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Pablo Rasgado y la estética de los materiales

20.07.2012

Reflexionar sobre conceptos como tiempo, espacio y materia ha sido una constante para muchos artistas, aunque de diferentes formas a lo largo de la historia. Pero para Pablo Rasgado (México, 1984) es importante volver a cuestionar desde el inicio las posibilidades que le brindan diversas técnicas y materiales, reformulando la manera de abordarlas y cuestionando cosas que al parecer todos damos por ciertas en la actualidad, como por ejemplo el valor de la fotografía como documento y como registro fidedigno de un instante.

Rasgado se concibe a sí mismo como una especie de catalizador entre diversos materiales. Sus esculturas en plomo, que son productos del cambio brusco de temperatura que sufre este metal al entrar en contacto con hidrógeno líquido o con agua, se vuelven registros de fenómenos físico-químicos. Las formas complejas que se producen en una fracción de segundo no provienen del anhelo de alcanzar un fin estético, sino que responden a la propia naturaleza del material. Son documentos no fotográficos del tiempo.

Su instalación titulada Tiempo y negación (2007) consistió en 9,650 vasos llenos de agua y tinta negra que se convirtieron en una especie de imagen en negativo de una gran ventana de la bodega que los albergó durante cinco meses, y que al proyectar luz sobre ellos permitió que algunos se evaporaran más rápidamente que otros.

Igualmente, una serie de trabajos con la técnica del Strappo le permite apropiarse de fragmentos de pinturas de fachadas y anuncios de diversas ciudades. Estas “pinturas” no son representaciones, sino pedazos de la realidad a las que les otorga un valor estético que antes no tenían.

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