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Pabellón Eco 2015. Render. ©Taller Capital
Pabellón Eco 2015. Render. ©Taller Capital

Opinión: ¿Por qué cambió el Pabellón Eco del render a la obra?

08.04.2015

Gabriel Villalobos

El pasado 28 de marzo se inauguró el Pabellón Eco 2015, a cargo de los arquitectos Loreta Castro Reguera Mancera, José Pablo Ambrosi Cortés, Alberto Bolaños Casarín y José Eduardo Cabrera Peña. Ese mismo día recibí un ejemplar de la revista Código 86 — «¿Hacia dónde va la arquitectura?» (abril-mayo 2015), para la que escribí una reseña del proyecto, tal como se había publicado en los resultados del concurso. Miré con decepción las fotos de la inauguración, colgadas en las redes sociales, donde aparece el aro del Túnel Emisor Oriente (TEO) recostado en el patio del museo, sin la plataforma elevada que lo rodeaba en el render del proyecto original. La propuesta fue modificada, de manera que el Pabellón ya no era el que yo había descrito y valorado en mi reseña.

Sin interés en excusar la imprecisión del texto publicado semanas antes de la inauguración de Paradoja Hídrica —ilustrado con una de las imágenes de la propuesta original— me dispongo a hacer un ejercicio de crítica para la nueva forma de un proyecto ganador que, al ser modificado sustancialmente, perdió —a mi parecer— la contundencia plástica y la profundidad semántica que lo caracterizaban.

El proyecto original consistía en el préstamo temporal de uno de los aros del Túnel Emisor Oriente, de 7.5 m de diámetro interno y 1.5 m de ancho, recostado al centro del patio del Eco. Alrededor del anillo, una plataforma de madera recubierta con una capa de grava asfáltica elevaría el piso en 60 cms. De esta forma, se generaría un desnivel al interior del aro, al cual se accedería mediante unos escalones de placa metálica, por una apertura entre las dovelas. El espacio se percibiría inmediatamente como un foco enterrado.

Como escribí en Código 86, la potencia de la propuesta radicaba no sólo en la idea de pedir prestada una pieza de una de las infraestructuras hidráulicas más grandes del mundo, sino en reconfigurar la experiencia fenomenológica del patio al introducir en él la escala inconmensurable. La diferencia de niveles haría explícita la distinción entre el adentro y el afuera del túnel, reforzando la intención de reproducir —y no sólo representar— una condición espacial inaccesible para el ciudadano común. El proyecto original, más que reorganizar el patio o insertar en él un “objeto encontrado”, constituía una reformulación semántica radical del espacio.

Desafortunadamente, la propuesta fue reducida a su elemento más evidente, sin reparar en la relación que se articulaba entre éste y el patio. Ahora una triste escalera metálica permite subir a la altura de las dovelas para volver a bajar al espacio interior, completamente aprisionado y sin referencia alguna. La diferencia entre lo diseñado y lo ejecutado constituye un cambio esencial en las intenciones del Pabellón. Tampoco es una desgracia: Paradoja Hídrica está dotada de cualidades, pero es lamentable que la dimensión estética/semántica de un proyecto ganador, una propuesta de intervención arquitectónica, se pierda de vista tan fácilmente. Sobre todo, dada la popularidad de los pabellones del Eco entre la comunidad estudiantil de la disciplina, considero crucial hacer notar estas sutilezas. Lo que se dijo no fue lo que se quiso decir.

 


Gabriel Villalobos es arquitecto por la Universidad Nacional Autónoma de México y maestro en Estudios de Diseño por la Escuela de Diseño de Harvard. Es profesor adjunto de la UNAM y crítico independiente de arte y arquitectura.


[8 de abril de 2015]

Gabriel Villalobos

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