En los últimos años los filmes mexicanos han recibido un especial interés de festivales internacionales. Como ejemplo pueden mencionarse los premios que Carlos Reygadas, Amat Escalante, Guillermo Arriaga, Alejandro González Iñárritu o Michel Franco han recibido, sobre todo en Cannes. Sin embargo, los espectadores mexicanos y los medios de comunicación nacionales esperan con ansia un Oscar para un director nacido en territorio nacional.

Hace unos días se dio a conocer la lista de nominados al Oscar 2014. En ella figura Alfonso Cuarón como Mejor director, por Gravedad. Pero vale la pena hacerse una pregunta: ¿podríamos catalogar la producción más reciente del autor de Sólo con tu pareja como una película mexicana? De ninguna manera. Alfonso Cuarón es un director evidentemente nacido en nuestro país, pero su trayectoria está conformada en su mayoría por películas realizadas fundamentalmente en el extranjero, entre las que se pueden mencionar: La princesita, Grandes esperanzas, Harry Potter y el prisionero de Azkabán, París te amo y Niños del hombre. No sólo eso: sus filmes obedecen a estéticas hollywoodenses, que privilegian la buena manufactura y una producción de altísima calidad —como puede verse en el estupendo plano secuencia de la persecución de automóviles de Niños del hombre—, pero que carecen de sustancia.

En una entrevista publicada en el número más reciente de Forbes, el propio Alfonso Cuarón reconoce que Carlos Reygadas y Amat Escalante están haciendo el cine más interesante en México. Cuarón es, sin duda, un productor visionario y un director que estilísticamente ofrece imágenes poderosas. No obstante, ni sus historias ni sus estéticas están vinculadas con el territorio mexicano.

Lo mismo pudo haberse argumentado en su momento de Babel, de Alejandro González Iñárritu, que fue nominada a varias categorías del Oscar, aunque ganó solamente en la de Mejor banda sonora, otorgado a Gustavo Santaolalla (argentino).

Por otro lado vale la pena cuestionarse sobre el afán de los medios de comunicación mexicanos de querer conseguir un Oscar como Mejor película o Mejor director. ¿Recibirlo significaría que hemos logrado algo importante a nivel mundial o acaso diría que hemos “alcanzado” definitivamente los estándares de calidad cinematográfica que promueve Estados Unidos?, ¿qué implicaciones tendría este acontecimiento? y, en todo caso, ¿queremos realmente hacerlo?

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Abel Cervantes es comunicólogo. Es director editorial de Código. Participó con un ensayo sobre Carlos Reygadas en el libro Reflexiones sobre cine mexicano contemporáneo (2012), publicado por la Cineteca Nacional. Colabora en La Tempestad e Icónica.

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[21 de enero de 2014]