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©Taller Fashion Development
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Opinión: ¿Qué falla en la educación de moda en México?

27.01.2015

Montserrat Caballero

«¿Acaso exigimos a un zapatero, a un sastre, diplomas universitarios? ¿Corremos por ello riesgo alguno de ir desnudos o descalzos por la calle? Lo esencial es que hagan buena ropa, buenos botines, en lo que no hay trampa. Las profesiones han de probarse por sus obras, como las virtudes, y han de emanciparse del vergonzoso monopolio gubernamental, forzosamente envenenado por el virus político”

Rafael Barret, “Inmoralidad de los exámenes”, Diario de Asunción, 1907

 

La historia aún no ha demostrado que las pedagogías educativas de moda planteadas por las universidades o escuelas técnicas al día de hoy estén funcionando óptimamente como base del engranaje de la industria de la moda. Basta con voltear a ver el mercado para tener un índice del estado actual del proyecto de la moda como industria en México, un panorama un tanto árido si de porcentajes hablamos. La educación, como siempre, es responsable en buena parte.

Los sistemas educativos más populares en México provienen del Estado nacionalista propuesto por José Vasconcelos, el primer Secretario de Educación Pública, casi un siglo atrás—una estructura creada y financiada por los aparatos gubernamentales para formar integrantes en la sociedad que se ajusten a las necesidades de la visión nacional que se planteaba en la época postrevolucionaria. Evidentemente, el futuro nos ha alcanzado y resulta absurdo acotarse a los sistemas de formación de individuo del siglo pasado.

La Secretaría de Educación Pública fue creada en 1921, no sólo con el fin de educar sino para acotar el conocimiento de los individuos y la manera en que lo reciben. Así, cada vez que un estudiante de la carrera de Moda se pregunte si la educación que recibe tiene validez oficial —ya sea en una institución pública como en una privada—,se encuentra indagando si el conocimiento, el saber y la habilidad que desea desarrollar se ajusta a los parámetros definidos por un sistema de educación creado hace casi 100 años, un sistema que, hasta el momento, no ha demostrado un plan específico que responda las exigencias de la compleja industria de la moda.

ODR-

Fuente: Noticias MVS

 

¿Qué sabe el Estado de moda? No me atrevo a responder. Pero si la primera dama 
viste de Oscar de la Renta el día de la independencia, en lugar de un Carla Fernández o un Yakampot, no es tan difícil concluirlo. Hoy somos gobernados por un Estado ignorante en temas que conciernen a las industrias creativas. La moda no está exenta.

Basta con observar la última decisión en torno a la educación de moda que se tomó en la ciudad de México:

En 1932 fue fundada La corregidora de Querétaro, una institución de carácter público y gratuito dedicada exclusivamente a preparar alumnas para la —en ese entonces naciente— industria del vestido, designada oficialmente como Escuela Técnica de Corte y Confección. El proyecto inició desarrollando prendas para almacenes como El Palacio de Hierro y El Puerto de Liverpool. La escuela, encallada en Eje central Lázaro Cárdenas, al lado del teatro Blanquita, había preparado desde 90 años atrás la base productiva de la industria; las manos que urdirían todo aquello que se comercializara en 2014 por decisión de la SEP —este oasis de la educación gratuita para la moda— dejaron de prestar sus servicios como escuela técnica para la industria del vestido, y pasó a ser una secundaria pública más.

 

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Actualmente entendemos la educación de moda como un fenómeno del sector privado. Y es que en la ciudad de México la única vía para acceder a ella es a través del pago de cuotas que un sector amplio de la población no podría cubrir. Un sistema que está destinado a alimentar las expectativas y los deseos de las clases medias y altas; programas curriculares que se dirigen a un sector de la sociedad que, evidentemente, no visualiza su carrera tras una máquina de coser o en un sistema productivo, sino desarrollando conceptos que “alguien más” habrá de materializar. Pero les tengo una noticia: ese “alguien más” no existe, pues no se ha proyectado educación suficiente para ese sector de la población. Si pensáramos en la educación privada como único motor generador de la industria de la moda estaríamos fallando en omitir la base del sistema: la mano que lo confecciona.

¿Qué hay de político en la moda? Todo. Porque mientras la sociedad y el Estado no contemplen a la industria de la moda desde sus múltiples aristas, no habrá recomposición para un sistema, hasta ahora, trunco. Aunque el momento histórico es alarmante, el futuro no debe ser desalentador, esta reflexión se inscribe críticamente, pero con ánimo (casi) festivo de inicio del nuevo siglo, con una potencia libertaria que caracteriza a las nuevas generaciones involucradas en la disciplina.

 


Montserrat Caballero es licenciada en Diseño Textil y de Moda en CENTRO. Fundadora de la marca mexicana Sietefilos y directora del Taller Fashion Development Project, enfocado en la capacitación de profesionales de la moda.


[27 de enero de 2015]

Montserrat Caballero

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