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Tania Candiani, Pulso (2016). Registro de la acción sonora realizada en el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México. Cortesía de Fundación Alumnos47
Tania Candiani, Pulso (2016). Registro de la acción sonora realizada en el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México. Cortesía de Fundación Alumnos47
Tania Candiani, Pulso (2016). Registro de la acción sonora realizada en el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México. Cortesía de Fundación Alumnos47
Tania Candiani, Pulso (2016). Registro de la acción sonora realizada en el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México. Cortesía de Fundación Alumnos47
Tania Candiani, Pulso (2016). Registro de la acción sonora realizada en el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México. Cortesía de Fundación Alumnos47
Tania Candiani, Pulso (2016). Registro de la acción sonora realizada en el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México. Cortesía de Fundación Alumnos47
Tania Candiani, Pulso (2016). Registro de la acción sonora realizada en el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México. Cortesía de Fundación Alumnos47
Tania Candiani, Pulso (2016). Registro de la acción sonora realizada en el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México. Cortesía de Fundación Alumnos47
Tania Candiani, Pulso (2016). Registro de la acción sonora realizada en el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México. Cortesía de Fundación Alumnos47
Tania Candiani, Pulso (2016). Registro de la acción sonora realizada en el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México. Cortesía de Fundación Alumnos47
La Cuenca de México, ayer y hoy. Imagen tomada de fundacionunam.org.mx
Red del Sistema de Transporte Colectivo METRO. Imagen tomada de metro.cdmx.gob.mx
Tania Candiani, Pulso (2016). Sección de la estación Refinería del Sistema de Transporte Colectivo METRO. Cortesía de la artista
Tania Candiani, Pulso (2016). Plan de trabajo de la intervención. Cortesía de la artista
Tania Candiani, Pulso (2016). Tambor de regalo a las participantes. Cortesía de la artista
Tania Candiani, Pulso (2016). Muro de planeación de la intervención. Cortesía de la artista
Tania Candiani, Pulso (2016). Elaboración de casacas. Cortesía de la artista

Pulso: una acción sonora, colectiva y simultánea de Tania Candiani

09.11.2016

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Pulso fue una acción sonora, colectiva y simultánea que consistió en recorrer el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México percutiendo tambores que generaran un sonido como un flujo que remitiera, simultáneamente, a la memoria y el presente. Tania Candiani transmite el entusiasmo de realizar esta intervención: «Estoy emocionada de ser parte de Proyecto Líquido: Deseo, concebido por Jessica Berlanga Taylor [para Fundación Alumnos47], y que en esta edición consiste en una serie de intervenciones en la Cuenca de México. Tuvo mucho sentido para mí saber que mi participación [sería] a través de lo subterráneo”.

La pregunta clave y detonante siempre fue clara: ¿Cuál es el pulso de la Ciudad de México y cómo recuperar el de la ciudad antigua? En entrevista con Código, Candiani explica que el proceso de investigación la llevó a explorar lo subterráneo considerando el agua, desde un enfoque político, histórico y conceptual. Así, se sumergió, literalmente, en las catacumbas de la Catedral Metropolitana para desembocar en una búsqueda en torno a la dualidad en las culturas prehispánicas, en la que encontró “muy interesante […] cómo se entendía la relación de género: lo femenino o lo masculino se refería a roles o potencias simbólicas. [Entonces], ser mujer lo era en un sentido figurado, simbólico y literal”. Luego, la evolución de la propuesta fue muy orgánica. La artista agrega que Proyecto Líquido le había proporcionado algunos mapas y “pensando en cómo podía hablar de esta ciudad subterránea, sobrepuse un mapa de precipitación pluvial con uno de las líneas del metro, y vi que éste último, además de estar construido en todo el territorio lacustre, parecía [un conjunto de] ríos. En ese momento hice la conexión: las líneas del metro podían funcionar como canales; también como ríos de gente, de tráfico, de tránsito, de trayectorias… Entonces, entendí Pulso para el subterráneo […] Hacer una pieza para espacio público implica que sea para todos. Es por eso que, como lugar de encuentro de la experiencia sensible, [elegí] este medio: por la cantidad de personas que puedes tocar e involucrar, o que pueden presenciar de algún modo la pieza”.

La inquietud de realizar una acción sonora colaborativa y ejecutada por mujeres se nutrió y resolvió, formal y conceptualmente, retomando el proceso de investigación en torno a las culturas prehispánicas. En su trabajo Tania Candiani suele involucrar procesos manuales, creativos y constructivos, por lo que se enfocó en conocer los distintos tipos de percusiones prehispánicos, hasta dar con el teponaztli. Fue importante en el proceso una investigación realizada por Gabriel Pareyón, compositor polimático y musicólogo mexicano: “En ese y otros textos más, encontramos la referencia de que las mujeres no tocaban ese instrumento, y no lo hacían porque se pensaba en el teponaztli como un órgano femenino.  Como su madera se talla por dentro, se creía que las incisiones que tiene en la parte de arriba eran como la vulva y cuando los hombres lo percutían era como si lo estimularan. Era un ritual, tal vez de fecundación, pero también de guerra”. A lo que Candiani agrega: “Cuando leí esto fue aun más claro y pertinente la idea de hablar del género en este momento”.

El proyecto convocó a tantas voluntarias como estaciones y líneas de metro hay en la Ciudad: 195 participantes tocarían el teponaztli y 12 líderes percutirían un tambor tarahumara. Logísticamente, la coordinación y colaboración de cada participante se convirtió en un factor esencial para el éxito de la intervención. Candiani explica que “además de las 12 líderes, 12 coordinadores de grupo fueron los responsables de la organización de su respectiva comitiva y los encargados de dar continuidad e información, pero también de aportar energía y estimular a cada una de las voluntarias”. Y añade que “las rutas tuvieron como punto de partida las 12 líneas del metro y a cada equipo le correspondía recorrer cada una de ellas de punta a punta, bajando en todas las estaciones a tocar los tambores hasta que llegara el siguiente vagón, y así sucesivamente hasta llegar al final del recorrido. Una vez que se transitara la línea completa, transbordarían hasta 4 veces (dependiendo del trayecto asignado), para al final reunirse en Refinería, la estación previa a Camarones —ésta, a pesar de ser la más profunda, espacialmente no era lo suficientemente grande, por lo que se concluyó una parada antes”. Si bien algunos transbordos no eran necesarios, el diseño de las rutas permitió una exploración sonora más profunda que aprovechó la acústica generada por las arquitecturas de estaciones con túneles muy largos, como es el caso de La Raza, Instituto del Petróleo, San Lázaro y Candelaria.

En Pulso todo tiene un significado ritual. Además de las percusiones utilizadas en la pieza, se hicieron varias cosas para las participantes: una casaca de algodón, inspirada en el huipil que les diera libertad de movimiento —la prenda fue teñida con pigmentos naturales (col morada) por medio de técnicas artesanales con las que el color quedo aprehendido en la pieza, lo que aportó texturas y acabados únicos; un morral para que llevaran sus objetos personales —reversible y de dos colores, con un diseño antirrobo y pensando para utilizarse en el metro cotidianamente; y un tambor que se toca con dos canicas, como recuerdo de la intervención. Candiani explica que los 195 teponaztli y los 12 tambores tarahumara no se entregaron a las participantes porque realizará una instalación con ellos que acompañe una videoinstalación, resultado del registro de la pieza sonora y del video realizado el día de la acción.

Pero, ¿cuáles son las implicaciones y posibilidades de resignificar este espacio a partir del sonido y del género femenino? “El metro, un lugar en el que se reúnen millones de personas, es también un espacio que tiene un importante problema de separación de género […] Por medio de la acción, las participantes, en un lugar de tanta circulación, sintieron que el espacio era suyo: ‘no hay que pedirlo, hay que tomarlo’. Sabíamos que iba a ser poderoso, que iba a ser un acto ritual importante, pero nunca pensé que llegaría a tener esos alcances: el empoderamiento en cada una de las mujeres que participó”.

El domingo 23 de octubre, hacia el medio día, 207 mujeres —acompañadas de Tania Candiani y el equipo de producción de Fundación Alumnos47— se reunieron en el andén de Refinería. El tiempo de espera entre la llegada de la primera y última comitiva fue de casi 50 minutos. La espera fue activa: nadie dejó de tocar. Varias de las participantes comentaron que “con la llegada de cada grupo aumentaba la emoción y la energía”. Cuando todas estuvieron reunidas, avanzaron y subieron las escaleras peatonales. La señal del tambor mayor indicó el momento de cierre: tocar lo más alto posible por tres minutos. Tras una indicación, todas pararon al unísono y terminó la pieza.

Pulso fue contundente. El subterráneo, como el agua y las personas, es continuidad, flujo, circulación y movilización: incluso, en el ir y venir de los trenes, hay un loop. Para Candiani la pieza “se desbordó, porque cuando se hacen proyectos colaborativos los resultados […] ya no dependen de uno mismo, sino del interés y compromiso de los demás. Entonces no puedes controlar sino el primero impulso. Y funcionó. […] Cuando todas las participantes golpearon el teponaztli se convirtió en un torrente”. El sonido materializado en Pulso entretejió lo social y lo artístico en todos los sentidos. Así, la obra desde su colectividad, es un comentario en conjunto que se activa a partir de lo social: “Cada una tenía su propia razón de estar. Por eso era importante dejarla tan abierta. Como un contenedor de la emoción del otro”.

 

 

Pulso fue producido por Fundación Alumnos 47, y contó con la participación de Velia González Alonso, Karen Ruiz, Jessica Berlanga, y Alberto Rubí; la coordinación musical de Andrés Solís y Rogelio Sosa, cuyos tutoriales pueden consultarse aquí. Los equipos de registro de audio estuvieron liderados por Félix Blume; los de video por Erika Licea, responsable del emplazamiento de 8 fotógrafos; y la fotografía fija fue realizada por Yvonne Venegas. Los instrumentos fueron realizados por el laudero Luis Cruz. Además de, por supuesto, 207 mujeres que activaron la pieza, fue muy importante el apoyo que se recibió de todas las personas que trabajan en el departamento de Cultura del Metro de la Ciudad de México, así como la ayuda recibida de Protección Civil. Tania Candiani, noviembre 2016.

 

[9 noviembre 2016]

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