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Ataque de los Titanes (209-). Detalle de lámina. Cortesía de Sigue al conejo blanco
Ataque de los Titanes (209-). Detalle de lámina. Cortesía de Sigue al conejo blanco
Ataque de los Titanes (209-). Detalle de lámina. Tomado de

Reseña: Ataque de los Titanes. Una novela gráfica

09.02.2015

Pablo Cordero

Desde hace cien años la humanidad vive encerrada entre muros, tras la aparición de los titanes, figuras antropófagas que nos llevaron al borde de la extinción. Este siglo de incómoda paz termina cuando un titán gigantesco logra romper el cerco. Se trata de la premisa de Ataque de los Titanes, ópera prima de Hajime Isayama que desde su aparición en 2009 se ha convertido en el segundo manga más vendido en Japón. (En noviembre de 2014, Panini comenzó a publicar el título en México, que aparecerá mensualmente.)

Los trazos sucios y violentos de Isayama (Ōita, 1986) son un soporte ideal para la crueldad de las imágenes y la ambigüedad de los diálogos. Por su parte, la adaptación animada que Wit Studio hizo en 2013 es convencional estéticamente, aunque fiel al original.

En contraste con otros éxitos del manga japonés, Ataque de los Titanes es una obra madura que alterna secuencias de acción con pasajes introspectivos en los que los protagonistas lidian con su entorno postapocalíptico. El título pareciera inscribirse en el subgénero shōnen —donde héroes jóvenes vencen desafíos insuperables—, pero subvierte las convenciones al mostrar las constantes y descorazonadoras derrotas de los hombres frente a los titanes. Además, cuando la humanidad al fin consigue una victoria, ésta es pírrica.

Que los personajes posean nombres alemanes y vivan rodeados por un muro tampoco es accidental. Es posible interpretar Ataque de los Titanes como una visión estilizada de la oposición capitalismo/socialismo representada por el Muro de Berlín, una de las secuelas de la Posguerra que sigue presente en el imaginario colectivo nipón. El autor creció en la llamada década perdida, durante el dramático estallido de la burbuja financiera japonesa al final de la Guerra Fría, y retrata sagazmente las consecuencias más funestas de la invasión de titanes, no en el horror de las víctimas que son devoradas, sino en la sobrepoblación y la hambruna que sigue a la pérdida de la mitad del territorio humano.

Igualmente, Isayama sugiere que la verdadera amenaza no siempre viene del otro lado del muro. Cuando los titanes violan las defensas de la ciudad, un mercader bloquea un túnel con un carro lleno de mercancías, impidiendo la huida. El verdadero horror yace en lo parecidos que son el cazador y la presa. Esta semejanza subraya simbólicamente la noción de que el hombre es el lobo del hombre.

 


Pablo Cordero es músico y crítico especializado en música, videojuegos y otros medios audiovisuales. Es discípulo del guitarrista Robert Fripp e integrante de La Semana Escarlata.


[9 de febrero de 2015]

 

 

 

Pablo Cordero

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