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Ricardo Porro, ENAP (1961-65). La Habana. ©Archivo Vittorio Garatti
América Latina en construcción: Arquitectura 1955-1980. Vista de instalación. ©Thomas Griesel. Cortesía del MoMA

Reseña: América Latina en construcción. Arquitectura 1955-1980

01.06.2015

Carlos Mínguez Carrasco

En la pasada edición de la Bienal de Arquitectura de Venecia, Rem Koolhaas y su equipo fundamentaron el apartado de los pabellones nacionales en un pregunta curatorial: ¿cómo puede ser entendida una arquitectura nacional cuando la “absorción de la modernidad” nos ha llevado a no distinguir entre una arquitectura suiza, japonesa o chilena? América Latina en construcción: Arquitectura 1955-1980 revisita las arquitecturas que se construyeron durante esos años que, además de absorber influencias ajenas, diseñaron su propia identidad dentro de los parámetros de la modernidad.

No es fácil revisar la arquitectura de una época determinada, especialmente cuando está enmarcada geográficamente en un continente: siempre habrá edificios que se queden fuera de la selección. América Latina en construcción intenta analizar una región que utilizó a la arquitectura como una de sus armas para definir el futuro. Así, el contexto social y las complejidades políticas quedan en segundo plano para dar paso a las arquitecturas que lograron negociarlas, abrazarlas o esquivarlas.

La exposición de ahora es una respuesta a la que el mismo MoMA inauguró en 1955, Arquitectura en América Latina desde 1945, curada por Henry-Russel Hitchcock, una selección de la arquitectura más destacada de la región, y toma como punto de partida las directrices geográficas establecidas por la primera. ¿Hubiera sido posible otra exposición sobre Latinoamérica? Sí. No obstante, la exhibición actual se diferencia de la anterior porque no intenta definir la arquitectura moderna latinoamericana, sino que procura exponer la heterogeneidad de los edificios y sus contextos, tomando como referencia el site “en construcción” como un lugar donde se acumulan distintos materiales para ser montados, unidos y ensamblados.

América Latina en construcción: Arquitectura 1955-1980 es una exposición extensa, difícil de asimilar en una sola visita. Hay algo de inabarcable en ella, una sensación que se refuerza por el carácter enciclopédico del catálogo y la serie de eventos que se efectúan en paralelo.

El texto curatorial de inicio advierte los retos del proyecto y de la curaduría —a cargo de Barry Bergdoll y Patricio del Real, curador y asistente curatorial del Departamento de Arquitectura y Diseño del MoMA, respectivamente, así como de Jorge Francisco Liernur, de la Universidad Torcuato di Tella en Buenos Aires, y Carlos Eduardo Comas, de la Universidad Federal de Río Grande do Sul—, enfocada en mostrar material original procedente de archivos y oficinas de arquitectura, como otografías, dibujos, planos estructurales y maquetas.

Aunque de alta calidad, la documentación está enmarcada, colgada o dispuesta en vitrinas, siguiendo el estándar habitual de los museos de presentar los documentos de arquitectura como si fueran obras de arte. En un gesto más estético que conceptual, los muros dejan ver una estructura temporal que hace referencia al espacio en construcción citado en el título de la muestra.

La pieza inicial, Ecuación de Desarrollo (1960), de Carlos Gómez Gavazzo, marca el tono del recorrido: una especie de calculadora que a través de diferentes variables como el uso de suelo, la división del trabajo, la funcionalidad o la calidad de vida, es capaz de definir los objetivos territoriales de una región. Su concepto de “desarrollismo” sirve para referir y conectar la pluralidad de líneas argumentativas de la exposición.

La primera sala, “Preludio: Una región en movimiento”, fundamenta su fuerza en una instalación de siete pantallas donde se observa Las poéticas del desarrollo, extractos de filmes históricos recuperados y editados por Joey Forsyte, en el que se proyectan imágenes de la industrialización, la llegada de nuevas tecnologías y los modos de modernización de siete ciudades. Aunque interesante en su concepción, el trabajo de edición, homogéneo y plano, sólo logra conducir al espectador a lugares comunes. Además, los documentos que se presentan no funcionan como introducción ni al marco histórico ni a la exhibición.

Esta introducción contrasta con el resultado de las demás salas, concisas y excepcionales, donde se valora los campus universitarios como laboratorios de la ciudad (por ejemplo, la UNAM de México y la Universidad Central de Venezuela).

En la segunda sala, una selección de documentos se articulan para presentar la complejidad de la ciudad de Brasilia a través de grandes fotografías de Marcel André Félix Gautherot, acompañadas de planos constructivos de gran formato del Congreso Nacional y fotografías donde se muestran a diferentes estratos sociales ocupando por primera vez los edificios de esta ciudad brasileña.

La exposición se despliega en toda su fuerza en la sala “Latinoamérica en desarrollo 1955-1980”, que presenta un gran número de obras construidas: desde proyectos musculosos como las Oficinas Centrales del Banco de Londres y América del Sur (1959-66), en Buenos Aires, diseñado por sepra Arquitectos y Clorindo Testa; o la Escuela Nacional de Artes Plásticas (1961-65), en La Habana, por Ricardo Porro; hasta proyectos de regeneración urbana y cultural como el SESC Pompéia (1977-86), de Lina Bo Bardi, en São Paulo; pasando por una gran cronología de proyectos de vivienda, tanto privada como pública.

El proyecto curatorial se clarifica cuando la yuxtaposición de documentos logra hacer entender que la arquitectura comprende tanto los documentos finales como los del proceso, así como su contexto social, político e incluso su estado postocupacional. Un caso fascinante es el PREVI (Proyecto Experimental de Vivienda), en Lima, concebido por el arquitecto británico Peter Land en 1969 y financiado por Naciones Unidas.

Aquellos momentos donde se atisban las corrientes políticas que impulsan los proyectos arquitectónicos, y donde se evidencian las conexiones entre desarrollo, ideología y arquitectura son quizás los más iluminadores de la exposición. El video donde se ve a Jacqueline y John F. Kennedy en Venezuela y Colombia en 1981, mientras explican, en español, cómo el norte y el sur del continente americano pueden trabajar a favor de un desarrollo conjunto, revela los flujos de poder que, invisibles, giran alrededor
de los proyectos expuestos.

La arquitectura funcionó de 1955 a 1980 —en algunos casos de forma heroica— como el nexo de unión entre las ideas de la sociedad y su materialización Esta exposición no sólo considera a la arquitectura como un producto, sino como un agente cultural y social. América Latina en construcción: Arquitectura 1955-1980 logra que el visitante analice el rol que la disciplina puede jugar en tiempos tan convulsos como los que vivimos.

 


[1 de junio de 2015]

 

 

 

Carlos Mínguez Carrasco

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