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Revista 291, Marius de Zayas (2016). Estancia FEMSA-Casa Luis Barragán. © Pablo Navarrete
A Study of The Modern Evolution of Plastic Expression, Vista de la exposición Marius de Zayas (2016). Estancia FEMSA-Casa Luis Barragán. © Pablo Navarrete
Vista de la exposición Marius de Zayas (2016). Casa Luis Barragán, Ciudad de México. Cortesía de Estancia FEMSA. © Omar Olguin
Vista de la exposición Marius de Zayas (2016). Casa Luis Barragán, Ciudad de México. Cortesía de Estancia FEMSA. © Omar Olguin
Vista de la exposición Marius de Zayas (2016). Casa Luis Barragán, Ciudad de México. Cortesía de Estancia FEMSA. © Omar Olguin
Vista de la exposición Marius de Zayas (2016). Estancia FEMSA-Casa Luis Barragán. © Pablo Navarrete
Anuncio de la exposición Marius de Zayas en Casa Luis Barragán (2016). Cortesía de la Secretaría de Cultura. © Arturo López
Vista de la exposición Marius de Zayas (2016). Casa Luis Barragán, Ciudad de México. Cortesía del Taller de Arquitectura Frida Escobedo
Vista de la exposición Marius de Zayas (2016). Estancia FEMSA-Casa Luis Barragán. © Pablo Navarrete

Reseña: Marius de Zayas, Estancia FEMSA No. 3

10.11.2016

La historia del arte siempre es una operación narrativa. Conocemos los hechos mediante relatos que, por distintas razones, destacan ciertas figuras y producciones respecto de otras —nada malo hay en ello. Lo que inquieta, sin embargo, es cuando los relatos se estacionan en la repetición de nombres, anécdotas e imágenes; en los lugares más comunes. Cuando la historia se vuelve inmovilidad.

Frente a esa concepción, existen propuestas que plantean la reconsideración de procesos, indagar relaciones no vistas, ocuparse de producciones y voces no atendidas; situarlas en el panorama. Y es de esa manera como parece concebida la muestra de Marius de Zayas en la Estancia FEMSA, donde se pone sobre la mesa el rol activo de un mexicano emigrado a Estados Unidos en la introducción del arte moderno a la ciudad de Nueva York durante la segunda década del siglo XX.

Curada por el historiador Antonio Saborit, director del Museo Nacional de Antropología, la muestra incluye 35 piezas entre obras y documentos que dejan ver los distintos roles que De Zayas (Veracruz, 1880-Connecticut, 1961) jugó como caricaturista, galerista, editor y escritor.

El investigador había presentado ya en 2009 la muestra Marius de Zayas: un destierro moderno en el Museo Nacional de Arte y en el mismo año el libro Una visita a Marius de Zayas. Sin embargo, en esta exposición destaca el marco que constituyen para el cuerpo de obra y los textos la Casa Luis Barragán y la museografía de Frida Escobedo, que evoca las formas exhibición de la época y plantea un guiño a la obra de Mathias Goeritz.

A la vez, se ofrecen novedades como la puesta en diálogo de las obras con ejemplares de la revista 291, publicada hacia 1915 y que tomó ese nombre en honor al fotógrafo Alfred Stieglitz, cuya galería se ubicaba en el 291 de la Quinta Avenida en Nueva York. El gesto adquiere gran relevancia si se piensa en el rol que este tipo de publicaciones tuvieron en el arte de la vanguardia y la manera en que permiten acceder a los planteamientos detrás de las investigaciones que los artistas realizaron a nivel formal. Pero no sólo eso, también está la manera en que permiten visibilizar intercambios efectivos: poner en relación planteamientos y obras de sujetos en el contexto de la ya iniciada primera guerra mundial.

En ese contexto, la publicación deja entrever discusiones acerca del arte africano —tan relevante para el cubismo— o experimentaciones tipográficas y editoriales que ponen a los textos en relación directa con las imágenes. Por otra parte, ese diálogo texto-imagen se vuelve inquietante cuando se oponen los planteamientos de Marius de Zayas en el ensayo «La caricatura: absoluta y relativa» con sus caricaturas en la misma sala. La razón es que el texto no sólo es el fundamento de sus decisiones estéticas para realizar sus imágenes (en las que mediante fórmulas matemáticas e investigaciones geométricas, retrata al propio Stieglitz, Theodore Roosevelt o Francis Picabia), sino una posición que se ocupa de las formas de conocimiento planteadas por las ciencias y otras disciplinas en la época.

Como parte de esos diálogos, en la muestra se presentan los dibujos figurativos que De Zayas realizó para publicaciones de la época en Nueva York como The World, donde observó la vida y el consumo cultural en la metrópoli. También se delinea su rol como galerista en la primera exposición individual de Pablo Picasso en Estados Unidos y en la posibilidad de mostrar a Picabia, Braque, Rivera o Paul Strand. Se trata de un proceso que quedaría documentado en sus memorias profesionales: Cómo, cuándo y por qué el arte moderno llegó a Nueva York, una serie de cartas dirigidas a Alfred Bahr, director del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Con todas las implicaciones que tiene aquello en términos de narrativas sobre la historia del arte.

Como conjunto, la muestra recuerda los planteamientos de una historia del arte crítica. Al respecto, vale retomar los de Andrea Giunta, que en sus diversos trabajos ha invitado a repensar este trabajo como una oposición a los relatos hegemónicos que se plantean siempre en términos de filiaciones y genealogías verticales entre centros y periferias. Por otro lado, destaca pensar en procesos complejos, de simultaneidad, así como zonas de contacto. Para Giunta, vale destacar que los procesos históricos de la vanguardia, pero también los de la contemporaneidad, no son unidireccionales.

El arte moderno está ahí esperando nuevas lecturas, un dinamismo en los relatos que se plantee revisar las ausencias, la configuración de las narrativas. No sólo por el celo nacionalista que apele a la recuperación de las figuras sino contra la petrificación de los relatos. No es menor lo que ha señalado Patrick Charpenel —curador junto con Eugenia Brafiff del programa de la Colección FEMSA— acerca de la falta de representación de la obra de De Zayas en las colecciones de los museos públicos mexicanos.

 

Christian Gómez es comunicólogo y estudiante de la maestría en Historia del Arte en la UNAM. Fue editor de arte de La Ciudad de Frente. Ha participado en proyectos de mediación educativa. Es escritor e investigador independiente.

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