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Renzo Piano, Museo Whitney (2015). ©Ed Lederman. Cortesía del museo Whitney

Museo Whitney de Arte Estadounidense, de Renzo Piano

11.08.2015

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Hace poco alguien preguntó en Reddit: ¿para qué existen los arquitectos si los contratistas e ingenieros pueden construir edificios? En cuestión de segundos se convino un tsunami de respuestas y otro usuario presentó una contra-pregunta que detuvo la discusión: yo sé leer y escribir, ¿para qué existen entonces los autores?

El nuevo Museo Whitney de Arte Estadounidense se inauguró el pasado 30 de abril en la calle de Gansevoort en Nueva York. Diseñado por Renzo Piano y concebido como un laboratorio para artistas, este espacio reinstituye al Whitney como el organismo más importante de arte moderno y contemporáneo de Estados Unidos. Luego de varios intentos de expansión que datan de la década de los ochentas, el Whitney consiguió romper con su vieja casa, un emblemático edificio de Marcel Breuer en la Avenida Madison, y regresar a sus orígenes en el bajo Manhattan. Arquitectos como Rem Koolhaas, Michael Graves y Richard Gluckman intentaron expandir la ubicación anterior, pero a todos les fue imposible debido a la preservación histórica de los edificios adyacentes y otras complicaciones burocráticas típicas de esta ciudad.

El edificio nuevo es mucho más versátil que el Breuer. Los túneles de viento tan característicos del Meatpacking District consiguen colarse a través de sus grandes ventanales y parecen guiar a los visitantes de galería en galería. Hay 50 mil pies cuadrados de espacio de exhibición interior nada más en los cuatro primeros pisos, y 13 mil pies cuadrados dedicados a exposiciones exteriores. Las galerías externas o terrazas asemejan escenarios, teatros descubiertos, con los edificios de Manhattan ambientando el fondo. Las escaleras externas que conectan el sexto piso y el octavo rompen la sensación que se tiene de un espacio interior incesante y permiten una circulación alterna. El visitante en ningún momento se siente abrumado por este cliché de museo gigante y, de esta manera, puede recorrer los distintos segmentos del museo a ritmo propio. Claramente se han tomado en cuenta los deseos e impulsos de una gama amplia de personalidades.

 

Identidad gráfica del Museo Whitney por Experimental Jetset. ©WhitneyFocus

 

La cuadra sobre la que se levanta el Museo Whitney es particularmente energética. Al edificio lo enmarca el West Side Highway y el río Hudson al oeste; mientras que al este lo flanquea un paisaje urbano heterogéneo y cambiante, una intensa vida peatonal y el acceso sur al High Line, celebrado parque elevado. A la entrada del museo se estira una plaza pública que el mismo Renzo Piano establece como uno de los principales éxitos de la nave: lograr que el arte se conecte directamente con la comunidad y con el barrio. Hay niños corriendo de un lado a otro, filas de turistas, una fuente, un hombre con un saxofón y hasta un heladero. El cuerpo del edificio se eleva directamente sobre esta área de llegada, en donde el vestíbulo del museo, la misma colección y la concurrencia del Meatpacking District, se funden en un pequeño vientre que se acurruca debajo del High Line.

Las distintas galerías del museo son básicamente cajas blancas bien diseñadas. Adentro del edificio se puede respirar algo de esa intimidad propia a la creación artística, gracias a los materiales que lo conforman y a pesar de tener una infraestructura cuadriculada. El suelo del museo, por ejemplo, está hecho de madera antigua, que brinda más un aire de informalidad y rugosidad digna de un estudio que una sensación de limpieza institucional. Además, la curaduría juega con distintas sorpresas citadinas y rompe dogmas arquitectónicos.

En la tercera planta hay un centro de educación y un teatro, con los que no contaba la vieja sede. Hay también una galería exclusiva para videoarte y cine. Las posibilidades para los curadores, artistas y el público en general son mucho más ricas y flexibles aquí que en el Upper East Side. No hay elevadores ni baños específicos para el personal (no pude definir si es un argumento o un descuido) y todo, o casi todo, es de dominio público. Las oficinas administrativas tienen paredes de cristal y a la tienda del museo la dividen nada más un par de libreros.

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Louis Lozowick, Machine Ornament (1925-27) en «Machine Ornament» de la exhibición America is Hard to See». Tomada del sitio web del Museo Whitney

Las expectativas de este edificio han sido altas debido al calibre de una institución como el Whitney. Su diseño ha sido criticado ferozmente desde que abrió y su forma arquitectónica es, para algunos, banal. A pesar de su complejidad, el nuevo museo rompe con tendencias mundiales en arquitectura de museos en las que hay una única pieza gestual, formal y pesada (pensemos en el Guggenheim, el New Museum o el antiguo Whitney). A decir verdad, al principio pareciera que el edificio carece de una estrategia conceptual digerible. Incluso se asemeja geométricamente a una fábrica vieja. Pero también es un blanco fácil: el eco de Bilbao todavía está presente entre líneas en la literatura arquitectónica moderna y los medios de comunicación. Es esta resistencia lo que hace al edificio interesante, el rechazo de un posible estatus de icono a favor del desconcierto.

Renzo Piano (Génova, 1937) es sin duda un arquitecto sin pretensiones, campeón del espacio público. Y demuestra su valentía haciendo un edificio más inteligente que eso, con mayores ambiciones y más esperanzador para la vida cívica. Es un edificio que cuenta y retiene la historia artística de una sociedad profundamente fragmentada y amorfa, como la de Estados Unidos. Piano valora la utilidad de este espacio para la gente por encima de su apariencia.

Para eso existen los arquitectos, Reddit.

 

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