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Bienal de Arte de Venecia 2015: Todos los futuros
Pabellón de México en la Bienal de Arte de Venecia 2015. Vista de instalación de Cráter invertido. ©Alessandra Chemollo
Pabellón de México en la Bienal de Arte de Venecia 2015. Vista de instalación de Cráter invertido. ©Alessandra Chemollo
Thomas Hirschhorn, Pabellón suizo en la Bienal de Arte de Venecia 2015. Cortesía de la Bienal. © Alessandra Chemollo.
Glenn Ligon y Oscar Murillo, Pabellón de Italia en la Bienal de Arte de Venecia 2015. Cortesía de la Bienal. ©Alessandra Chemollo
Bienal de Arte de Venecia 2015. © Alessandra Chemollo
Collage de la Bienal 2015.
Okwi Ewenzor y Paolo Baratta en un planfleto que circula en la Bienal de Arte de Venecia 2015. ©Emergency Room, Tierry Geoffroy
Okwi Ewenzor y Paolo Baratta
Pabellón de Italia (2010) en la Bienal de Arte de Venecia 2010 ©Giorgio Zucchiatti

Opinión: La Bienal de Arte de Venecia, una cuestión de progreso

12.05.2015

Jennifer Burris

En 1982 el filósofo francés Louis Althusser comenzó a escribir un texto titulado “La corriente subterránea del materialismo del encuentro”, en el que articula un pensamiento para Marx y no a partir de Marx. Reconociendo las contradicciones inherentes de El Capital, donde se yuxtapone el idealismo hegeliano con una lógica materialista que confía en los procesos históricos y la lucha de clases, Althusser argumentó que la clave del pensamiento de Marx reside en una tercera alternativa: el materialismo aleatorio o la filosofía del encuentro.

Este curva filosófica, reprimida, inicia con la idea de Epicuro: la formación del mundo como átomos infinitos cayendo cual lluvia sobre el vacío. De pronto, y sin razón, un átomo se desvía infinitamente y colisiona con el contiguo, creando “de encuentro en encuentro, un acumulamiento, y el nacimiento de un mundo.” Así, esta narración radical del origen como un proceso desafía la noción de la filosofía como una forma de pensamiento que privilegia el sentido sobre la realidad.

A partir de la tesis de Epicuro, Althusser construye una comprensión de la historia basada en el desorden y el azar. De esta forma, abre la posibilidad a futuros análisis marxistas sobre el trabajo, la clase y los modos de producción, sin recurrir a la idea del progreso como un avance iluminado. La sucesión de estructuras políticas, sociales, de representación y económicas, colisionan azarosamente unas con otras, formando correspondencias y conflictos que permiten comprender tanto la naturaleza inestable de la realidad como la posibilidad de la desviación por medio de la intervención activa.

La 56 Exposición Internacional de Arte de la Bienal de Venecia, bajo el título Todos los futuros del mundo, parece estar propulsada por este materialismo aleatorio. La idea refleja el encantamiento de su director artístico, Okwui Enwezor (Calabar, Nigeria, 1963), con la lectura de Walter Benjamin de la pintura Angelus Novus (1920), de Paul Klee, así como los tres «filtros» curatoriales [1] que aplicó a la exposición El parlamento de las formas. Tanto como Althusser, Benjamin rechazó el entendimiento cuasi-religioso del materialismo histórico de Marx. En medio del creciente horror de la Alemania nazi y la Rusia estalinista, el pensador alemán usó su pintura predilecta para desarrollar una idea de la historia que no estuviera basada en la evolución (ese deseo de la libertad revolucionaria) sino en el caos sucesivo que la empuja hacia adelante: “En donde nosotros percibimos una cadena de acontecimientos, él sólo ve una catástrofe que amontona ruina sobre ruina y la arroja a sus pies […] desde el Paraíso sopla un huracán que se enreda en sus alas, y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. El huracán lo arrastra irresistiblemente al futuro al que le da la espalda mientras los escombros se levantan frente a él y hasta el cielo.”[2]

En ninguna de las esferas del arte contemporáneo es más pertinente esta presentación alternativa del proceso histórico como en la Bienal de Venecia. Fundada en 1895 bajo el amparo del Rey Humberto I de Italia y la Reina Margarita de Saboya, la Bienal ha resistido la escisión de la Europa Imperial, dos Guerras Mundiales, una Italia fascista y el violento desmantelamiento del Colonialismo. Su estructura de pabellones dedicados a un país refleja un entendimiento antiguo del arte como un medio para promover ideologías nacionales. Además, mantiene una memoria casi nostálgica de la práctica del arte global que es anterior a la soberbia de la cultura bienal y al turismo cultural de validación neoliberal.

Caminar entre sus jardines es como viajar a través de los ideales estéticos de una época previa: tan sospechosos, pero quizás ahora ya no vale la pena luchar en su contra. Desde una perspectiva teórica, transformar el espacio principal de la exposición en la Bienal de Enwezor como un jardín en desorden —transfigurando con ello una construcción nacionalista que pretende evocar un Edén idílico en un remolino de átomos en colisión y eventos azarosos—, revela la comprensión alternativa de la historia y del arte que la atraviesa. Esta rearticulación se refuerza con el énfasis de la acción en vivo y la experimentación épica: la exposición se convierte en un escenario para la lectura en vivo de El Capital de Marx que se desarrollará durante toda la Bienal.

La razón de la continua relevancia de la Bienal de Venecia, como el espacio principal para la presentación y la discusión del arte en un contexto internacional, radica en el hecho de que el brillante gesto curatorial de Enwezor sólo se pudo haber realizado en un lugar que ha sido testigo de la colisión catastrófica del siglo XX y de la creciente violencia del siglo XXI. Sin embargo, lo que aún está por verse es si esta institución realmente contiene la posibilidad de todos  los futuros del mundo —o al menos de alguno— más allá de las reimaginaciones tan radicales de su pasado sedimentario.

 

[1] The Garden of Disorder», «Liveness: On epic duration» y «Capital: A Live Reading»
[2] Walter Benjamin, «Tesis sobre la filosofía de la historia» (1921).


Jennifer Burris es curadora, escritora y directora de la editorial independiente Athenée Press. Cuenta con un doctorado en artes por la Universidad de Cambridge, y ha colaborado para publicaciones como Afterall y BOMB Magazine. Actualmente realiza una residencia de investigación en el programa Fieldwork: Marfa.

 

Jennifer Burris

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