Con Polissía, su tercer largometraje como directora, Maïwenn Le Besco (Les Lilas, Francia, 1976) ganó el Premio del Jurado en el pasado Festival de Cine de Cannes. Además, fue presentada recientemente en la 56 edición de la muestra de cine de la Cineteca Nacional. Aún con los honores de la industria cinematográfica, la propuesta audiovisual resulta poco arriesgada y, en todo caso, efectista. El relato da cuenta del vaivén de los policías de la Brigada de Protección de Menores de París, que lo mismo lidian con pedófilos que con violadores o delincuentes juveniles. La pieza no es una excepción a la línea que ha caracterizado sus filmes anteriores (Pardonnez-moi, 2006 y Le bal des actrices 2009): la incomodidad de lo cotidiano. En tono documental, Polissía retrata el conflicto existencial producido en las vidas de los protagonistas.

La parte más atinada del filme expone las declaraciones de los personajes para conmover al espectador. Sin ninguna aportación sustancial a la trama, el ejercicio metalingüístico de la directora es apenas oportuno: la cineasta se representa a través de Melissa, fotógrafa encargada de documentar las actividades de los policías. En realidad, el trabajo de investigación de Maïwenn consistió en pasar tiempo con la verdadera Brigada de Protección. En una escena que resume el tono titubeante de Polissía, Iris —interpretada por Marina Foïs— le explica a un niño que ha sido abusado sexualmente por su profesor de gimnasia porque éste tiene una enfermedad y pagará su falta yendo a la cárcel. No obstante, el niño le contesta que si es así, ¿por qué su agresor no va al hospital? Si bien el eje del argumento es impreciso y las situaciones de la historia no son abordadas con suficiente profundidad, Maïwenn explora, a la manera de la serie de televisión The Wire, un tema perturbador e inquietante. Sin embargo, lo que en un primer momento parece una elección acertada, en un segundo movimiento deviene repetitivo y de poco reflexión.

En suma, la cinta es una apuesta interesante que, no obstante, flaquea al momento de la inconclusión narrativa de sus subtramas. Con secuencias de humor negro, de dudable efectividad, la directora intenta añadir dinamismo al filme. Otros elementos criticables de la historia son el romance forzado —metido con calzador— y personajes que persiguen estereotipos desgastados. Tal vez sean sus intenciones sensacionalistas las que expliquen la intrascendencia de su forma.