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Jorge Taboada, Alta Densidad, 2011.
Jorge Taboada, Alta Densidad, 2011.
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Opinión: Las formas de la densidad, una cuestión cultural

29.04.2014

Juan José Kochen

Así como en su momento la sustentabilidad se pensó como apuesta verde y responsable, la densificación urbana ha sido motivo de planes y buenas intenciones. El estudio del tema es incipiente, pero lo son más las posibles formas de densidad en un país que ha polarizado su condición hacia la verticalización o la dispersión homogénea “densa” como texturas seriales en el paisaje. Por su parte, el término va más allá, sus sentidos pueden ser: 1) la reconversión de lo existente o construcción dentro del tejido urbano para ocupar terrenos baldíos, 2) la atribución de un nuevo valor de uso provocada por el desarrollo de nuevas actividades en edificios existentes, y/o 3) mayor altura en edificios y concentración de desarrollos urbanos.

En física, la densidad es una magnitud referida a la cantidad de masa de un determinado volumen: el grado de ocupación. Al aplicar la definición como parte del paisaje urbano, el estudio de la densidad no se debería limitar al menor cálculo aritmético de la cantidad de viviendas por hectárea sino a las variables que permitan ampliar la comprensión de sus formas.

La forma con la que se construyen viviendas, principalmente de interés social, se ha convertido en un aspecto central del diseño urbano y la colectividad. Frente a la manifiesta necesidad de densificar el suelo urbano existente (promovida por la Nueva Política de Vivienda y el Plan Nacional de Desarrollo Urbano), el protagonismo de los proyectos de alta densidad resulta revelador por su potencial como agentes de renovación. Pero la densidad de los proyectos de vivienda es relativa, depende de la ubicación dentro de contextos determinados.

El problema, en lo que al espacio habitable respecta, radica en la tensión creada entre la ubicación, la gestión y el costo del suelo, los procesos de saturación y las diferentes dinámicas de la población. La densidad, y por consiguiente la forma en que se ocupa, satura o habita un espacio, es una cuestión cultural. Como lo ha mencionado el arquitecto y planificador urbano Rodrigo Díaz: «la densidad es buena hasta que construyen un edificio al lado».

El desarrollo urbano moderno ha propiciado la multiplicación de conjuntos habitacionales en los países desarrollados. Pero en años recientes, términos como acupuntura, regeneración, redensificación y reciclaje han sido parte del discurso urbanístico para intervenir ciudades. En Francia, por ejemplo, se oficializó el concepto de Renouvellement urbain (Renovación urbana) para «rehacer la ciudad sobre la ciudad», orientar el urbanismo hacia el mejoramiento y la dinamización del tejido urbano existente. Se trata de un nuevo modelo de desarrollo y funcionamiento de la ciudad que ahorraría espacios y energía en sitios urbanos degradados. Así como esta ley, el Esquema de Desarrollo del Espacio Comunitario de la Unión Europea surgió en respuesta a la necesidad de contener una suburbanización incontrolada (una expansión urbana horizontal) y se tradujeron las recomendaciones con el concepto “desarrollo espacial policéntrico”. Es decir, territorios organizados en grupo de ciudades equilibradas para frenar la expansión espacial de las metrópolis a través de un equilibrio rural-urbano.

La evolución con respecto al uso y tratamiento del suelo en la legislación repercute claramente en el territorio, que con el tiempo ha perdido paulatinamente sus características naturales y su carácter agrícola a favor de una producción masiva de vivienda —vacía y carente de vida urbana—, convertida en un bien financiero.

Distintas instancias académicas y gubernamentales han dedicado estudios al tema de la densidad y el diseño vertical. Como ejemplo, el Programa de Ciudades, desarrollado en la Escuela de Economía de Londres, ha producido un estudio de la cuestión —ahora adoptado como política oficial por el gobierno británico— que demuestra la falta de correlación 1 a 1 entre altura y densidad. Es decir, tres edificios de 30 pisos hacen el mismo trabajo que uno de 90, pero el primer modelo permite mayores experimentaciones formales y, también, tasas más altas de retorno de la inversión, de acuerdo con el estudio. Así, los términos de vivienda y densidad se asocian con un conjunto habitación como un hábitat enteramente nuevo que pueda responder a las nuevas situaciones económica, técnica y demográfica. Además, implica el diseño de un número importante de viviendas organizadas, así como la organización del espacio y los volúmenes para crear un medio adecuado para la vida personal, familiar y social.

Al crear un conjunto habitable se debe tomar en cuenta la transformación radical de la vida cotidiana, los comportamientos, las aspiraciones y los valores de la población involucrada. A partir de las experiencias con los grandes conjuntos, se ha descubierto la importancia moderna de los equipamientos colectivos. En cierto aspecto, estos espacios son una acción reactiva en contra de la extensión urbana desmedida: vivienda colectivas vs. viviendas individuales.

En México, las primeras formas de densificación se propusieron en 1938 durante el XVI Congreso Internacional de Planificación y de la Habitación, donde surgieron dos prototipos: la vivienda aislada y agrupada en conjuntos urbanos con infraestructura especial, y los bloques multifamiliares donde organizar el vecindario y la vida familiar. Durante el Congreso se suscribió una «crítica a los desarrollos horizontales y la propuesta para hacer edificios de más de tres niveles de altura» como una alternativa viable para satisfacer distintos aspectos: la demanda habitacional, la necesidad de mecanismos financieros que permitieran la construcción masiva de habitacionales, y la propuesta de la concentración multifamiliar como posible solución a la carencia de espacio habitable.

Toda vivienda debería aspirar a una definición del multifamiliar que trascienda la idea de unidad, con el objetivo de replantear una comunidad habitacional. Pero, ¿cómo densificar sin caer en casos extremos como Tlatelolco, Santa Fe, El Rosario o Culhuacán?

La Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), con 166 habitantes por hectárea, es morfológicamente una ciudad extendida, dispersa y porosa, con edificaciones bajas en promedio y una densidad demográfica reducida si la comparamos con otras ciudades latinoamericanas, como Río de Janeiro (189.9 hab/ha), Sao Paulo (222 hab/ha) o Bogotá (208 hab/ha).

La ZMVM presenta dos características generales: baja densidad demográfica —muy diferenciada según las áreas urbanas específicas— y poca altura promedio de las edificaciones o densidad inmobiliaria. ¿Cómo densificar los territorios de Nezahualcóyotl (231.6 hab/ha), Iztacalco (218.1 hab/ha), Iztapalapa (216.2 hab/ha), Venustiano Carranza: (215.7 hab/ha), Cuauhtémoc (214.1 hab/ha), Gustavo A. Madero (204.8 hab/ha) o Azcapotzalco (196.8 hab/ha)? Se ha hablado de descentralización ante la baja densidad demográfica como característica del crecimiento urbano en todo el país.

Después de la ZMVM, las ciudades con mayor número de habitantes por hectárea son León (128.8 hab/ha), Guadalajara (133.2 hab/ha), Cancún (119.1 hab/ha), Veracruz (118.3 hab/ha), San Luis Potosí (109.3 hab/ha), Monterrey (116.6 hab/ha) y Aguascalientes (110.5 hab/ha), auque también hay casos en ciudades como Mérida, donde el grado de ocupación territorial es de 35.1 hab/ha. Las cifras demuestran el fenómeno de expansión-dispersión provocado por el reciente proceso de urbanización. Ante la falta de planeación y el cambio de paradigma, y frente a las crisis de vivienda y desarrollo urbano en el país, donde la densidad apunta a ser la nueva “sustentabilidad”, ¿cuáles son las formas de la densidad?

Juan José Kochen es arquitecto y periodista. Es profesor de Arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México. Coordina los proyectos de investigación sobre desarrollo urbano y vivienda en el Infonavit.

[29 de abril de 2014]

 

Juan José Kochen

Arquitecto y maestro por la UNAM con estudios de periodismo en la EPCSG. Escribió para Reforma, fue editor de Arquine, consultor del Infonavit y becario de la Graham Foundation, el Fonca y Conacyt. Es gerente general de Fundación ICA y profesor en la Universidad Iberoamericana y CENTRO.

TW: @kochenjj

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