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Zaha Hadid Architects, Esfera City Center (2015). Render. Vía ArchDaily
Zaha Hadid Architects, Esfera City Center (2015). Render. Vía ArchDaily
Zaha Hadid Architects, Esfera City Center (2015). Render. Vía ArchDaily
Zaha Hadid Architects, Esfera City Center (2015). Render. Vía ArchDaily
Zaha Hadid Architects, Esfera City Center (2015). Render. Vía ArchDaily
Zaha Hadid Architects, Esfera City Center (2015). Render. Vía ArchDaily
Zaha Hadid Architects, Esfera City Center (2015). Render. Vía ArchDaily
Zaha Hadid Architects, Esfera City Center (2015). Render. Vía ArchDaily
Zaha Hadid Architects, Esfera City Center (2015). Render. Vía ArchDaily
Norman Foster,
Tadao Ando, Centro Roberto Garza de Arte, Arquitectura y Diseño de la UDEM (2013)

Opinión: Arquitectura a billetazos. Zaha Hadid llega a Monterrey

20.05.2015

Marco Betanzos

Nada resuelve y nada transforma la “arquitectura espectáculo”, puesto que nada tiene que resolver o transformar. La falsa promesa de que un edificio icónico pueda impactar al ámbito urbano para después transformar el social, no es más que una quimera que ha sido desgastada al grado de revelarse como lo que es: una gran mentira que sólo sirve como trampolín de los más avispados intereses inmobiliarios.

Zaha Hadid ha aterrizado en la ciudad de Monterrey, en uno de los estados del noreste mexicano con mayor índice de violencia, criminalidad y desigualdad (De acuerdo con el Índice de Paz 2015, del Instituto de Economía y Paz, Nuevo León es uno de los 23 Estados que en los últimos doce años han caído un 40% en sus niveles de paz). Un territorio donde se concentran muchas de las fortunas más acaudaladas del país y también los barrios más pobres, donde se forjan los sicarios más violentos que serán empleados por carteles que ofrecen salarios superiores al promedio de un trabajo legal (Servando Gómez Martínez «La Tuta» llegó a afirmar que los salarios de los miembros de su organización oscilaban entre 8,000 y 16,000 pesos mensuales). Bajo el nombre Esfera City Center, el proyecto llega, luego de las obras de Tadao Ando (Centro Roberto Garza Sada de Arte, Arquitectura y Diseño de la UDEM, 2013) y Norman Foster (Saqqara Development Monterrey, 2011-), a una ciudad que se ha moldeado con la mano firme del interés inmobiliario, con su tímida planeación urbana y la visión (o versión) empresarial que ha tomado ventaja de las enormes olas migratorias del campo a la ciudad, su urbanización y el proceso de metropolización que no se detiene.

Ese frenesí constructivo ha modificado todo límite, todo rasgo antiguo, para aceptar sin concesiones el código arquitectónico que implica lo más alto, lo más exclusivo y lo más espectacular. Lo ha hecho a billetazos, porque así parece funcionar cada desarrollo inmobiliario construido, y porque hay un minúsculo —pero poderoso— mercado hambriento que no resiste la tentación de adquirir ese estilo de vida; la herencia provinciana les incomoda, quieren todo el oropel que la arquitectura les pueda dar y, de paso, las promesas que se puedan adherir a ella: seguridad, sustentabilidad, diseño, vanguardia, lujo, exclusividad.

La arquitectura —bajo el yugo del desarrollador inmobiliario— no responde con promesas, lo hace con hechos: transformando todas esas ansias de capitalizar inversiones en jugosos negocios inmobiliarios donde lo menos importante es el espacio construido y lo más relevante es el branding. Por eso, al contemplar cómo por aquí y por allá surgen nuevas torres en Monterrey, pienso que la ciudad va adquiriendo mucha similitud a Santa Fe en el poniente de la ciudad de México: se satura de edificios de tipo mirador que forman parte del dispendio y el exhibicionismo arquitectónico ubicado en las fronteras de zonas decadentes colmadas de indiferencia. Todos ellos dejan claro que, desde hace mucho, somos capaces de hacer grandiosos edificios, pero aún no grandiosas ciudades. Pero, ¿pueden unos tener derecho a lo superfluo mientras otros carecen de lo indispensable?

Si bien no es menester de la arquitectura cambiar las realidades sociales porque la disciplina no actúa sola ni es un ente independiente, sería impensable no señalar los múltiples mensajes que envía el proyecto de Hadid al mundo: “estamos a la vanguardia y todo va viento en popa”. Hacia dentro, queda claro, una obra de este calibre enfatiza —casi sin querer— la profunda desigualdad que impera en el país. Las personas que harán realidad este espectáculo constructivo y arquitectónico —como ya es tradición— difícilmente regresarán al Esfera City Center para recorrerlo un sábado a mediodía; para ellos no hay lugar, porque ahí no cabe el usuario: sólo hay espacio para el consumidor.

Presumir avances nacionales a través de la importación del trabajo de estrellas mundiales de la arquitectura es comparable a sentir orgullo y presumir que contamos con el hombre más rico del mundo cuando somos uno de los países más asimétricos del continente.


Marcos Betanzos es arquitecto, fotógrafo, docente y escritor independiente. Becario del Sistema Nacional de Jóvenes Creadores FONCA 2012-2013 en la disciplina de Diseño Arquitectónico por el proyecto #BORDOS100.

 


[21 de mayo de 2015]

 

Marco Betanzos

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