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Michel Rojkind
Rojkind Arquitectos, Cineteca Nacional siglo XXI (2014)
Rojkind Arquitectos, Cineteca Nacional siglo XXI (2014)
Rojkind Arquitectos, Cineteca Nacional siglo XXI (2014)
Rojkind Arquitectos, Liverpool Insurgentes (2010)
Rojkind Arquitectos, Liverpool Insurgentes (2010)
Rojkind Arquitectos, Liverpool Insurgentes (2010)
Rojkind Arquitectos, Sede Falcón II (2014)
Rojkind Arquitectos, Sede Falcón II (2014)
Rojkind Arquitectos, Sede Falcón II (2014)

Opinión: Todos ganan

28.10.2014

El pasado 9 de octubre el rediseño de la Cineteca Nacional, proyecto de Rojkind Arquitectos, recibió el Premio al Mérito por Obra construida que otorga el Instituto Americano de Arquitectos (AIA, por sus siglas en inglés) en su capítulo Colorado. Sobre las deficiencias de la obra en cuestión ya se ha escrito largamente. El silencio selectivo alrededor de la Cineteca no ha contribuido a distribuir con seriedad las responsabilidades entre diseñadores, constructores, supervisores y autoridades. Pero la premiación del diseño —por más local o poco relevante que sea el reconocimiento— pone el foco en otro asunto polémico: los premios y la difusión de la arquitectura en sí.

De inicio se debe poner en contexto el mencionado premio. Según su propia página web, la AIA es la asociación profesional líder de arquitectos en los Estados Unidos de América. La relevancia e influencia de su trabajo son indiscutibles. Entre otros objetivos, la institución “promueve la excelencia en el diseño y logros profesionales notables a partir de un programa de premios”. Se sabe: los premios están dirigidos a sus asociados. Y la atención que le han prestado al despacho mexicano debe entenderse por el hecho de que Gerardo Salinas, socio de Rojkind Arquitectos, es miembro de la AIA Colorado. Fue nombrado Arquitecto Joven del año en el 2008 por el capítulo Denver de esta organización y, dentro del mismo, ha participado como jurado y es un miembro de la Conferencia de Diseño.

El gremio norteamericano de arquitectos es quizá uno de los más regulados en el mundo. El derecho de la autoría para un arquitecto en Estados Unidos llega con la adquisición plena de responsabilidad —liability—: un término que acompaña, a manera de conciencia, a cada arquitecto estadounidense a lo largo de todas sus carreras. Después de la asignación del proyecto y la terminación de la obra, uno de los momentos más anhelados de un colega en aquel país es el día en el que, años después de su conclusión, la obra deja de ser responsabilidad del equipo de diseñadores y constructores que la hicieron posible. Es como asistir a la graduación de un hijo: a partir de ese día, las goteras son asuntos de alguien más.

¿Cómo premia la AIA a una obra con serios problemas de ejecución como la Cineteca Nacional? ¿Por qué sus autores la postulan a pesar de ello? Las respuestas comienzan al revalorar el papel actual de los premios y los reconocimientos, en el contexto de la inmediatez mediática. En su artículo «Toward a Collective Criticism» (Hacia una crítica colectiva), Mimi Zeiger plantea la crisis disciplinar de este modo:

“(…) lo que estamos viendo no es la muerte de la crítica, [pero sí] la devaluación de la autoridad de un crítico singular. Las plataformas para la crítica están en rápida expansión a través de medios digitales y sociales. ¿Cuál es el futuro de la crítica en una era cuando ésta se puede reducir a 140 caracteres por tuit? La web social colectiva empodera a muchos y da ventaja al poder de una esfera pública en red. Postula un discurso construido sobre el comentario, donde la autoridad que el crítico del periódico alguna vez tuvo es cuestionada por múltiples voces. Viejas jerarquías que regían el acceso y consagraron el título de la “crítica” se mantienen intactos, pero fácilmente eludidas por Twitter, Tumblr, plataformas Wiki, así como por la imagen y aplicaciones basadas en GIF tal como Instagram y Loopcam.”

La visión optimista de Zeiger respecto de la influencia de la crítica colectiva en el debate arquitectónico pudiera tener un doble filo: los espacios tradicionales a través de los que se promueve la calidad de producción arquitectónica —como los premios— tal vez se hayan unido ya a la velocidad superficial. Más que detenerse en un ejercicio de valoración y con ello establecer una tensión deseable con las ansias de los despachos por mediatizar su trabajo, algunos de estos reconocimientos debieran empezar a verse como un formato institucionalizado del like.

Si, como agrega Zeiger, “(…) el valor, el significado y la importancia de la crítica colectiva radica en su capacidad de influir en el discurso, no del estatus jerárquico”, podríamos entonces inferir que es la imagen —la arquitectura plana consumida solo a través de la pantalla— la que está en competencia. Mientras tanto, la arquitectura construida y habitada, junto con sus premios, pierden relevancia.

 

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Víctor Alcérreca es arquitecto. Es maestro en Cultura Urbana por la Universidad Politécnica de Cataluña. Es profesor en la Universidad Iberoamericana y en CENTRO de Diseño, Cine y Televisión.

 

 

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