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Alejandro Morales y Urbánika, Proyectos Impala (2016). Vista en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez
Alejandro Morales y Urbánika, Proyectos Impala (2016). Vista de galería
Alejandro Morales y Urbánika, Proyectos Impala (2016). Vista de galería
Alejandro Morales y Urbánika, Proyectos Impala (2016). Vista de barra de lectura
Alejandro Morales y Urbánika, Proyectos Impala (2016). Vista de biblioteca y archivo
Alejandro Morales y Urbánika, Proyectos Impala (2016). Vista de archivo
Alejandro Morales y Urbánika, Proyectos Impala (2016)
Alejandro Morales y Urbánika, Proyectos Impala (2016). Vista en el Museo de Arte de Ciudad Juárez
Alejandro Morales y Urbánika, Proyectos Impala (2016). Vista de galería
Alejandro Morales y Urbánika, Proyectos Impala (2016). Vista de galería
Alejandro Morales y Urbánika, Proyectos Impala (2016)
Alejandro Morales y Urbánika, Proyectos Impala (2016)
Alejandro Morales y Urbánika, Proyectos Impala (2016). Estado original

Proyectos Impala. La movilidad como acto artístico y político

15.06.2016

Ciudad Juárez es un territorio complejo, marcado por la violencia, la pobreza, la injusticia, la desigualdad y muchos otros problemas. Una ciudad fronteriza que desde el imaginario se proyecta como un paisaje gris. ¿Cómo hacer frente a este contexto desde la creatividad y la imaginación? Para Alejandro Morales, “si bien el arte no puede cambiar la realidad, puede ofrecernos lenguajes para ver otras realidades”. En 2016 Morales dio forma a una iniciativa que ha encontrado en el desplazamiento una forma diferente de experimentar el arte contemporáneo y, en cierta forma, de (re)construir el espacio público.

Proyectos Impala es una caja de tráiler marca Theurer 1976, completamente restaurada y equipada. También es un espacio nómada que subvierte el muy gastado cubo blanco de exposición con otro cubo, blanco o no, donde las limitaciones físicas se transforman en otras posibilidades de montar, exponer, ver y disfrutar el arte. Al interior no sólo se ve, también se lee y se discute: además de ser una galería sin fines de lucro, es la primera biblioteca de la región especializada en arte, con un acervo actual de más de 750 publicaciones provenientes de países como Turquía, Alemania, Chile, Inglaterra y más. Pero más importante aún, es una plataforma que busca detonar diálogos y reflexiones críticas en torno a su propio contexto.

Alejandro Morales y Urbánika, Proyectos Impala (2016). Vista en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

Alejandro Morales y Urbánika, Proyectos Impala (2016). Vista en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

Morales describe la propuesta como “una especie de parásito de la ciudad que nos da una ventaja en la experimentación de prueba y error”. Y es que justamente así sucede con los espacios independientes y autogestionados por artistas y curadores: no hay una fórmula como la de los museos y mucho menos un presupuesto fijo. Pero la apuesta de Proyectos Impala está impulsada por el ánimo de recorrer todos los rincones de la ciudad tomando en cuenta las particularidades del contexto. “Impala se interesa por las secuelas que han impactado su cuerpo social y urbano. La movilidad se convierte en un acto político al señalar y hacer visible una problemática de infraestructura urbana y cultural en la ciudad, buscando generar públicos que se interesen por el arte contemporáneo fuera de las instituciones y estructuras de confort que usualmente utilizamos y que pueden llegar a ser poco inclusivas. Las posibilidades de un proyecto móvil son la democratización del espacio, acceso a lenguajes contemporáneos del arte y la generación de una red que pueda tejer esta fragmentación urbana”.

Si bien Ciudad Juárez no carece de propuestas artísticas, desde la perspectiva de Morales la oferta no es suficiente para generar otras visiones ni tampoco para generar herramientas de pensamiento y conocimiento: “De manera resumida y tal vez un poco injusta, Juárez ha sido muy susceptible a ser utilizada desde plataformas estéticas con líneas de trabajo que rozan la pornomiseria. Esto genera un recelo y un acercamiento, tanto como artista y espectador, a una realidad que todavía se vive y que ha dejado huella en la ciudad. En contraparte, se ha explotado un discurso que oblitera a la violencia y sus víctimas a través del amor y el empoderamiento a la ciudad con un creciente apoyo gubernamental y empresarial a proyectos artísticos que se desarrollan en el espacio público como murales e intervenciones que maquillan a la ciudad”.

Su carácter nómada no es sólo una estrategia de difusión, sino también una forma de trazar el territorio de forma no oficial. “La condición nómada es equiparable a la del extranjero. ¿Cómo asegurar un impacto real? Tanto la sensación de que Juárez es pueblo chico, infierno grande —igual que el nombre de la novela—, como el pesar de que nadie es profeta en su propia tierra, nos hizo pensar en esta figura. Parafraseando a [Walter] Benjamin, llegamos a una detención sucesiva de las imágenes del pensamiento. Es decir, nos detuvimos a pensar en nuestro contexto desde una perspectiva más amplia y en el abandono del ser (en este caso, pasar de ser-artista a ser-ciudadano), manifestado por una interrupción y el subsiguiente movimiento par contrarrestarlo. Ese movimiento se volvió literal al trasladarnos sobre 12 ruedas”.

La arquitectura del sexo de Kurt Hollander es la primera exposición de Proyectos Impala. La segunda será Hopefully Invisible de Julio César Morales, que se presentará durante agosto y septiembre. Toda su programación se trabaja en colaboración con un Consejo de asesores conformado por Francis Alÿs (artista), Kerry Doyle (directora del Stanlee and Gerald Rubin Center for the Visual Arts), Alpha Escobedo (jefa del Departamento de Arte de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez) y Julio César Morales (artista y curador del Arizona State University Museum).

Por su parte, a partir del acervo de la biblioteca se tienen contempladas actividades que tomen en cuenta las posibilidades de incidencia del proyecto y el mejor aprovechamiento de los materiales. Un ejemplo: generar listas de libros sugeridos para cada exhibición, presentaciones de un libro en particular o generar vínculos con otras iniciativas como el CC Catálogo Contemporáneo o el SITAC. Pero un momento donde lo digital y el Internet parecen ser los principales medios de lectura, ¿cómo se entiende la apuesta por la colección de impresos y la lectura “lenta”? “Es evidente que el acceso a las publicaciones de arte digitales es más rápido y sencillo, el problema es que su plataforma es igual de veloz y violenta. Un espacio fuera de este caos, donde se fomenta la discusión y convivencia uno a uno, puede ser más rico que leer algo a solas desde tu computadora. No podemos asumir que todos tenemos ese mismo acceso y debemos considerar que mucho de nuestro acervo se complementa por textos que no se pensaron para plataformas digitales, sino que solo se entregan en bienales o museos al otro lado del mundo o que pueden llegar a ser bastante caros para un estudiante”.

Alejandro Morales y Urbánika, Proyectos Impala (2016). Vista de barra de lectura

Alejandro Morales y Urbánika, Proyectos Impala (2016). Vista de barra de lectura

Tanto las exposiciones como la biblioteca están abiertas para todo el público interesado. La única restricción es que, por el momento y las condiciones del espacio, los libros no pueden salir como préstamos. Aunque la idea es que en un futuro la gente pueda llevar los libros a casa.

Los planes de Proyectos Impala son muchos y sus alcances aún están por verse. Su próximo paso: generar, en la medida de las posibilidades, un programa educativo que involucre más a las diferentes comunidades de Ciudad Juárez. Mientras tanto, habrá que seguirle la pista.

proyectosimpala.com
facebook.com/proyectosimpala

Andrea García Cuevas es coordinadora editorial de Código. Estudió Arte en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Desarrolla investigaciones independientes y ha colaborado para distintas publicaciones.
[15 de junio de 2016]

 

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