismo”, de 1962, Ortiz argumenta que el deseo de la humanidad por la destrucción —que se manifiesta interiormente en el miedo y exteriormente como un impulso caótico de guerra y violencia— puede ser superado a través del poder simbólico del arte. “El artista debe advertir, su lucha debe hacer ruido, debe ser una señal. Nuestros gritos de angustia y de furia contorsionarán nuestros rostros y cuerpos, nuestros gritos deben irse ‘al diablo con la muerte’, nuestras acciones deben hacer un ruido que haga temblar al cielo y al infierno. Nuestro arte estará hecho de esto”.

La creencia en las posibilidades que la destrucción ofrece para alcanzar la paz y la trascendencia puede parecer anticuada. (De hecho, el movimiento internacional del arte de la destrucción se discute generalmente en torno a la década de los sesenta, cuando fue promulgado por artistas como Gustav Mezger, Yoko Ono, Wolf Vostell y Nam June Paik.) No obstante, escuchar Dada con Mama en medio del horror que vive una nación, echa abajo estas críticas. Los gritos de angustia que emite el piano mientras muere, hacen eco de un trauma colectivo que va más allá del lenguaje.

 


Jennifer Burris es curadora, escritora y directora de la editorial independiente Athenée Press. Cuenta con un doctorado en artes por la Universidad de Cambridge y ha colaborado para publicaciones como Afterall y BOMB Magazine.


[4 de febrero de 2015]

Jennifer Burris

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