El Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO) inaugura la exposición Ruta Mística, que nos acerca al misticismo de las culturas latinoamericanas a través de diez artistas contemporáneos, entre los que se encuentran Pedro Reyes, Miler Lagos, Gabriel de la Mora, María García-Ibáñez y Santiago Borja.

La muestra evidencia la adaptación del misticismo al mundo globalizado, en el que inevitablemente se funde con numerosas influencias para transformarse en un híbrido contemporáneo que los artistas cuestionan y exploran a partir de símbolos, formas, historias e investigaciones que, a la par, ponen de manifiesto una crítica a la sociedad de consumo.

01. Cuarto Menguante, Miler Lagos

Cuarto Menguante es un proyecto cuyo fin es reinstaurar el valor sagrado de la ceiba, árbol monumental venerado por las culturas prehispánicas, desde los habitantes del Amazonas hasta los esclavos africanos en Colombia que integraron la ceiba a sus rituales de santería. A través de una serie de vídeos, instalaciones y fotografías Lagos critica la falta de respeto de la sociedad actual hacia estos árboles. Algunas de las fotografías registran, por ejemplo, la tala de una ceiba de más de 200 años de edad para construir un supermercado.

Como respuesta nos propone reinaugurar el ámbito de lo místico mediante una siembre masiva de ceibas, para lo que expone en la galería una hilera de más de 200 pequeños árboles que, una vez finalizada la exhibición, estarán disponibles para los espectadores comprometidos que decidan cuidarlas. De esta manera pretende cicatrizar la pérdida en la memoria colectiva y devolver a la ceiba su relevancia y trascendencia inherente.

02. Pico della Mirandola, Pedro Reyes

Pedro Reyes nos presenta una reflexión sobre la multiplicidad de perspectivas. Además, simultáneamente homenajea a Pico della Mirandola, filósofo italiano del siglo XV que, de joven, se ganó la antipatía del Vaticano al publicar un libro con más de 900 tesis de diferentes tradiciones para reconciliarlas en una sola acerca del cristianismo como receptor de muchas de estas vertientes. Reyes transcribe esta idea de pluralismo del conocimiento a través de una escultura tallada en piedra volcánica a la que se le pueden agregar ojos, nariz y otros rasgos para conformar una cara que va cambiando según las decisiones del público, ya que las piezas —modeladas de acuerdo a épocas distintas, desde la escultura azteca hasta la renacentista— están a su disposición. De esta forma, la pieza reivindica el derecho a discrepar y se refiere al hombre como “un ser sin función determinada, inconcluso, que debe trabajar en su autorrealización para convertirse en un ángel o en un demonio”,  es decir, que puede configurar su propia identidad.

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[16 de julio de 2013]