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Los muertos, 2008, Lisandro Alonso.
Liverpool, 2008, Lisandro Alonso.
Fantasma, 2006, Lisandro Alonso.
Los muertos, 2006, Lisandro Alonso.
La libertad, 2001, Lisandro Alonso.
La libertad, 2001, Lisandro Alonso.

Lisandro Alonso, una reflexión sobre el cine desde el cine

14.04.2014

El cine argentino de la última década ha proyectado estéticas audiovisuales sugestivas. Basta recordar a un puñado de directores como ejemplo: Lucrecia Martel, Pablo Trapero, Fabián Bielinsky, Carlos Sorín o Paula Markovitch. Probablemente una de las miradas más originales es la de Lisandro Alonso (Buenos Aires, 1975), que a través de sus películas ha creado una poética personal que reflexiona sobre el lenguaje cinematográfico.

Si en La Libertad (2001) registra la vida de un joven que tala árboles en el bosque, concentrándose en el ritmo de montaje o en los contrastes de los paisajes, en Los muertos (2004) retrata el andar de un exconvicto que regresa a casa a buscar a su hija luego de haber cumplido su sentencia. La primera secuencia expone una capacidad poética sorprendente. En un terreno boscoso, la cámara se mueve dubitativamente en medio de los árboles, como si hubiera perdido su camino y quisiera reencontrarlo. Asimismo el sonido juega un papel protagónico, porque descubre las atmósferas de la naturaleza: un río, los pájaros, el movimiento de las hojas… Entonces un joven yace con la espalda ensangrentada, pero la cámara no se detiene en él. Por el contrario, avanza con el mismo ritmo registrando morosamente el entorno hasta encontrar un cuerpo más y la mano de un hombre que deambula sosteniendo un machete.

Fantasma (2006) reúne a los personajes principales de La Libertad y Los muertos, que provenían de un ambiente eminente rural, para que recorran el Teatro San Martín de Buenos Aires, mientras se proyecta una película en sus instalaciones. Los fantasmas son las personas que al ser grabadas quedan atrapadas en un imagen infinita, como si fueran un espectro, o el propio edificio, que en aquel momento estaba inhabilitado para exhibir películas.

Por su parte, Liverpool (2008) cuenta la vida de un hombre que luego de embarcarse y dejar su ciudad natal por más de 15 años debe regresar a casa. Sin embargo, su llegada se proyecta a partir de un ritmo de montaje pesaroso, como si el personaje principal anticipara una tragedia. Fue reconocida como la mejor película del Festival de Cine de Gijón.

Lisandro Alonso ha dado un giro a los propósitos de sus primeros cuatro cintas. En breve dará a conocer su siguiente trabajo, todavía sin título, en el que el poeta argentino Fabián Casas colabora como guionista. ¿Otra sorpresa? Viggo Mortenssen es el protagonista. En una entrevista incluida en Página 12 de octubre pasado el cineasta comentó:

“Esta película tiene una mezcla de espacios y de tiempos, de lenguajes, de actores y no actores, de personajes masculinos y femeninos, tiene incluso relevancia el subconsciente de uno de los personajes. Para mí fue un gran riesgo, tal vez para Fabián también lo fue. Seguramente fue un riesgo para Viggo Mortensen: lo imagino, hace un tiempo, preguntándose: ¿quién es este tipo que filmó a un hachero y a un tipo viajando en canoa? Hay que decir que Viggo no sólo terminó actuando en la película, sino que se echó al hombro la producción. Hizo retoques en la historia, estuvo siempre activo y de buen ánimo: 24 horas pensó en la película. Al mismo tiempo trabajé junto a un nuevo director de fotografía, Timo Salminen, el director de fotografía de muchísimos filmes de Aki Kaurismäki”.

Fragmento de Liverpool:


[14 de abril de 2014]

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