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Opinión/Diseño: ¿Puede el diseño editorial fomentar la lectura?

18.02.2014

¿Qué posibilidades tiene el diseño editorial de generar gusto por la lectura?

El diseño editorial construye una estructura y un orden que permiten dirigir la lectura; su efecto consigue que el lector dé vuelta a la página o cierre el libro. Si el lector no identifica un orden lógico o un flujo de lectura coherente —aunque no sea secuencial—, será complicado que se involucre con el contenido. Sin embargo, gracias a la tecnología y al alcance de los formatos, es posible provocar una óptima interacción con la lectura. Lo importante es conseguir una combinación adecuada entre los elementos tipográficos y visuales para cautivar al lector.

Detrás del contenido y el diseño editorial de un texto existen una intención y una planeación conceptual para reforzar la información que se plasma y se comunica. Es decir, la imagen que creamos soporta e impregna el contenido en la mente del lector el tiempo suficiente para que lo asimile y lo almacene en su memoria. La inconexión entre ambos eslabones (diseño y contenido) dificulta el alcance de la intención y provoca lecturas aburridas e insignificantes. Entonces, la interacción habrá fallado.

El juego entre los conceptos visuales, gráficos y literarios puede ser infinito. Pero la pregunta está en el aire: si el gusto por la lectura se vincula más con la identificación de los contenidos, ¿hasta qué punto el diseño editorial apoya, genera, fomenta o transforma este hábito? Si bien se pueden diseñar campañas para aumentar el número de lectores o para transformar la percepción de la lectura como una herramienta de conocimiento invaluable, no será suficiente si los lectores no se motivan primero.

En este sentido, vale la pena preguntarse: ¿cómo interviene la rama editorial para mejorar la experiencia de la lectura o para motivar al lector?

Existen infinidad de ideas técnicas y muy básicas que se pueden poner en práctica para mejorar la estructura y la experiencia de la lectura, como seleccionar adecuadamente los colores, las imágenes, los contenidos y el tipo de papel para imprimir. O incluso optimizar la interfase, en el caso de los libros o revistas electrónicas.

En el artículo “Sinergias en torno a la lectura”, la profesora en Psicología Isabel Solé apunta que, aunque la presencia y el atractivo de los textos (aspectos del diseño editorial) son fundamentales para la motivación, es importante que el lector pueda implicarse en la lectura e interactuar con ella.  El diseño editorial apoya el proceso de lectura y tiene la tarea de formular —o reformular— la experiencia de los lectores a través de tres aspectos:

01. Enfoque
El diseño debe proponer una arquitectura que permita a los sentidos enfocar y digerir la información. Esto implicar proponer un discurso hacia el recorrido del texto. Si el lector está enfocado en lo que observa, la experiencia tendrá mucho más valor cognitivo.

02. Emoción
En este aspecto recae la habilidad de usar el color, la narrativa visual e incluso la forma de la tipografía. La emoción es una respuesta hacia determinados estímulos. El color, en este caso, es el estímulo más directo que puede capturar la atención hacia el contenido, mientras que la tipografía tiene la función esencial de comunicar el mensaje y optimizar el flujo de la lectura. En conjunto, proyectan un nivel de emoción que mejorará la experiencia.

03. Aprendizaje
El aprendizaje es el resultado del proceso de lectura. Una buena lectura, es decir, una óptima decodificación del contenido, guía el pensamiento y genera un aprendizaje de calidad. Un diseño pertinente es la puerta entrada hacia ese proceso de asimilación. Por lo tanto, el trabajo editorial debe facilitar el proceso, otorgando vida al contenido. Parafraseando al diseñador Jorge Frascara, el diseño transforma la información —en un contenido de valor significativo— afectando las actitudes y el comportamiento del individuo.

El ideal de todo proyecto editorial es convertir al sujeto pasivo en un sujeto activo. Me explico: el sujeto pasivo es el que realiza la lectura mecánicamente y no pasa por un proceso de análisis, mientras que el sujeto activo convierte la lectura en un proceso de aprendizaje. Existen dos aspectos que pueden mejorar este proceso:

Legibilidad
Tiene que ver con la uniformidad de los caracteres y su apreciación visual. El texto debe ser coherente y consistente para que el lector pueda recibir el mensaje y relacionar sus elementos (color, imágenes, dirección de la lectura, etcétera). Una vez recibido el mensaje o las ideas relevantes, será posible el proceso cognitivo para el lector.

Diseño de tipos

La tipografía conlleva personalidad; tiene su propio diálogo, su propia narrativa y su propia emoción. Es importante el correcto diseño o selección tipográfica, no sólo por estética sino para lograr un alto grado de legibilidad y cognición. El objetivo es generar una adecuada percepción del lector que empate con lo que se buscó transmitir, mejorando la asimilación de lo que está diagramado y codificado.

En suma, la legibilidad y la tipografía que han sido utilizadas brindan confort al lector, otro aspecto inseparable de una buena experiencia de lectura —junto al enfoque adecuado, la emoción y el aprendizaje resultantes. Por lo demás, el cometido final del diseño editorial es dirigir todo el proceso hasta llegar a una sensación de gusto (o confort) y, así, convertir la lectura en una actividad frecuente. ¿Hay posibilidades? Sí, la rama editorial tiene todas las posibilidades y herramientas para lograrlo.


Erika Valenzuela
es diseñadora gráfica y maestra en diseño holístico por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Ha colaborado en revistas como Revista H+D Hábitat más Diseño, así como en los libros El arte de comprender(se) y El panorama holográfico. Actualmente forma parte del equipo de editores del centro de comunicación y diseño FOROALFA.


[18 de febrero de 2014]

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