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Al Borde, Recursos oscuros – Dark Resources (2016). © Al Borde. Cortesía de la Bienal de Venecia
Al Borde, Recursos oscuros – Dark Resources (2016). © Italo Rondinella. Cortesía de la Bienal de Venecia
Imagen de Reporting from the front (2016). © Italo Rondinella. Cortesía de la Bienal de Venecia
Acceso al Arsenal, imagen de Elemental (2016). © Italo Rondinella. Cortesía de la Bienal de Venecia
Designworkshop sa, Enabling Structures, Wawick, Durban, SA (2016). © Francesco Galli. Cortesía de la Bienal de Venecia
Designworkshop sa, Enabling Structures, Wawick, Durban, SA (2016). © Francesco Galli. Cortesía de la Bienal de Venecia
Forensic Architecture, Forensic Architecture (2016). © Francesco Galli. Cortesía de la Bienal de Venecia
Forensic Architecture, Image Complex: Rafah: Black Friday (2016). © Forensic Architecture. Cortesía de la Bienal de Venecia
Hugon Kowalski and Marcin Szczelina, Let’s talk about garbage (2016). © Hugon Kowalski and Marcin Szczelina. Cortesía de la Bienal de Venecia
Kéré Architecture, In pursuit of a new Ouagadougou (2016). © Francis Kéré. Cortesía de la Bienal de Venecia
Kéré Architecture, In pursuit of a new Ouagadougou (2016). © Francesco Galli. Cortesía de la Bienal de Venecia
Elton Léniz, Andes’ Shadow (2016). © Francesco Galli. Cortesía de la Bienal de Venecia
Elton Léniz, Andes’ Shadow (2016). © Francesco Galli. Cortesía de la Bienal de Venecia
España, Unfinished (2016). © Francesco Galli. Cortesía de la Bienal de Venecia
España, Unfinished (2016). © Andrea Avezzù. Cortesía de la Bienal de Venecia
España, Unfinished (2016). © Francesco Galli. Cortesía de la Bienal de Venecia
México, Unfoldings and assemblages (Despliegues y ensambles) (2016). © Francesco Galli. Cortesía de la Bienal de Venecia
México, Unfoldings and assemblages (Despliegues y ensambles) (2016). © Francesco Galli. Cortesía de la Bienal de Venecia
México, Unfoldings and assemblages (Despliegues y ensambles) (2016). © Francesco Galli. Cortesía de la Bienal de Venecia
Receta Urbana, Meditation House (2015). © Juan Gabriel Pelegrina. Cortesía de la Bienal de Venecia
Sendero iluminado en Parque Corrales, Miravalle, México, Walk the Line (2016). Cortesía de la Bienal de Venecia

Reseña: Las lecciones de la Bienal de Arquitectura de Venecia

08.06.2016

La convocatoria fue más provocadora que el resultado. La bienal de arquitectura más distinguida y trascendente –por su historia, contexto y directores artísticos–, y también la más política, parecía anunciar frentes de cambio en esta edición, ya sean curatoriales, formales o vocacionales, pero el desenlace no fue lo que se esperaba.

Quisiéramos demostrar que en el debate sobre la calidad de lo construido, no solamente hay necesidad, sino también espacio para la acción.

Presumiendo al curador chileno Alejandro Aravena –primer latinoamericano a cargo–, Premio Pritzker incluido, se decía que esta bienal tendría aristas lo suficientemente abiertas para proyectar más una dimensión colectiva que de autores selectos. Pero el resultado fue muy diferente.

El desafío que tenemos como arquitectos es participar en las discusiones que son públicas, que tienen que ver con el bien común. Uno tiende a ver que cada vez más en el mundo los desafíos que tenemos son complejos, son multidisciplinarios, son transversales, y en ese contexto el recurso más escaso tiende no a ser el dinero sino la coordinación y la síntesis.

Si bien hablamos de una bienal de élite, el tema principal entró con calzador para nombres como Peter Zumthor, David Chipperfield, Herzog & de Meuron, Kazuyo Sejima, Kengo Kuma, Norman Foster, Rem Koolhaas, Richard Rogers, Eduardo Souto de Moura, Tadao Ando, Renzo Piano y demás arquitectos estrella.

No todo lo que hacen estos profesionales nos interesan, pero porqué no poner a disposición su creatividad para resolver los problemas que hemos escogido.

Pero la cuestión va más allá de la coordinación curatorial. Los arquitectos convocados no podrían haber cambiado la coyuntura veneciana.

La profesión y los versátiles campos de acción de Aravena prometían aproximaciones contumaces. Sin embargo, el mensaje fue otro. Aunque en el Gardini los materiales reciclados colgados de la recién terminada Bienal de Arte marcan la idea del valor social y la sustentabilidad, y las nociones de arte póvera o de lo participativo se muestran con drafts, dibujos y planos de ubicación de quienes fueron comisionados por el chileno como parte de su selección oficial, las propuestas mejor logradas se condensaron en El Arsenale. 

Nos gustaría aprender de arquitecturas que, a pesar de la escasez de medios, aprovechan lo que está disponible, en vez de quejarse de lo que carecen. Quisiéramos entender qué herramientas de diseño son necesarias para trastocar las fuerzas que privilegian la ganancia individual sobre el beneficio colectivo.

Replico una idea explorada por el Pabellón de Irlanda y su investigación sobre la ciudad y el alzhéimer. Con una serie de mapeos y una pieza de georreferenciación, Losing Myself retomó la psicogeografía situacionista para concluir lecciones de demencia vinculadas a la arquitectura, las experiencias de ciudad y la acción social. Al igual que alguna pieza de Rafael Lozano-Hemmer, la secuencia lógica de urbanidad rompe frontera con la experimentación de una instalación.

Estamos interesados en que la arquitectura pueda introducir una más amplia noción de ganancia: diseño como valor agregado en vez de un costo adicional. Otra vez, la arquitectura como un atajo hacia la equidad.

¿Cómo mostrar atajos hacia la equidad? Fueron más las arquitecturas simuladas que las reales. La mayoría de las propuestas estuvieron desprovistas de insumos para los no-arquitectos. Además, hubo pocos ejemplos de arquitectura comunitaria a ras de suelo: entre ellos, los pabellones de Japón, Tailandia, Singapur, Dinamarca, Chile, Perú, México y el ganador del León de Oro, Unfinished (España); las propuestas por invitación curatorial de Al Borde (Ecuador), Léniz (Chile), Hugon Kowalski + Marcin Szczelina (India), Design Workshop (Sudáfrica), Francis Keré (Burkina Faso), Recetas Urbanas (España), Walk the Line (México), y los documentales de Arno Brandlhuber (Alemania) y The Physics of Culture (Venezuela). En otro paquete y a otra escala también se pueden mencionar los estudios urbanos, socio-económicos, migratorios y demográficos: London School of Economics y Forensic Architecture (Inglaterra) y Border-Home (Finlandia).

Quisiera que la gente viniera a ver casos ejemplares donde la arquitectura hizo, hace y hará la diferencia en ganar aquellas batallas y expandir aquellas fronteras. Todo esto para entender qué herramientas de diseño son necesarias para alterar las fuerzas que privilegian la ganancia individual sobre el beneficio colectivo.

En muchos casos era preciso aprender a mirar bajo la superficie para encontrar las perspectivas más elaboradas de la arquitectura. ¿Cómo transmitir saberes locales en foros internacionales? Tanto Anaxtu Zabalbeascoa como Milena Fernández escribieron en El País sobre un optimismo escéptico de la bienal y esta edición en particular. Zabalbeascoa menciona:

El título de la exposición invita a los proyectistas a volcar la mirada hacia una arquitectura comprometida con los problemas sociales y que, según Aravena debe, sobre todo, “combatir batallas como la burocracia, la avaricia, la impaciencia del capital y la falta de visión”. Nunca antes se había puesto en los zapatos de un comisario; por eso, advierte: que nadie se espere una reseña de soluciones formales creadas para el club de amigos de los arquitectos y destinadas exclusivamente para arquitectos.

Por su parte, Fernández comenta:

La Bienal de Aravena quiere identificar el progreso de la arquitectura con el de la gente. No busca reducir la cultura arquitectónica: busca erradicar su impostura y utilizarla como arma transformadora, no solo para un 5% de edificios y lugares excepcionales.

¿Faltaron armas para la batalla en Venecia o el director artístico prefirió jugar para el mismo equipo? Tal vez hicieron falta más escaleras para entender la metáfora del cartel oficial. Aquí las apariencias sí engañan. Entre arquitectos y para arquitectos, ¿cómo abordar problemas como desigualdad, sustentabilidad, tráfico, basura, crimen, desechos, contaminación, comunidades, migración, segregación, desastres naturales, informalidad, saneamiento, periferias, vivienda y calidad de vida en una misma bienal? Enseguida algunas conclusiones:

1) La bienal es más política que curatorial. 2) Los procesos de participación en arquitectura van más allá de sesiones de trabajo que se hacen públicas con preliminares de diseño compartidos. 3) Las historias, experiencias y acciones no se transmiten a través de plantas, cortes y fachadas. 4) El lenguaje arquitectónico carece de estrategias claras, concisas y efectivas de comunicación social. 5) La conversación entre arquitectos sigue siendo de monólogos-endogámicos. 6) Los arquitectos-artistas son peligrosos. 7) Los artistas-arquitectos también. 8) El arte póvera no es arquitectura. 9) La estructura de la bienal no tiene una arista social. 10) Los pabellones no tienen razón de ser si no trascienden la coyuntura de la bienal. 11) Para reportar desde el frente no hace falta ser reportero. 12) Los temas de la convocatoria son accesorios si la esencia es monótona y ensimismada. 13) La idea de Teatro del Mondo solo es de Aldo Rossi. 14) A diferencia de la vivienda Elemental, la bienal dista de ser incremental. 15) El futuro de la arquitectura no es arquitectónico. 16) Si un workshop es un taller (@pedestre) y un pabellón es un stand de marketing experimental, ¿la bienal es una simple exposición social

Juan José Kochen (@kochenjj) es arquitecto, editor y consultor. Escribió para Reforma, fue editor de Arquine, consultor del Infonavit y becario de la Graham Foundation. Es coordinador de sustentabilidad en ICA, becario del FONCA y profesor en la UNAM y CENTRO.

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