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Opinión —Chanel Art Fair: Moda, arte e ironía

10.10.2013

Eran los últimos días de la semana de la moda de París y los asiduos del tema pensábamos que ya nada nos podría realmente sorprender. Faltaban grandes casas como Chanel y Louis Vuitton, pero en las temporadas recientes ninguna nos había dejado sin aliento. Fue entonces cuando Instagram —uno de los nuevos medios que permiten enterarse de los principales acontecimientos de la moda— comenzó a dar pistas sobre lo que pasaba en el Grand Palais. Parecía que el desfile de Chanel se estaba llevando a cabo en una especie de Art Basel. Setenta y cinco piezas que emulan el arte contemporáneo se dejaban ver detrás de las modelos.

Lo obvio era pensar que Karl Lagerfeld, la mente detrás de Chanel, había comisionado estas piezas a sus artistas contemporáneos favoritos. ¡Buena idea! Muy a tono con nuestro tiempo y con el público de la moda y del arte, que en gran medida es el mismo. Sin embargo, la genialidad de Lagerfeld, como siempre, fue más allá de lo obvio y generó toda una parafernalia detrás de la colección que logró cuestionar el arte actual y su relación con la moda. Estas setenta y cinco piezas fueron ideadas por el mismo Lagerfeld, durante lo que el llamó su verano creativo. El genio de la moda es conocido por tener una de las bibliotecas más interesantes del mundo y se sabe que dos de sus pasiones son la literatura y el arte, por lo que cuenta con el conocimiento necesario para lograr un statement interesante acerca de estas disciplinas.

Así, con desenfado, y quizá hasta con un toque de ironía, el diseñador estableció una analogía entre el mundo del arte y el de la moda. La primera similitud tiene que ver con las tendencias. Para Lagerfeld, el arte podría seguirlas y generarlas al igual que la moda —aun cuando se trata de dos ejercicios creativos que persiguen fines distintos. En el desfile, se podía observar en qué artistas estaban inspiradas las piezas y cómo se había utilizado una fórmula para llegar al gusto de los espectadores. Podría apostar que, antes de terminar el evento, algunos compradores de arte ya pensaban en lo que se haría posteriormente con las piezas —algunas incluso llevaban un punto rojo emulando la marca que se usa cuando una obra ha sido vendida, porque, ¿quién no querría tener un objeto diseñado por Lagerfeld que no sea sólo una prenda de vestir? Sin embargo, ya se anunció que no hay intención de venderlas.

La segunda similitud que el desfile de Chanel hace patente es la funcionalidad de ambas: así como la moda viste todos los eventos sociales del arte, el arte también puede vestir una especie de opening de la moda. La apuesta de Lagerfeld es arriesgada si tomamos en cuenta que la funcionalidad en la moda está mayormente relacionada con la utilidad, lo que difícilmente se podría pensar del arte.

La tercera es el sentido pop que está retomando el arte contemporáneo: ¿será que el arte está más de moda que nunca? Esto se hizo más evidente cuando se escuchó como soundtrack del evento la canción «Picasso Baby» de Jay Z, la misma semana que el rapero lanzó el video en el que aparece acompañado por Marina Abramovic.

Obviamente, todo este espectáculo se llevó a cabo sin dejar atrás los iconos de la casa francesa, que pronto cumplirá un siglo de existencia. Las camelias, el tweed y las perlas fueron reinterpretadas de acuerdo al tema del arte. Las perlas adquirieron un tamaño exagerado, el tweed tomó un color rosa estridente y el estilo de cabello conocido como corte Chanel adoptó un tono futurístico.

Más allá de la maestría en la confección y la propuesta de diseño que Chanel lanza para la temporada primavera/verano 2014, el desfile  —más que la colección—, Lagerfeld nos deja llenos de cuestionamientos e ideas sobre el momento en que estamos viviendo, guiados por el hiperconsumo. Pero, principalmente, confirma que la moda está más cerca del medio del arte de lo que muchos estarían dispuestos a aceptar y se ríe un poco de toda la pretensión y la seriedad con la que ambas disciplinas se rodean de vez en vez.


[10 de octubre de 2013]

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