Opinión: ¿Es ética la copia en el diseño? Nuevos retos
Cuando en enero de 2015 el director de la firma de diseño Vitra, Tony Ash, expresó a través de Dezeen que “la réplica de muebles está acabando con la creatividad de la disciplina”, se volvió a encender un debate, no del todo novedoso, al interior de la industria.
No es casual que esta sentencia haya ocurrido en el Reino Unido, uno de los pocos territorios de la Unión Europea que no se ha adherido completamente a la Ley de Propiedad Intelectual. Por todo el territorio, las vitrinas exhiben reproducciones no autorizadas de Ray y Charles Eames, Ron Arad, George Nelson, los hermanos Bouroullec, entre otros nombres por demás conocidos.
Algunos típicos lemas publicitarios bajo los que descansan las réplicas de diseño industrial son: “inspirado por” o “al estilo de”. Actualmente el negocio de la copia está encabezado por fabricadores de China que, a lo largo de la última década, han producido grandes cantidades de copias. Pero, ¿es esto un insulto a la originalidad? (De cualquier modo: ¿es posible la originalidad en el presente? Acaso una pregunta más pertinente en la que preferiría no profundizar ahora.) ¿Y si la copia en el diseño es noble por su atributo democratizador?
Chris Diemer, representante de Voga —una conocida marca de mobiliario de réplica— no tardó en responder a las acusaciones de Vitra, encaminadas hacia “lo ético” en el diseño. Y argumentó: “[En Voga] reproducimos réplicas de clásicos vintage de hace más de 25 años. Y con ello no estamos evitando que ningún diseñador cree algo nuevo.” Por otra parte: si la ley logra proteger el trabajo de los creadores, ¿optará el consumidor por comprar copias con licencia? Ya sea por falta de voluntad o incapacidad de recursos, esto es improbable.
Nuevos retos
Desde la década de los sesenta las sociedades adoptaron el acelerado ritmo del hiperconsumo, pero mientras los productores discuten, el consumidor está cambiando. El presente refleja indicios del rechazo de la rápida desechabilidad de los objetos: podemos hablar de un nuevo consumidor activo que, valiéndose de métodos como el Házlo tú mismo, la adquisición de diseño a través de código abierto o, sencillamente, con la vuelta a la reparación antes que la sustitución, se involucra en otras etapas del consumo.
El fenómeno está relacionado con las nuevas dinámicas de interconexiones sociales, donde se han contagiado nuevas preocupaciones en torno al medio ambiente, las crisis económicas, y hasta la búsqueda por una nueva forma de satisfacción al consumir. No obstante, el diseñador no desaparece. Algunos de sus nuevos retos: salir del showroom —porque nunca aprecié el término anglosajón, de cualquier modo— para acercar su taller a las comunidades; involucrarse en cooperativas de producción; e incluso ser capaces de diseñar algo que pueda ser eventualmente despedazado para su reparación, reciclaje o renovación. El futuro es alentador.
En este video, el proceso de diseño del proyecto Don’t Run (2013-), de Eugenia Morpurgo y Juan Montero, basado en la empoderación del consumidor de las herramientas para hacer su calzado:
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Carolina Haaz es coordinadora web de revista Código. Ha colaborado en publicaciones como Folio, El Fanzine y Frente.
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[17 de febrero de 2015]
Carolina Haaz
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