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Macana Antenna (2015). © Dmitry Morozov

"Mamá, golpeé a un hombre". Macana Antenna

29.09.2015


Macana Antenna (2015). © Dmitry Morozov

En su vertiente crítica o especulativa, el diseño nos interpela a través de la pregunta: ¿Qué tal si…? ¿Qué tal si cada vez más objetos se vuelven “inteligentes” y “conectados”? ¿Qué tal si usamos esos dispositivos para registrar y comunicar nuestras actividades diarias?

Las posibles respuestas han comenzado a llegar este año desde Estados Unidos, donde algunos cuerpos policiacos están usando cámaras de video corporales para asegurar el comportamiento responsable de sus miembros durante el ejercicio de su poder. Y la mayoría de esas respuestas no son directas ni fáciles de interpretar.

El diseño tiene una relación ambigua con la violencia. De acuerdo con la curadora Paola Antonelli y el crítico Jamer Hunt, responsables del experimento curatorial Design and Violence (moma, 2014-), el diseño tiene la capacidad de «enmascarar [la violencia] al mismo tiempo que la habilita; animarla con el objetivo de condenarla; o instigarla para prevenirla». Las tecnologías emergentes —como la computación ubicua— han multiplicado de manera alarmante las relaciones y complicidades que se establecen entre diseño y violencia.

Es precisamente en esa intersección entre diseño, violencia y tecnología, donde habita la macana Antenna (2015), diseñada por Dimitri Morozov (Stavropol, Rusia, 1976), también conocido como ::vtol::. Con este proyecto, el ingeniero, músico y artista ruso cuestiona: ¿Qué tal si pudiéramos reprimir a los que nos reprimen? ¿Qué tal si para lograrlo recurriéramos a esa figura doméstica que es a la vez símbolo de compresión y represión; es decir, nuestra propia madre?

Según Morozov, la idea del proyecto es crear un dispositivo que controle la crueldad de la policía. Y los recursos para lograrlos son mínimos: una macana estándar equipada con un sensor piezoeléctrico, una placa arduino y un radiotransmisor gsm. Su funcionalidad es sencilla: al golpear algún cuerpo o
superficie, el sensor registra el impacto y el pequeño computador embebido envía un mensaje de texto a la madre del usuario: «Mamá, golpeé a un hombre». Como explica el artista: «ya que todos los métodos usuales de control son inefectivos, este proyecto propone la maternidad como el último reducto de responsabilidad y amabilidad humanas».

A pesar de la originalidad y claridad en las intenciones del autor, la ambigüedad permanece. ¿Qué tal si la madre responde: «¡Sí, ése es mi hijo!»?

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