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Opinión: La credibilidad del periodismo de moda en México

26.08.2014

Olivia Meza

Al decir “estudié Diseño de Moda”, la gente en México te mira como una persona que dedicó cuatro años de su vida a la preparación para enmendar ropa y coser dobladillos. En esta primera línea, trato de plantear el panorama cultural que existe en nuestro país respecto de la moda. Algunas preguntas: ¿Por qué la moda no es tomada como un tema serio? ¿Será porque carece de ello? ¿O, porque, simplemente no nos interesa en lo absoluto saber más de lo que vemos de reojo en algunas revistas o en Internet?

El periodismo de moda es la profesión de informar y reflexionar con argumentos sólidos sobre las actualidades de la disciplina. Sin embargo, se ejerce de tan diversos modos que se ha difuminado su sentido. Es difícil encontrar a un periodista serio de moda en México, pues la mayoría que se autoproclama bajo este título, tiende a ser solo un fanático de la moda y de Twitter, comunicando mucho sin decir nada. La ansiedad social siempre es mayor que la de mantenerse en un perfil bajo, cosa que hacen la mayoría de los periodistas más respetados alrededor del mundo, comenzando por la mítica Diana Vreeland, quien dirigió publicaciones como Harper’s Bazaar y Vogue, hasta Suzy Menkes (Harper’s Bazaar, The New York Times, Vogue.it), Grace Coddington (directora creativa de Vogue USA) o Tim Blanks (editor de Style.com).

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La moda no se trata sólo de hablar de siluetas y tendencias. La moda implica todo, y al decir “todo”, me refiero a problemáticas sociales: —principalmente— estéticas, educativas, políticas, y tecnológicas. ¿Por qué en México ese tipo de periodismo no logra abarcar todos estos aspectos? ¿A qué se debe que siga siendo una carrera sin valor profesional ni académico? No logro definir si es un problema de las escuelas de periodismo o de las escuelas de moda.

Es increíble que uno de los periódicos más “respetados” y de mayor impacto en el país, Reforma, tome la moda como un circo en las redes sociales. Sin mencionar sus faltas de ortografía, y la divulgación de material poco útil (por ejemplo, que alguna actriz de Televisa usa atuendos que la hacen ver como sirvienta o que la nueva tendencia de la temporada son los lunares en la ropa, sin ninguna referencia verídica).

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Probablemente estos contenidos responden a la demanda del lector promedio de la sección: “al pueblo pan y circo”. A la gente le encanta criticar —y me incluyo—, pero para hacerlo hay que fundarlo en el conocimiento. Al mismo tiempo, el malinchismo sigue frenando la evolución de nuestro tercer mundo, mientras pensamos que es mejor algo extranjero que lo nacional, adjetivando con términos despectivos y que propiamente no están en el diccionario de la RAE. El morbo prevalece en todas las ramas periodísticas y parece que será muy difícil educar a la ignorancia si ella misma no decide hacerlo. Y la ignorancia somos nosotros.

Es, justamente, por la falta de valores que tienen los periodistas de moda nacionales que la disciplina parece ser insignificante en términos de discusión. ¿A quién le importa lo que dice la editora o escritora de cierta revista? Antes están otros temas, como la marca de zapatos que usa o si luce gorda en una fotografía.

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Entiendo, por una parte, la superficialidad de la moda: es el lado que le imprime diversión y placer visual. Sin embargo, no existe un balance; la indumentaria, cualquiera que sea y donde la compres o la veas, tiene un trasfondo, un porqué. No por ser bonito un atuendo, será trascendente.

Actualmente el periodismo de moda en México no existe, y no sé si exista en cinco años. Creo que nadie sabe en realidad lo que significa ejercerlo, o, al menos, nadie quiere ser uno de ellos. Pero para mí, la moda no es un trabajo, no es una semana de la moda, no es un diseñador, no es una tendencia. Se trata de todo lo que eres, lo que proyectas, lo que sientes, lo que pasa en el presente. Uno siempre comunica algo a través de la vestimenta —y de la escritura, por supuesto. Aun así, el trabajo de un periodista de moda implica un poco más que sólo la escritura. Su análisis debe capturar los vínculos de la disciplina con otros ámbitos.

Va, ciertamente, más allá de ir a eventos y usar lo más cool de tu closet para que te tomen fotos; aunque mucha gente así lo ve: como un trabajo glamouroso en el que tus manos jamás se ensuciarán. Todo lo contrario. El periodista debe informar en todo momento respecto de lo que ocurre, no sólo en la esfera de la moda, sino en el mundo. Y eso no sucede en México.

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En una ocasión, un amigo me comentó que la ex editora de Vogue México, quien no es mexicana, no conocía nada sobre el país, ni a sus diseñadores, y siempre pensó que no era relevante darlos a conocer pues no tenían el carácter estético suficiente para publicarlos en “su revista”. Al abrir cualquier revista internacional, es muy difícil ver como protagónico a un diseñador nacional; a menos de que, claro, sean muy amigos. Éste es otro tema que reduce aún más la posibilidad de desarrollo de la profesión.

Actualmente diversas publicaciones impresas y digitales se han dado a la tarea de fungir como escaparates para la moda mexicana, pero, como mencionaba, no sólo se trata de dar a conocer —así, cualquier interesado abre un blog— sino de ser un motor que retroalimente el trabajo; de nutrir tu criterio para que el del otro también se vaya poblando de nuevas perspectivas. Así es como se crea un círculo beneficioso para consolidar a una industria con mucha riqueza y poco conocimiento de la sociedad. Y no, no se vale escribir mal Chanel.

 

Olivia Meza de la Orta (D.F., 1990) es editora de moda de la revista Código y Glup. Estudió Creación de Moda en IES Moda Casa de Francia y cuenta con más de 5 años de experiencia en el medio editorial. Ha impartido pláticas sobre periodismo y comunicación de moda en Dinámica en la Sala de Arte Público Siqueiros y en Taller Fashion Development. Actualmente es fundadora y directora del proyecto digital editorial llamado MEOW.

Olivia Meza

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