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Opinión: Le Corbusier, primer arquitecto global

13.06.2013

Según Peter Eisenman, el arquitecto más influyente en la historia ha sido Andrea Palladio. Aunque si por influencia consideramos el número de textos publicados o las veces que se ha sido citado, el puesto lo ocuparía Rem Koolhaas. Sin embargo, hay un nombre cuyo poder de evocación disipa cualquier duda en la mente tanto de safios como de entendidos. Se trata de una figura que ocupa su lugar en el panteón de los grandes del siglo XX junto a nombres de la talla de Picasso, Hitchcock o Hemingway: Charles-Edouard Jeanneret. Si el nombre no resulta familiar es porque él mismo prefirió siempre su seudónimo —muestra de su capacidad para reinventarse a sí mismo constantemente. Me refiero a Le Corbusier (La Chaux-de-Fonds, 1887 – Roquebrune-Cap-Martin, 1965), considerado el padre de la arquitectura moderna.

En su libro Hacia una nueva arquitectura, Le Corbusier sentó las bases de lo que se conocería eventualmente como el estilo internacional y, aunque escrita por los integrantes del Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, en la Carta de Atenas —híbrido entre manual y manifiesto del urbanismo moderno— terminó reflejando sus ideas sobre las ciudades, pues pasó revisión bajo su puño antes de su publicación a mediados de los cuarentas.

Como entusiasta del progreso tecnológico, su trabajo siempre buscó reflejar el espíritu de la nueva era industrial; sus múltiples viajes ­—a Rusia, India, Brasil, Argentina, Argelia— bien pueden permitir considerarlo como el primer arquitecto global. En este sentido, resulta perfecto el nombre de la primera retrospectiva que el departamento de arquitectura y diseño del Museo de Arte Moderno de Nueva York  dedica a Le Corbusier: Un Atlas de Paisajes Modernos (en exhibición del 15 de junio hasta el 23 de septiembre).

De la muestra, que incluye la documentación visual de 75 edificios, además de pinturas, dibujos, objetos, películas e incluso la reproducción de cuatro interiores a escala real, son notorias dos cosas. La primera es la selección del tema del paisaje como eje narrativo para una exhibición de arquitectura. La segunda es lo mucho que se ha demorado la presentación de una retrospectiva dedicada a la figura de este gran arquitecto.

Respecto al tema, el curador Jean-Louis Cohen y el historiador Barry Bergdoll explican que el interés que sostuvo Le Corbusier por el paisaje los ha llevado a examinar la manera en la que desarrolló sus proyectos y planes urbanos. “No sólo le importaban el sitio y los alrededores, sino los horizontes distantes a los que se abrían. Le Corbusier transformó territorios en paisajes que respondían a la era mecánica, como lo demuestran los proyectos para Ginebra o Argelia.”

Respecto al porqué de la exhibición en este momento, los organizadores explican que aunque el arquitecto Philip Johnson había propuesto una retrospectiva en la década de 1950, por alguna razón el Museo siempre había mostrado una predilección especial por el trabajo de otros maestros del siglo XX como Ludwig Mies van der Rohe, Frank Lloyd Wright y Alvar Aalto. En otras palabras, simple y sencillamente, la respuesta es: ¡Porque ya era hora!


[13 de junio de 2013]

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