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Marcela Armas, Resistencia (2009). Cortesía de la artista.
Marcela Armas. ©Jair Franco para 13/TRECE
Marcela Armas, I-Machinarius (2008). Cortesía de la artista.
Marcela Armas, Resistencia (2009). Cortesía de la artista.
Marcela Armas, I-Machinarius (2008). Cortesía de la artista.
Marcela Armas, Cenit (2007). Cortesía de la artista.
Marcela Armas, Noches incandescentes (2008). Cortesía de la artista.
Marcela Armas, Noches incandescentes (2008). Cortesía de la artista.
Marcela Armas, Resistencia (2009). Cortesía de la artista.

Marcela Armas: el desbordamiento de las fronteras en el territorio

14.05.2014

Desde 2007 Marcela Armas ha creado un grupo de cartografías —Epicentro sonoro, Noches incandescentes o I- Machinarius— que proyectan diferentes ideas sobre el territorio mexicano. Entre ellas la manera en que la nación desaprovecha sus recursos energéticos y el desbordamiento de los límites de las fronteras de su capital. 

Entre 2007 y 2010 Marcela Armas realizó varios proyectos de cartografías: mapas de ciudades o dibujos del territorio nacional con distintos fines. Una de sus primeras piezas fue Epicentro sonoro (2007), un mapa del Centro Histórico de la ciudad de México que funcionaba como un panel de secuencias programadas que, al ser tocada, activaba decenas de cláxones de automóvil dispuestos sobre la reja del museo Ex Teresa Arte Actual. La representación cartográfica preponderaba el ruido urbano, pero no de manera caótica: la artista operó este dispositivo con el fin de orquestar un concierto sonoro.

Con Resistencia (2009), Armas dibujó un fragmento del territorio nacional, específicamente la frontera norte, con una resistencia calefactora que al encenderse aludía a la tensa relación entre México y Estados Unidos. El dibujo estaba sostenido por cables de acero, dando la impresión de que flotaba. La pieza dividía el espacio de exhibición en dos secciones. De esta forma, operaba como una auténtica frontera que impedía que el público cruzara de un lado al otro de la galería. Igualmente, al encenderse se convertía en una presencia amenzante y riesgosa.

Sin embargo, en este período Armas (Durango, 1976) produjo una serie de obras que subrayan el vínculo de las ciudades con distintos tipos de energía. Con ellas expuso abiertamente un nexo indisoluble entre la urbanización, la electricidad y los hidrocarburos. La ciudad como una gran máquina que requiere combustible para su funcionamiento.

Esta exploración se encuentra en Noches incandescentes (2008), 25 pequeños cubos de luz pintados en color negro que, al encenderse, muestran la morfología urbana de distintas ciudades, como si fueran paisajes nocturnos iluminados con luz artificial vistos desde una perspectiva aérea. Los territorios: Madrid, Londres, Tokio, Buenos Aires, Quito, São Paulo, Quebec y la ciudad de México. El dibujo realizado con luz eléctrica es una contraparte de las cartografías tradicionales, que racionalmente ilustran las metrópolis haciendo visible sus trazos.

Noches incandescentes rebasa por mucho —tal como se puede apreciar si se vuela sobre la ciudad de México por la noche— los límites y las ambiciones de la cartografía tradicional, que tiende a privilegiar las zonas más céntricas o aquellas con una urbanización regular y ampliamente desarrollada. La luz apunta hasta el límite de la mancha urbana, mostrando el desbordamiento del territorio en puntos que para las cartografías típicas sólo pueden considerarse periféricos. En esta pieza se puede ver una expansión urbana que parece no conocer fronteras: va más allá de los límites estrictos de la urbe. Asimismo, las vistas nocturnas proyectan una imagen más precisa de la magnitud de los grandes asentamientos citadinos.

Ciudad (2008) es otra pieza que señala la dependencia con los energéticos, en este caso los derivados del petróleo. Conformada por un mapa en relieve, la cartografía no corresponde a ninguna ciudad específica, por lo que representa la idea de urbe en términos generales. Una bomba eléctrica introduce aceite quemado de automóvil a este territorio, hasta que se inunda. En un primer instante el aceite atesta las calles y las avenidas, evidenciando la relación entre los energéticos, los automóviles y el sistema vial, del que depende en gran medida la operatividad y el funcionamiento de la urbe. Pero en un segundo momento la ciudad es cubierta totalmente por el aceite quemado, convirtiéndola en una pieza minimalista con una superficie de color negro y reflejante. Esta especie de inundación denuncia el uso excesivo de combustibles fósiles, que va más allá de su utilidad para el sistema vial.

Es probable que el trabajo más conocido de Marcela Armas respecto de la relación entre el consumo de energéticos y el territorio sea I-Machinarius (2008), realizado ex profeso para la exposición Sinergia, curada por Karla Jasso, que se presentó en el Laboratorio de Arte Alameda hace cinco años. Jasso desarrolló acertadamente esta exhibición en el momento en que se discutía la posibilidad de una reforma energética, durante la presidencia de Felipe Calderón.

Más que funcionar como consigna en contra de la reforma constitucional, las piezas mostradas en Sinergia criticaban la cultura del uso y el consumo de energéticos en nuestro país, que no es propensa a cambiar, independientemente de las reformas legislativas. La pieza de Armas es un dibujo del territorio nacional puesto de cabeza, una estructura mecánica conformada por una cadena industrial que se mantiene en continuo movimiento gracias a un sistema de engranajes. La silueta del país se mueve a partir de un procedimiento obsoleto, metáfora de la incapacidad de imaginar otras tecnologías para aprovechar los recursos derivados del petróleo. Durante su desplazamiento, I- Machinarius derrama petróleo crudo de los engranes mecánicos, manchando la pared donde se encuentra ubicada, al tiempo que desprende un olor particular en el espacio de exhibición.

Aunque en algún momento del sexenio de Calderón la imagen de esta pieza fue malentendida como un dibujo del territorio nacional que escurría sangre, en realidad las manchas representan una práctica de la clase política que hace de los remanentes del petróleo un desperdicio. Se trata de la corrupción que logra que cualquier excedente sea una pérdida irreparable. En este momento crucial en el que se ha llevado a cabo un cambio constitucional y se discuten las leyes secundarias para una nueva y, al parecer, inevitable reforma energética, que beneficiaría solamente a una minoría, I- Machinarius demuestra su vigencia al señalar una problemática de carácter ético que no ha sido ni siquiera discutida escuetamente en términos de legislación.


Marcela Armas nació en Durango en 1976. Estudió en la Escuela de Artes Plásticas de Guanajuato y en la Facultad de Bellas Artes de San Carlos de la Universidad Politécnica de Valencia. Ha expueseto individual y colectivamente en diversas partes de México, como el MUAC o el Ex Teresa Arte Actual.


Daniel Garza Usabiaga es curador y escritor. Autor de Mathias Goeritz y la arquitectura emocional (1952-1968), que obtuvo el Premio Bellas Artes para Crítica de Artes. Es curador de Artes Visuales en el Museo del Chopo.

Este texto apareció en el número 80 de Código.


[14 de mayo de 2014]

 

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