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Daniela Bojórquez Vértiz, Fotografía tomada de Óptica sanguínea (2015). Tumbona Ediciones. Cortesía de la artista y la editorial
Daniela Bojórquez Vértiz, Fotografía tomada de Óptica sanguínea (2015). Tumbona Ediciones. Cortesía de la artista y la editorial
Daniela Bojórquez Vértiz, Fotografía tomada de Óptica sanguínea (2015). Tumbona Ediciones. Cortesía de la artista y la editorial
Daniela Bojórquez Vértiz, Fotografía tomada de Óptica sanguínea (2015). Tumbona Ediciones. Cortesía de la artista y la editorial
Daniela Bojórquez Vértiz, Fotografía tomada de Óptica sanguínea (2015). Tumbona Ediciones. Cortesía de la artista y la editorial

Óptica sanguínea de Daniela Bojórquez

22.07.2015

Pamela Ballesteros

La imagen creada por el artista es algo completamente diferente a un simple corte practicado en el mundo de los aspectos visibles. Es una huella, un surco, un coletazo visual del tiempo que ella quiso tocar.

Georges Didi-Huberman

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Desde la fotografía, Daniela Bojórquez Vértiz ha encontrado diversas interpretaciones y lenguajes que, a su vez, ha representado de manera paralela en la escritura. A través de ambas disciplinas juega con la memoria y se acerca a las posibilidades que cada una le ofrece como detonador —y captador— de recuerdos.

Su trabajo más reciente es el libro Óptica Sanguínea (2015), que entrecruza sus exploraciones fotográfica y narrativa. La obra está compuesta por una serie de relatos breves y consistentes, ficciones que no parecen ser producto del azar, sino de una minuciosa elección de sucesos y anécdotas. En palabras de la autora:

Son textos que tienen como base la ilusión y la neurosis, y la relación entre mundos interiores y el exterior. No son historias en sentido estricto, como se entendería desde la narrativa como género. Me interesa la contaminación entre distintos niveles de representación, y en el caso de estos textos es posible que se confundan autor con narrador y personajes. Por otra parte, creo que cualquier anécdota es en sí parte de una ficción en la que cree el que cuenta, el que recuerda o el que lee.

Así, cada narración se despliega en paralelo con imágenes y fotografías que, más allá de funcionar como ilustraciones, son alusiones que adquieren su propio discurso. Y, en el curso de la lectura, se convierten en sugerencias para detonar un ejercicio imaginativo.

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De estas imágenes se desprende la pieza Álbum de Pilar (2014), que Bojórquez Vértiz (Ciudad de México, 1980) presentó previamente en la exposición Transcripciones en el Museo Universitario del Chopo a principios de año. Álbum de Pilar es un proyecto sobre la disciplina fotográfica en sí, sus cambios tecnológicos y la cualidad simbólica del retrato. La pieza tiene una narrativa y una vida separadas del libro.

Óptica Sanguínea es un proyecto que se suma a la circulación actual del libro como objeto, materia y soporte de las prácticas artísticas. Una especie de furor por la revalorización urgente del libro desde diversos medios.

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Un catálogo funciona como complemento de una exposición, es diferente a un fotolibro, a un libro de artista, o a un libro-obra (en los términos de Ulises Carrión), donde la publicación es en sí el objeto de arte que lleva una reflexión sobre su calidad libresca. O a los libros escritos por artistas, donde el proyecto tiene salida en forma de libro (como el Teignmouth Electron, de Tacita Dean). Cada uno encuentra sus espacios de circulación, que van del museo a la librería, o al paso de mano en mano. No obstante, el público al que se dirigen estos libros en general suele ser especializado, e incluso son productores de libros”.

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En su conjunto, el libro es una evocación a vivencias cotidianas que generan una sutil identificación con el lector. Situaciones lineales narradas con un tono que se distancia de la ecuanimidad. Por el contrario, es angustiante y ansioso, como si se tratara de la lectura de un diario personal o de un registro que intenta corregir el pasado. La publicación es un ejercicio paralelo a la fotografía: congela momentos y escenarios con razones suficientes para ser reconstruidos, documentados y compartidos.

Actualmente Daniela Bojórquez se encuentra en la producción de un conjunto de piezas que exploran las distintas posibilidades de representación fotográfica —a partir de la capacidad que tiene este medio de actuar como huella— y de la fusión de métodos tradicionales con tecnologías actuales.

 


Óptica Sanguínea (2015), Tumbona Ediciones.

 

Pamela Ballesteros

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