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Luis Estrada, La dictadura perfecta (2014)
Luis Estrada, La dictadura perfecta (2014)
Luis Estrada, La dictadura perfecta (2014)
Luis Estrada, La dictadura perfecta (2014)
Luis Estrada, La dictadura perfecta (2014)
Luis Estrada, La dictadura perfecta (2014)
Luis Estrada, La dictadura perfecta (2014)
Luis Estrada, El infierno (2010)
Luis Estrada, La ley de Herodes (1999)

Luis Estrada vs el poder gubernamental

16.10.2014

Al final de La ley de Herodes (1999), Juan Vargas (Damián Alcázar), alcalde corrompido por el poder, menciona: “hemos superado un obstáculo más, pero aún nos faltan muchos, porque el reto para nuestro partido [el PRI], es estar en el poder por siempre y para siempre”. A 15 años de su estreno en cartelera, la frase suena profética.

Sin embargo, lo que más sorprende actualmente no es la claridad con la que hace poco más de una década el director mexicano veía a través de su mirada afilada una de las realidades del país, sino la manera en que critica abiertamente al gobierno en turno con su cuarto largometraje, La dictadura perfecta, frase tomada del malicioso Mario Vargas Llosa.

Nacido en la ciudad de México, Luis Estrada (1962) ha conseguido lo que pocos logran en nuestro territorio: crear un estilo cinematográfico identificable que deambula entre la crítica y el humor políticos. Un rasgo que se agredece en un país como éste, donde los juicios análiticos y rebeldes se dan a cuenta gotas.

El cineasta mexicano comenzó su carrera asistiendo a su padre, José Estrada, en La pachanga (1981) y Angel de barrio (1981). También colaboró con Felipe Cazals, Arturo Ripstein y José Luis García Agraz. Su ánimo subversivo fue probablemente formado mientras intercalaba su estudios en la Facultad de Filosofía y Letras y el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, ambos de la UNAM.

Camino largo a Tijuana (1988), su primer largometraje, fue una declaración de principios. En esta cinta, Estrada expone dramáticamente la violencia y el narcotráfico al relatar la historia de un hombre que lucha contra unos secuestradores que raptan a una joven drogadicta. Consiguió un Ariel como mejor ópera prima.

Con su tercer trabajo, Ambar (1992), una cinta fantástica que describe la manera en que un niño busca una piedra extraordinaria, ganó popularidad. Obtuvo cuatro Arieles. Por su parte, su fotógrafo, Emmanuel Lubezki (Oscar en 2014 por su trabajo en Gravedad), logró el de mejor fotografía en el Festival de Cine Fantástico de Sitges en 1994.

Sin embargo, con La ley de Herodes, Un mundo maravilloso (2006) y El infierno (2010) articuló un discurso abiertamente polémico que señala los males del neoliberalismo representados en las figuras de Vicente Fox y Felipe Calderón, que desde el gobierno presidencial hundieron al país. Otra frase memorable de sus películas, esta vez de El infierno: “Crisis, desempleo, violencia […] casi como una guerra civil. Nos cayó la maldición a todos. En este pueblo te matan nomás por cualquier cosa”. Sorprendentemente, la película obtuvo el Ariel como mejor película en 2010.

La dictadura perfecta promete algo similar. La película denuncia con atrevimiento punzante la perversa relación que se ha establecido en México entre los medios de comunicación, concretamente con la televisión, específicamente con Televisa, y el Partido Revolucionario Institucional. Hace unos días  el periódico La Jornada publicó un encuentro que el equipo de redacción tuvo con el director, donde éste explica la manera en que sorteó los obstáculos para obtener dinero y, finalmente, llevar su trabajo a la pantalla grande. Las preguntas que quedan sin responder: ¿qué actitud tomará el público que asista a ver la película de Estrada?, ¿cuál es el poder del cine no sólo para exponer una denuncia, sino para intentar un cambio social?


[15 de octubre de 2014]

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