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Cortesía de la galería.
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Reseña: Per/Form, Cómo hacer cosas con [sin] palabras

17.06.2014

Nora Silva

El performance es un concepto que, aunque se puede considerar de antaño, sigue sin tener límites muy claros. La exposición Per/Form. Cómo hacer cosas con [sin] palabras, presentada en el CA2M de Madrid, plantea diferentes interrogantes que rodean a la problemática de lo performativo a través de la obra de 39 artistas internacionales. Además, incluye un “laboratorio de intensidad” donde se reúne la documentación de los performances que se desarrollan durante los “días de intensidad” o días designados para presentaciones vivo.

El subtítulo Cómo hacer cosas con [sin] palabras anticipa un encuentro ambiguo, donde se enfrentan el “con” y el “sin”. La frase es una referencia al libro Cómo hacer cosas con palabras (1962), de J.L. Austin, que expone la capacidad del lenguaje para generar acción. Uno de los ejemplos empleados por el filósofo británico es la expresión “yo juro” en cuya enunciación se hace real el acto de jurar. Es decir, a través de las palabras.

La teoría del lenguaje como configurador de realidades es uno de los temas más recurrentes en la obra de la artista británico-americana Carey Young, quien constantemente trabaja con abogados y utiliza la legalidad como uno de sus medios. En una de las esquinas de una sala del Ca2M, la obra Declaración Nula II establece un territorio delimitado por una línea negra, dentro del cual te conviertes en ciudadano de Estados Unidos de América. Así, a través del uso del lenguaje y su necesaria ratificación legal, la artista pone en evidencia el poder que ejercen los elementos de estructuración social y las herramientas de poder, como las leyes que, al fin y al cabo, no son más que palabras.

En Declaración Nula II lo interesante sería activar el espacio de la obra de manera que se ponga a prueba: ¿qué pasaría si el visitante cometiera un acto que es legal en Estados Unidos pero ilegal en España?, ¿podría reclamar un pasaporte americano desde esa esquina? Si teórica y legalmente el visitante se encuentra en E.U.A., ¿no debería tener todos los derechos de un ciudadano estadounidense? La propuesta de Young es potente y presenta posibilidades infinitas que, sin embargo, se ven restringidas por el contexto de exhibición donde, al establecerse como obra de arte, se convierte en una pieza intocable y, por lo tanto, menos efectiva como performance. ¿Qué pasaría si la obra estuviera instalada en un campo de refugiados?

Por su parte, Lo inadecuado, de Dora García —artista que representó a España en la Bienal de Venecia en 2011— se expande torpemente en el espacio, no tiene un principio ni fin claros y pretende ser inadecuada para una galería. La obra incluye diferentes intervenciones, entre las que destaca El artista sin obra: una visita guiada en torno a nada donde un actor o una actriz ofrecen una visita guiada sin objetos mientras recitan un monólogo —escrito por García en 2009— en el que se discute la necesidad de elementos físicos para constituir la obra: Esa necesidad de producción que embarga al artista productivo es peligrosamente cercana al impulso de eficiente mercachifle, del vendedor diligente y pildorita que desea, más que cualquier otra cosa en el mundo, la satisfacción completa de su cliente.

De acuerdo con García, o según el discurso de su performance —que tiene lugar todos los sábado por la tarde en el CA2M—, el artista es esclavo de su público, está sediento de complacencia, de aceptación, y está felizmente embarcado en la imposible tarea de dar sentido a la realidad.

El problema de la materialidad de una obra es especialmente crítico en el performance, ya que es imposible de prolongar en el tiempo. Lo que se exhibe es la documentación (registro) o una reinterpretación que jamás proyectará los mismos sentidos. Es, por lo tanto, inútil. El performance tiene un principio y un fin muy claros, dos realidades que, quizá, han sido las más difíciles de aceptar para el ser humano. De hecho, buena parte del arte surgió para intentar combatir el carácter efímero de la vida y hacer perdurar la belleza o la historia en el tiempo. Probablemente esa es la razón por la que resulta complejo concebir una práctica artística que no pretende permanecer y que ni siquiera es tangible. Este tipo de planteamientos, que otorgan validez únicamente al resultado, dejan fuera la posibilidad de concepción del proceso como cosa anteponiendo el sustantivo al verbo. Sin embargo, el performance es verbo y todo intento por convertirlo en sustantivo se queda en ruina o huella vacía. Dora García radicaliza esta protesta, niega directamente cualquier tipo de producción artística y cuestiona el obrar de una obra en ausencia del público.

En contraposición a la pieza de García, la obra Walk the Chair de la coreógrafa española La Ribot invita al espectador a tomar una de las sillas apiladas para poder leer el mensaje escrito en la sala. Los movimientos necesarios para poder leer la cita completa convierten al público en bailarín y a la lectura en una coreografía. Después, se invita a reorganizar la obra a través de un cartel que indica claramente que se puede dejar la silla en el sitio donde se desee. La pieza es un performance que se activa únicamente por intervención del espectador. De esta forma, la obra es en presencia del público.

En suma, Perf/Form no ensaya respuestas a las interrogantes alrededor del performance, sino pequeños indicios —coincidentes y opuestos— que son resultado de una investigación orgánica difícil de asimilar pero muy interesante de presenciar. Lo importante es, en palabras de Dora García, que una buena pregunta deb[a] evitar a toda costa una respuesta.



Nora Silva (Madrid, 1988) es artista, investigadora independiente y escritora. Actualmente vive en Londres. «I do art, I cook food, I make music, I co-run a collective and I write. All those verbs.»


[17 de junio de 2014]

Nora Silva

(Madrid, 1988) es artista, investigadora independiente y escritora. Actualmente vive en Londres. «I do art, I cook food, I make music, I co-run a collective and I write. All those verbs.»

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