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Sin Título, Pieza de Chiclera Negra (2012)
Sin título, Chiclera negra (2012). Detalle
Sin Título, Pieza de Chiclera Negra (2012)
Sin Título, Pieza de Chiclera Negra (2012)
Sin Título, Pieza de Chiclera (2012)
Sin Título, San Título (2014)
Sin Título, Pieza de Chiclera (2012)
Sin Título, Pieza de Chiclera (2012)
Sin Título, Pieza de Chiclera (2012)
Sin Título, Pieza de Chiclera (2012)
Sin Título, Pieza de Chiclera (2012)
Icono gráfico de Sin Título
Sin Título, Enjóyamesta (2013)
Sin Título, Enjóyamesta (2013)
Sin Título, Intervención #1 (2013)
Sin Título, Intervención #1 (2013)
Sin Título, Intervención #1 (2013)
Sin Título, Intervención #1 (2013)

Perfil: Sin título. Bajo el santo de la joyería contemporánea

10.12.2014

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¿Podemos hablar de una escena de joyería contemporánea en México? O acaso sería más pertinente preguntar, ¿a qué se refiere el término? En 2012 el colectivo Sin título lanzó la incógnita al aire, no con la revelación de una pieza de joyería específica sino a través de un ejercicio de insospechadas intenciones: La chiclera. Ni más ni menos, una máquina expendedora de objetos encapsulados a cambio de una moneda.

“Nosotros mismos debemos ser como una chiclera para que las personas que nos sepan mirar con curiosidad entiendan lo que podemos ofrecer, aún cuando ignoren qué les podemos dar”, señala el comunicado de la propuesta. ¿Quiénes? Alberto Dávila (México, DF, 1987), Cristina Celis (México, DF, 1954), Fernando Barba (Chihuahua, 1986), Holinka Escudero (México, DF, 1976), Poleta Rodete (México DF, 1987) —fundadora de Rodete— y Zinna Rudman (México DF, 1967). El artefacto fue situado en diferentes espacios, como Galería Medellín (ciudad de México) y The Workshop Estudio (Guadalajara).

El colectivo diseñó algunos ornamentos para que fueran los contenidos del dispositivo: desde una cinta de tela hasta un anillo de plástico, pero además: una joya de naturaleza más preciosa por la cual muchos de los usuarios compitieron, insertando una y otra vez sus monedas. Irónicamente, el lema de La chiclera era:  “Ni todo lo que brilla es oro, ni toda la joyería brilla”. Así, el proyecto consistió en un conjunto de piezas de joyería que encararían las diversas definiciones de joyería desde sus usuarios. (Poco después, durante el mismo año, la máquina y los accesorios fueron renovados en La Chiclera Negra.)

Cuerpo-CHICLERA-NEGRA-BOLAS

En ocasiones, se dice, titular un trabajo es lo más difícil del proceso. Para el colectivo, su anónima denominación responde al «desprendimiento de la obra». El objeto es una ofrenda para el espectador: es uno que “le permite generar sus propias conclusiones”, una edificación inacabable. ¿Acaso no es esta una premisa en las artes? ¿Hablamos o no de joyería?

Sin título hace joyería contemporánea, una vertiente del diseño que se expande por el globo. Es un movimiento conceptual de la práctica que toma terreno en las artes visuales. Los joyeros toman recursos del ejercicio artístico —plástico, escénico o visual— para generar una experiencia transdisciplinar. En el caso del colectivo fundado en la ciudad de México, la intención es, principalmente, el extrañamiento.

Así se vio en Enjóyamesta (2013), una intervención en algunas calles de la ciudad de México, donde pegaron carteles con frases o preguntas, como “¿Buscas diamantes?”. La solicitud de una respuesta funcionaba igual que en los letreros de búsqueda laboral o de renta de departamentos: del papel colgaban algunas tiras con nombres relevantes de la rama del diseño. Lo que se buscaba era entablar una conversación: hablemos sobre joyería contemporánea. También hay joyas que no son joyas: en ese año también presentaron Intervención #1, una cadena dorada de grandes proporciones, en diferentes puntos de la capital, para provocar otras maneras de apropiación del objeto —encontrado azarosamente— con el cuerpo. El equipo creativo aún recuerda a los indiferentes, a los curiosos y a los que, maravillados, encontraban el escenario perfecto para sacar una selfie, envueltos en la pieza.

Cuerpo-enjoyamesta-4

Cuerpo-intervencion-1-cu

Estos joyeros no elaboran rosarios ni medallas religiosas, pero sí, en cambio, han erigido a una santidad propia. Una figura a quien pedir, en silencio, por la integración de los (pocos) joyeros contemporáneos que trabajan desde nuestro territorio. “Buscamos cohesionarnos con un propósito en común, identificarnos bajo los mismos ideales, bajo un sino común.” Y ése es San título (2014), su altar abstracto: una lámpara LED albergada en un cilindro acrílico que, en palabras del colectivo, “[iluminará] nuestra carrera como artistas joyeros y [nos dará] fuerza, voluntad y cohesión. Finalmente, hacer joyería contemporánea […] ha resultado un verdadero acto de fe.”

Cuerpo-SAN-TITULO-MEDIANO

Otra pregunta más ronda por Europa, específicamente en Alemania (donde recientemente se llevó a cabo el simposio Exceeded Borders, un foro dedicado a la mencionada arista del diseño): ¿ha muerto ya la joyería contemporánea? En septiembre de este año, un sitio especializado en el tema hizo pública su respuesta, dando a conocer a diseñadores emergentes de México —donde se refirió únicamente el trabajo de Sin título— y en Taiwán, que funcionan como modelos alternativos basados en el colectivo como agente creativo.

El gran reto pende del contexto: nuestro país carece de espacios dedicados a la exposición de este tipo de creaciones, así como de coleccionistas especialmente interesados en los objetos. Los apoyos económicos para este tipo de iniciativas son prácticamente nulos. San título, sin embargo, continúa brillando.


[10 de diciembre de 2014]

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