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Lionel Messi en la final de la Copa del Rey. Barcelona, Mayo de 2015. ©AP Photo/Emilio Morenatti

Opinión: Messi, ¿Dios, extraterrestre o artista?

08.06.2015

Abel Cervantes

Hay tres formas en que se ha denominado a Messi: Dios, extraterrestre y artista. La prensa deportiva intenta descifrar su genio dedicándole al menos una nota cada vez que juega. Y el pasado sábado 30 de mayo, luego de anotar un gol genial al Athletic de Bilbao en la Copa del Rey, muchos periódicos de todo el mundo le otorgaron la primera plana. El diario El País publicó inmediatamente después de finalizado el encuentro tres crónicas cuyos títulos sobrepasan el análisis: “Un equipo 10”, de Ramón Besa, “Messi trasciende a Messi”, de José Samano y “Dios o muerto”, de Manuel Jabois. Esta última narra exclusivamente el gol del argentino a través de un inicio épico: “Encerrado en la banda por tres defensas del Athletic como King Kong, a punto de ser paseado en jaula para asombro de la civilización, Lionel Messi se vio en el minuto 19 como uno de esos héroes cansados que echan de menos el ruido de las casas de Lavalleja en el barrio La Bajada de Rosario, los recados con un balón hecho de medias para entretenerse por el camino y aquellas pachanguitas en las que le rompían las piernas chicos de 18 años porque él, que tenía 9, los ponía a bailar a todos alrededor de un palo”. Durante la transmisión en vivo, un puñado de cronistas televisivos de habla hispana y portuguesa adjetivó el mismo gol como “una obra de arte”, “una pintura” o un gesto “digno de ser exhibido en El Prado”, palabras que ya se han utilizado para explicar las cualidades del argentino. 

 

Que las oscilaciones de Messi puedan proyectarse en un video al lado de otras obras de arte no es una idea nueva. En 2005 Douglas Gordon y Philippe Parreno documentaron con fines artísticos, y utilizando 17 cámaras de 16 mm, los movimientos de Zinedine Zidane en un encuentro contra el Villarreal en el Santiago Bernabéu. Se conoce la diferencia entre ambos futbolistas. Al francés le sobra el cerebro y al argentino las piernas. La cadencia de Zidane contrasta con el ritmo de Messi, que puede acelerar de cero a 100 en menos de dos segundos y regresar a cero de un golpe para volver a arrancar.

Cuerpo-Messi

El filme experimental de Gordon y Parreno fue definido por Peter Bradshaw como “una visita obligada para todos aquellos interesados en el futbol, y cualquiera al que le interese conocer cómo el cine es capaz de registrar la quietud y ofrecer un retrato”. No obstante, el crítico de cine de The Guardian omitió que el genio de Zidane rebasa los méritos técnicos o experimentales de la cinta. La película pudo verse tanto en el Guggenheim de Nueva York como en la plancha del Zócalo de la ciudad de México. El futbol como obra de arte. Mejor aún: la imagen de un futbolista, no cualquier futbolista, como pieza de un museo.

Si el gol de Messi es una pintura digna de estar en un museo es poco relevante: algunos museos exponen casi cualquier cosa. No obstante, el comentario del periodista Jorge Ramos sobre la posibilidad de exhibir su gol frente al Atlético de Bilbao en el Prado no se refería a reproducirla como parte de una instalación como la que Gordon y Parreno realizaron con Zidane: A 21st Century Portrait, porque al Museo del Prado no le interesa el arte contemporáneo. A Zidane se lo ve como un objeto de estudio. Una figura misteriosa que lo mismo ofrecía jugadas fuera de serie que perdía el control de forma inexplicable. (La escena más recordada al respecto es cuando le propinó un cabezazo a Materazzi durante la final de la Copa del Mundo de 2006 cuando se equipo se enfilaba a ganar su segundo Mundial.) Un animal impredecible dotado de una elegancia única y de una mente privilegiada que repentinamente obedecía a su naturaleza violenta. Con Messi sucede lo opuesto. Su silencioso semblante parece el de un niño enfermo que sólo se siente feliz cuando toma un balón. Entonces puede ofrecer pinceladas no para que se lo estudie sino para que se lo admire. Su genio puede convivir en el Prado junto al de Picasso, Velázquez o Goya porque la gracia y belleza de sus movimientos sólo pueden ser la obra de un ser adelantado a su época.

 

El pasado sábado 6 de junio Messi jugó su tercera final de la Champions League. A pesar de no haber anotado ningún gol, los narradores destacaron sus facultades para desequilibrar la defensa rival e inventarse jugadas que sólo algunos privilegiados pueden imaginar. Messi ha anotado tres o cuatro goles a lo largo de su carrera que no pueden catalogarse como golazos, sino como piezas de un verdadero artista porque su creación requiere más que de habilidad técnica.

Platón definía al artista como “hombre de Dios”. Y Santo Tomás de Aquino compara la labor del artista con la del Dios creador, tomando como base la idea de que produce lo que imagina en su interior. ¿Los movimientos de Messi en la cancha podrían acoplarse a estas frases o estarían más cerca de lo que su compañero del Barcelona, Gerard Piqué, contestó cuando a pregunta de un periodista dijo que Cristiano Ronaldo era el mejor futbolista del mundo porque Messi era de otro planeta? Por el momento sólo queda entender que la belleza de sus goles no sólo es física o biológica, sino expresiva y poética. Un suceso que en el futbol sucede, con un poco de suerte, cada 50 años.

 

 


Abel Cervantes es comunicólogo. Director editorial de Código, colaboró en los libros Reflexiones sobre cine mexicano contemporáneo. Ficción (2012) y Documental (2014) con un ensayo sobre Carlos Reygadas y otro sobre Juan Carlos Rulfo, respectivamente.

 


[8 de junio de 2015]

Abel Cervantes

Comunicólogo. Fue editor de las revistas La Tempestad, Código e Icónica. Colaboró en los libros Reflexiones sobre cine mexicano contemporáneo: Ficción (2012) y Documental (2014) con un ensayo sobre Carlos Reygadas y otro sobre Juan Carlos Rulfo, respectivamente. Ha colaborado en distintas publicaciones relacionadas con arte, cultura y cine. Es profesor de ciencias del lenguaje, periodismo y cine en la UNAM.

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