Cn
Studio José de la O. Damián: caballo balancín, (2013). Tomada del sitio web de The Chair that Rocks.
Fábrica Social. Primavera-Verano, (2015). Tomada del sitio web de Fábrica Social.
Carla Fernández, Primavera-Verano, (2015). Tomada del sitio web de la diseñadora.
Kumbele. Lookbook, (2015). Tomada del sitio web de Kumbele.
Kumbele, (2015). Tomada del sitio web de Kumbele.
Mestiz. Mesa Mori, (2014). Tomada del sitio web de Mestiz.
Mestiz. Silla Patél, (2014). Tomada del sitio web de Mestiz.
Studio José de la O. Mecedora estándar, (2013). Tomada del sitio web de The Chair that Rocks.
Studio José de la O. Mecedora estándar, (2013). Tomada del sitio web de The Chair that Rocks.
Fábrica Social. Primavera-Verano, (2015). Tomada del sitio web de Fábrica Social.

Opinión: ¿Por qué la insistencia en el diseño artesanal?

04.08.2015

Manuel Samayoa Salas

“Si tu casa no tiene que ver contigo no es nada”, dijo alguna vez Óscar Hagerman. Arquitecto y diseñador industrial, sabe que la esencia de la disciplina radica en la capacidad de crear un objeto que pueda relacionarse con su entorno, usuarios y espacio. Una de las voces más destacadas del diseño artesanal en nuestro país entendió a las comunidades de Chiapas, Guerrero, Puebla, Oaxaca, entre otros estados con los que ha estado en contacto. Recordemos su nombre para darnos cuenta de que la relación entre el diseño y la tradición no es nueva en México. Tampoco lo es en el resto del mundo, la era industrial separó las ocupaciones: diseñadores por acá, artesanos por allá. Los primeros imaginarían; los segundos replicarían.

 

Mestiz, Mesa Mori (2015)

Mestiz, Mesa Mori (2015)

 

¿De qué hablamos cuando decimos “diseño mexicano”? Desde hace algunas ediciones Design Week México ofrece una agenda para mostrar el diseño que se produce dentro de nuestro territorio. Para este año, Chiapas es el estado invitado, una nueva iniciativa para “crear una plataforma de colaboración nacional e internacional organizando talleres con artesanos y diseñadores del estado invitado”, explican en su página web. Los fundadores de DWM también son los responsables de Territorio Creativo, una plataforma para llevar a diseñadores mexicanos fuera del país, que se conozca la producción del diseño contemporáneo en otros mercados. La intención es clara: comercializar el diseño. La disciplina no escapa del consumo, pero vale la pena detenernos en cómo muestran la producción mexicana. La curadora de Territorio Creativo, Andrea Cesarman, explica lo que promueven: “diseñadores que tienen este punto de vista arraigado a las tradiciones mexicanas, a las tradiciones artesanales mexicanas y están utilizando esta increíble mano de obra para crear estas piezas únicas y diferentes que hablan sobre la tradición mexicana pero con un punto de vista muy nuevo y muy diferente”.

 

Esmaltarte, Taza y cuchara de peltre (ca. 2015)

Esmaltarte, Taza y cuchara de peltre (ca. 2015)

 

Lo “hecho a mano” o la producción que se inspira de las artesanías como algo “nuevo”, “único”. Pero la tradición no pertenece a los muertos, no es estática. Los procesos se modifican con el tiempo, mientras nuevas manos trabajen los materiales nuevos objetos se realizarán. La creatividad no es exclusiva de los diseñadores. Aunque el esfuerzo por reunir a los diseñadores parece necesario, la manera en que lo presentan deja ver un aburguesamiento de los oficios. La intención, se sabe, es llegar a nuevos clientes, entrar al mercado global. Se busca un mercado desterritorializado pero la artesanía siempre está pegada a la tierra de donde proviene.

Artesanía es lugar y contexto (podríamos decir lo mismo del diseño), su valor es perpetuar los conocimientos y no en ajustarlos a las exigencias del mercado. El diseño es reflejo de los cambios sociales y culturales, cómo se le llama suele ser sólo una etiqueta de empaque. Lo que define al diseño contemporáneo en el nuevo siglo es cómo se presenta y hablar de artesanías parece más una etiqueta publicitaria que un reconocimiento que la disciplina se integra, necesariamente, a la tradición. No para apropiarse, sino para continuar, porque comparten el mismo contexto y responden a las mismas necesidades (tomando en cuenta sus matices. El riesgo: crear una caricatura de la cultura mexicana. 

 

Silla Acapulco Condesa, de la tienda de diseño mexicana Gaia

Silla Acapulco Condesa, de la tienda de diseño mexicana Gaia

 

Pero el fetichismo de la artesanía (o de la mercancía) no es nuevo, el término acuñado por el crítico de diseño Justin McGuirk se refiere a las etiquetas que abrazan los diseñadores para integrarse al mercado internacional, pero advertía hace cuatro años:

Lo que hay aquí es una nostalgia postindustrial por la preindustria. En una cultura con excesos de mercadeo y bienes baratos producidos masivamente, idealizamos lo hecho a mano porque anhelamos calidad, no cantidad. La ironía es que mientras los consumidores occidentales aspiran a la artesanía, la mayoría de la población en el mundo vive en países que tienen comunidades artesanales que aspiran a industrializar los productos. La manufactura masiva será esencial para sacar de la pobreza a mil millones de personas y proveer bienes básicos que damos por hecho hace mucho tiempo. Mientras tanto veremos más objetos industriales fabricados artesanalmente, mientras deseamos artesanías que no podemos comprar y desdeñamos los productos industriales que podemos.

Si el diseño se deja de ver como un servicio —como lo enseñó Hagerman— corremos el riesgo de que la disciplina siga siendo cómplice de las desigualdades sociales, como peón del capitalismo y no cumpla su propósito: imaginar una vida en común, con distintas relaciones entre objetos y personas.

 

 

Manuel Samayoa Salas

siguiente

Newsletter

Mantente al día con lo último de Gallery Weekend CDMX.

Mestiz, Mesa Mori (2015)

Esmaltarte, Taza y cuchara de peltre (ca. 2015)

Silla Acapulco Condesa, de la tienda de diseño mexicana Gaia